Este fin de semana quedó muy claro que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce la importancia de una cara conocida para influenciar a las masas.
Aunque durante años celebridades como Angelina Jolie han dado su tiempo a la organización, nunca se había sentido tanto su presencia como en los últimos días. Primero con el discurso sobre feminismo de Emma Watson, y ahora con Leonardo DiCaprio y una invitación ferviente a poner atención al calentamiento global.
Imagen por imagen
Lo que gana la ONU es claro: visibilidad para sus causas y la posibilidad de llegar a audiencias que normalmente no estarían interesadas en escuchar un discurso sobre situaciones incómodas.
Pero la satisfacción de prestar su voz para una causa no es lo único que lleva a las celebridades a aceptar el puesto de Embajadores de Buena Voluntad (como Emma Watson) o Mensajeros de la Paz (como DiCaprio). A cambio, tienen una oportunidad única de transformar su imagen por completo, y ser tomadas en serio.
El ejemplo más icónico de esta transformación es Angelina Jolie, que pasó de ser percibida como una wild child con dos matrimonios tras ella, numerosos tatuajes y papeles transgresores, a ser vista como una mujer a la que no le alcanza el tiempo para hacer todo el bien que quiere.
Sus causas favoritas se relacionan con la defensa de los derechos humanos, y después de ser Embajadora de Buena Voluntad por varios años, ahora es Enviada Especial del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Es especialmente activa en la defensa de los derechos de las mujeres y niños abusados por fuerzas militares.
Voces que dejan eco
Charlize Theron se encuentra del otro lado del espectro. Sus actividades no suelen ser tan mediáticas como las de Jolie, y esta Mensajera de la Paz de la ONU ha recibido reconocimientos en su país de nacimiento –Sudáfrica– por su lucha por causas sociales.
Lo mismo sucede con David Beckham que, a pesar de tener una fama indudable, mantiene su papel como Embajador de Buena Voluntad del Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF, en inglés) en un perfil bajo, aún cuando viaja por el mundo visitando a pequeños afectados por desastres naturales, además de promover el deporte desde el 2005.
Independientemente de las intenciones o la visibilidad de estas celebridades, el objetivo de la organización se cumple, porque aún los que no son fanáticos de cada una de ellas se ven obligados –gracias a las redes sociales– a enterarse de sus actividades.
Ayudar a la ONU o sus comisiones es un legado que dura, como en el caso de Audrey Hepburn, a quien se recuerda como una humanitaria empedernida –y fue Embajadora de UNICEF. Aún con decenas de papeles memorables en su biografía, su lucha por los derechos de los niños es una de las características más recordadas de la actriz, fallecida en 1993.
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