Calvino por siempre
Hoy se conmemoran 95 años del natalicio del autor que sentó un precedente en la literatura contemporánea con sus obras de fantasía, ensayos críticos sobre su persona y de la sociedad; además se involucró en el séptimo arte y llegó a ser el presidente del jurado en el Festival de Cine de Venecia, en 1981
Hidalgo NeiraItaliano por sus padres, pero cubano de nacimiento, ya que el 15 de octubre de 1923 arribó al mundo en Santiago de Las Vegas, provincia cercana a La Habana, Italo Calvino no tuvo tiempo para acoplarse a la isla del caribe, porque dos años después partió junto a su familia al país europeo.
Ahí el pequeño Italo se refugió en la lectura de El libro de la selva, de Rudyard Kipling. Además, se sentía ajeno a su familia porque no mostraba interés en la literatura, ya que tanto su padre como su madre eran personas de ciencia.
Mario Calvino, padre de Italo, fue agrónomo y botánico, incluso tuvo una posición prominente dentro de este ramo en México, antes de que migraran a Cuba debido a la Revolución. Por otro lado, su madre Evelina Marnelli también se dedicaba a las ciencias naturales.
Parte de estas memorias, el escritor las rescataría posteriormente en El camino de San Giovanni, que fueron redactadas entre 1962 y 1977, pero publicadas después de su muerte, en 1990.
Italo escapaba constantemente a la sala de cine, donde encontró una manera de evadir la realidad. Esto lo impulsó a dibujar y encontrar afinidad en la poesía y el teatro, aunque cuando llegó la oportunidad de escoger una licenciatura en la Universidad de Turín, se perfiló por la misma profesión que la de su padre.
Al mismo tiempo eludía el servicio militar, que en ese momento era exigido por Benito Mussolini para combatir a favor de las Fuerzas del Eje. Los Calvino se consideraban antifascistas, por lo que el joven tuvo que dejar la escuela y reanudarla hasta pasada la guerra.
Cuando retomó los estudios, dejó la agricultura para irse a la Facultad de Artes decidido a seguir la vocación de las letras. Logró en esta nueva etapa externar sus primeras inquietudes políticas del comunismo.
Fue en 1947 cuando se graduó con una tesis que elogiaba el trabajo de Joseph Conrad, ahí inició también su sendero por el periodismo comunista. Además escribió su primera novela, El sendero de los nidos de araña, con la que arrancó oficialmente su carrera literaria que sigue vigente hasta hoy, que sería su cumpleaños número 95.
Abrazó a las artes escénicas
Calvino dejó que varios de sus libros fueran adaptados al séptimo arte, y también hizo libretos de ópera, como La panchina. Opera in un atto (1956), La vera storia (1982) y Un rey escucha (1984), este último basado en su texto homónimo que se desprende de los cuentos Bajo el sol del jaguar.
Además, tuvo una relación cercana con la industria fílmica, ya que escribió guiones cortos para segmentos de películas como Boccaccio ’70 (1962) y L’amore difficile (1963) y aceptó ser el presidente del jurado del trigésimo octavo Festival de Cine de Venecia.
Elogio para sus contemporáneos
El autor italiano respetó a personajes de su tiempo, de quienes aplaudía su trabajo. Con varios de ellos tuvo un trato personal, incluso fueron su influencia para sus escritos de ficción:
Jorge Luis Borges
“Borges es un maestro del escribir breve. Consigue condensar en textos siempre de poquísimas páginas una riqueza extraordinaria de sugestiones poéticas y de pensamiento: hechos narrados o sugeridos, aperturas vertiginosas sobre el infinito e ideas, ideas, ideas”.
Julio Cortázar
“Yo he preferido siempre sus primeros libros de narraciones (…) Más aún que en sus novelas, creo que Cortázar se realizaba en narraciones como Historia de cronopios y de famas, en los cuales la genialidad de su fantasía resultaba verdaderamente feliz”.
Federico Fellini
“La fuerza de la imagen en los films de Fellini, tan difícil de definir porque no encuadra en los códigos de ninguna cultura figurativa, tiene sus raíces en la agresividad redundante e inarmónica de la gráfica periodística.
Ernesto “Che” Guevara
“Guevara es para nosotros este llamado a la gravedad absoluta de todo lo que se refiere a la revolución y al futuro del mundo, una visión crítica radical de todo gesto que sirva solamente para tranquilizar nuestras conciencias
Roberto Aizenberg
“Hay quien dice que aquel mundo no es sino éste donde habitamos nosotros, que no lo sospechamos distinto de lo que debería ser, y no nos damos cuenta de nada. Hay quien dice que Bobby Aizenberg supo todo esto, y que se ve al mirar sus dibujos”.
Las letras inmortales
Distintas obras de Calvino han trascendido en el tiempo, a la fecha es uno de los italianos más traducido en el mundo. Sus libros son lectura básica para quienes se acercan a la literatura:
El vizconde demediado (1952)
Con esta novela inicia la trilogía Nuestros antepasados. En la ficción el vizconde Medardo de Terralba es herido en guerra con una bala de cañón, por lo que vaga errante dividido en dos personalidades distintas.
El caballero inexistente (1959)
Después de continuar con El Barón rampante en 1957, este libro termina la trilogía con la historia de Agilulfo, un guardián sin cuerpo que servía al rey Carlomagno. El relato es descrito por sor Teodora, quien tiene un rol central en la obra.
Las ciudades invisibles (1972)
Diálogos entre Marco Polo y Kublai Kan son ficcionados por Calvino para describir urbes inexistentes que hacen alegoría a las mujeres, ya que cada una tiene un nombre femenino. Fue nominado a Mejor Novela en el premio Nébula, en 1975.
Autobiografía de un espectador (1974)
En este ensayo, el italiano habla de su pasión por el cine cuando era un niño. Se publicó a manera de prólogo cuando se editaron cuatro guiones de Fellini y luego volvió a imprimirse en el libro del cineasta Hacer una película.
Bajo el sol jaguar (1986)
Fue escrito en la última década de su vida e impreso de manera póstuma. El autor dejó estos cuentos inconclusos y el que lleva el mismo nombre de la compilación, hace una crónica de un viaje que realizó a México.
Ermitaño en París: Páginas autobiográficas (1994)
Redacciones inéditas en las que ahondó acerca de su juventud, la militancia que profesó hacia el comunismo, además de su amor por Francia. El libro es un clavado directo a las entrañas de Calvino, revelando por qué se acercó al universo literario.