A lo largo de la historia, el hecho de que la mujer estuviera en los escenarios implicaba un acto revolucionario; posteriormente, el surgimiento del burlesque, en el siglo XIX, significó un movimiento transgresor. Cuerpos semidesnudos, llenos de brillo, joyas y glamour se movían cadenciosamente al ritmo de la música.
Para la mujer involucraba un acto que desafió las normas y le ganó las críticas de la sociedad al presentarla en una posición de autoridad, algo que resultaba excitante e indecente a la vez, pero, sin duda, fue la ruptura con los cánones clásicos del cuerpo y los ideales victorianos.
Mucho tuvo que pasar para que, desde finales del siglo XX hasta la actualidad, se haya convertido en un género reconocido en México, sobre todo para dar paso al neoburlesque, el cual se caracteriza por integrar a sus discursos las problemáticas contemporáneas sobre la sexualidad femenina, la cual es retomada en el espectáculo Burlesque, mi amor.
“En México hacemos un burlesque particular, siempre va ligado al cabaret alemán de la posguerra, con el teatro de carpa. Con el neoburlesque se trata de decir algo con el desnudo, contar una historia. Se trata de apropiarnos del escenario y decir ‘ahora que me ves, escucha’”, relata Elisa Ramos, productora de este show.
Burlesque, Un acto sanador
Este género es muy nuevo en México, pues, de acuerdo con Elisa Ramos, tomó fuerza con las divas de los años 70 como: Lyn May, Wanda Seux, Yolanda Montes “Tongolele” y Olga Breeskin. A partir de este momento fue adquiriendo una voz y un sentido, alejado de los espectáculos más reconocidos que se realizaban en Las Vegas, Londres o Viena, en el país se apostó por llevar a escena un burlesque “más sanador”, una especie de ritual, tanto para quien estaba en el escenario como para el espectador.
Esto lo confirmó Elisa durante este año de confinamiento, ya que ha tenido la oportunidad de ver las propuestas que se han hecho a nivel internacional, además de presenciar los shows que se llevaron a cabo durante diversos festivales y darse cuenta del poder latino que tiene “el arte del desnudo”.
“Cada mujer y hombre que hace burlesque tiene una historia particular para hacerlo. Burlesque, mi amor es una mezcla con el cabaret, porque nosotros nos reímos del dolor y la tragedia, así lo sobrellevamos, cuando hacemos comedia hablamos desde nuestra herida. Es algo muy mexicano, lo hacemos de una forma divertida, jocosa, muy latino”, explica.
Después de estar lejos de los escenarios, Elisa Ramos cuenta que ellas y su compañía regresan con más historias, empoderadas y con el doble de brillo. Además, con el fiel compromiso de mantener un equipo sólido, cobijarse entre las bailarinas y crear una mayor red de apoyo.
Gracias al burlesque, agrega, hizo que se unieran como mujeres y profesionales. Además, de llevar un mensaje que cobra más importancia en estos tiempos: la sororidad y la importancia de amarse a sí mismas, lejos de cualquier estereotipo marcado por los medios.
“No voy a ser el estereotipo de la revista Vogue o modelo de Victoria’s Secret, pero igual soy sensual, es lo que siento, soy poderosa. El burlesque es como una resignificación del ser, yo no le debo belleza a nadie, no soy menos poderosa ni inteligente si desbordo sensualidad. Si en un show de burlesque los espectadores no salen diciendo ‘soy empoderada’, algo salió mal”, abunda.
Feminismo y sororidad
A través del feminismo, las bailarinas de Burlesque, mi amor, quienes a su manera, aclara, llevan esta bandera, refuerzan su discurso al momento de ofrecer un espectáculo.
Así como en otras partes del mundo las mujeres pueden expresarse desde este género escénico y a través de sus propias luchas, en México, reitera, es muy importante que puedan expresar todas las inconformidades que viven.
“Aquí se vuelve muy necesario decirlo, es una situación particular, como sentir que siempre estamos en riesgo, pero no se puede hacer burlesque sin decir algo en este país. Ahora puedo decir que no le debe nada a nadie; merezco igualdad, derechos, el mismo salario y tengo derecho a abortar si quisiera”, explica.
Con sus espectáculos se encargan de transmitir un mensaje distinto, desde las diversas luchas de las mujeres y su propio cuerpo, el ser “masculina”, el VIH, de la comunidad LGBTTTIQ, todo aderezado con la comedia y la sensualidad.
“Todo el tiempo se desborda sensualidad y brillo, eso es lo esencial, es jotito, glamuroso. Cada una tiene su sello, desde algo muy rudo, hasta dulce, algunas andróginas, todas las sensualidades caben en el burlesque, aquí se trata de enamorarse de una misma”, añade.
La esencia de este espectáculo es comprender la importancia de la sensualidad, pero hacia una misma, que se puede ser empática y sorora. Al inicio, para Elisa, fue complicado llegar hasta donde se encuentra ahora de manera profesional, tuvo que pasar y curar varias heridas. Le implicó crecer desde la escena del ballet clásico para tomar, posteriormente, el burlesque como su forma de expresión.
Ya han pasado cinco años desde que se subió a los escenarios para experimentar con este género, ahora, confiesa, puede decir que se siente más segura, se ama con más fuerza, es más empática y ha encontrado en sus compañeras un círculo en el cual confiar, algo que desea transmitir a todo su público.
“Me siento más cómoda con mi personaje, más audaz para hacer otras cosas. Tengo la necesidad de decir, ‘amiga, esto es maravilloso, ven y aunque no lo hagas de manera profesional tienes que hacerlo’, es un proceso hermoso que lo vale. Ahora estoy ahí, me gusta, lo disfruto, en estos años hemos mutado, estamos más empoderadas, hemos avanzado juntas para poder compartir los triunfos y es lindo y sanador”, concluye Elisa Ramos.
Desde la sensualidad
Para Elisa Ramos ser sensual implica estar segura de ti misma, cómoda y aceptando los pasos de la vida.
“No tenemos 20 años y no pasa nada si tenemos estrías, para mí eso es ser sensual, estar cómoda contigo, saber que eso es parte de un proceso, disfrutarlo para llegar allí, pues te hace sentir más poderosa”, opina Elisa Ramos.
En conexión
FB: @BurlesqueMiamor
IG : BurlesqueMiamor