Bullying 24/7

Esta semana, Facebook tuvo que disculparse por una imagen que utilizó uno de sus anunciantes (un sitio Web para conocer mujeres canadienses). Se trataba de una foto de Rehtaeh Parsons, una joven de dicha nacionalidad que se suicidó en abril de este año, después de que compañeros suyos publicaran en esa red social imágenes en las que era violada y recibiera mensajes amenazadores como consecuencia.

Facebook declaró que el uso de esa imagen fue una “violación grave” a sus políticas de publicidad y eliminó el anuncio, además prohibió a la compañía utilizar el sistema en el futuro.

Ana Paulina Valencia Ana Paulina Valencia Publicado el
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43%
de los niños ha sido víctima de bullying en línea
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Esta semana, Facebook tuvo que disculparse por una imagen que utilizó uno de sus anunciantes (un sitio Web para conocer mujeres canadienses). Se trataba de una foto de Rehtaeh Parsons, una joven de dicha nacionalidad que se suicidó en abril de este año, después de que compañeros suyos publicaran en esa red social imágenes en las que era violada y recibiera mensajes amenazadores como consecuencia.

Facebook declaró que el uso de esa imagen fue una “violación grave” a sus políticas de publicidad y eliminó el anuncio, además prohibió a la compañía utilizar el sistema en el futuro.

Pero este no es el único caso que ha vuelto los ojos del mundo hacia el problema del cyberbullying (el acoso a través de medios electrónicos). Recientemente se dio a conocer el suicidio de Rebecca Sedwick.

El lunes 9 de septiembre, la joven no esperó al transporte escolar. En lugar de eso caminó 10 minutos hacia una fábrica abandonada de Cemex en Lakeland, Florida, subió a una torre y saltó de ella.

No era la primera vez que la adolescente de 12 años iba a ese lugar. En ocasiones lo había utilizado para escapar cuando, como consecuencia del acoso de sus compañeros de la escuela, prefería estar sola.

Antes de salir de su casa por última vez, escondió sus libros de la escuela bajo una pila de ropa –para que su mamá no sospechara–, dejó su celular –para que no pudiera localizarla– y cambió su nombre de usuario en Kik Messenger, una aplicación de mensajería, a “That dead girl” (“Esa chica muerta”).

Durante más de un año, Rebecca fue víctima de cyberbullying (ciberacoso) de sus compañeros de la secundaria, quienes le atacaban (por medio de mensajes de texto, apps y redes sociales) diciendo que sería mejor si no estuviera viva.

Estas actitudes la orillaron a saltar de esa torre, aún cuando para llegar a ella tuvo que pasar por encima de zanjas y letreros que prohibían la entrada.

Un mal generalizado

El caso de Rebecca Sedwick no es aislado. Un estudio de Pew Internet Research Center que entrevistó a adolescentes para analizar su experiencia social en plataformas como Facebook, reveló que las niñas de entre 12 y 13 años, como Sedwick, son quienes perciben las actitudes de sus compañeros de manera más negativa. 

Mientras que casi todos los entrevistados tenían experiencias principalmente positivas, una de cada tres jóvenes de la edad de Rebecca expresó que la mayor parte de las personas son crueles en las redes sociales.  Menos del 10 por ciento de los hombres de ese grupo pensó lo mismo.

Una investigación del sitio de activismo DoSomething.org descubrió que 43 por ciento de los niños ha sido acosado en línea y que uno de cada cuatro ha pasado por ello más de una vez. El 88 por ciento de los estudiantes confesó haber sido testigo de comportamiento cruel en línea. Y de ellos, la mayor parte (90 por ciento) dijo haber ignorado la situación.

Más del 80 por ciento declaró que es más fácil cometer bullying sin consecuencias a través de Internet. Las niñas son dos veces más propensas que los hombres a sufrirlo.

Rebecca tampoco es la única víctima que ha decidido terminar con su vida. En menos de un año, más de una decena de jóvenes ha recurrido al suicidio como consecuencia del acoso.

Ciara Pugsley, de 15 años, lo hizo a finales de septiembre del año pasado después de haber sido llamada “fea”, entre otros insultos, en numerosas ocasiones. Erin Gallagher, de 13 años, era molestada por su peso y se quitó la vida en octubre; Shannon, su hermana, dos años mayor, se suicidó menos de dos meses después.

Joshua Unsworth, Anthony Stubbs y Daniel Perry –de 15, 16 y 17 años respectivamente– son prueba de que el cyberbullying no solo afecta a las niñas. En el caso de estos jóvenes, el ataque más frecuente eran frases similares a “No le agradas a nadie” y “Deberías estar muerto”.

Cuando todo no es suficiente

La madre de Rebecca sabía por lo que estaba pasando su hija y, además de su luto, vive con la pregunta de si pudo haber hecho algo más.

Ya había reportado el bullying a las autoridades de la escuela y la había cambiado a una distinta ante la falta de respuesta. Además, canceló la cuenta de Facebook de la joven y cambió su número de teléfono. Incluso la llevó con psicólogos. 

“Todo parecía estar funcionando”, explicó a The New York Times, mencionando que su hija parecía estar contenta en su nueva escuela e iba a hacer audición para entrar al coro y al equipo de porristas..

Pero, en secreto, su hija había comenzado a utilizar otras apps y redes sociales, en las que el acoso comenzó de nuevo. “Nunca había escuchado de ellas”, reveló, “estaba al pendiente de su celular; no tenía razones para pensar que algo estaba pasado, ella seguía riendo y bromeando”.

“Es una cultura completamente nueva”, dijo Denise Marzullo, experta en salud mental y bullying, “esto está pasando en aplicaciones pequeñas que los padres no conocen”.

Armas de doble filo

Redes sociales como ask.fm, Kik, Voxer y Snapchat no son tan mencionadas como Facebook, por ejemplo, así que para los padres de adolescentes es sencillo ignorar su existencia. Sin embargo, en ellas suceden algunos de los casos más graves de ciberacoso.

El primero, un sitio diseñado para responder preguntas hechas por cualquier persona –que puede permanecer anónima–, ha sido escenario de un número alarmante de casos de bullying. Como respuesta se crearon peticiones en línea, que culminaron en la creación de un botón para reportar el acoso y en la compañía contrataron más moderadores para monitorear el buen uso del sitio.

En Snapchat –creado para enviar fotos “fugaces” que desaparecen en un máximo de diez segundos– los jóvenes aprovechan para que no exista evidencia de los mensajes amenazadores que envían, o utilizan trucos para conservar fotos comprometedoras de sus compañeros.

A pesar de lo complejo de mantenerse al día con las redes sociales usadas por los jóvenes, los expertos hacen dos recomendaciones para que sea más fácil identificar si se encuentran en una situación difícil.

La primera es participar en el mundo en que se dan, utilizando las aplicaciones que sus hijos frecuentan. De esta manera se pueden identificar posibles escenarios de mal uso.

La segunda es iniciar un diálogo preventivo, en el que se les explique que las personas se sienten más valientes comunicándose a través de una pantalla. Dejando claro que este comportamiento es inaceptable. De esta forma, explican, se sentirán más cómodos acercándose a sus padres si son víctimas de acoso.

Una víctima más
El caso de Rehtaeh Parsons

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