Borrón ‘sin cuenta nueva’

No desconcierta. Ahí está ese usuario que de un día para otro decidió desactivar su cuenta de Facebook. Tras un par de días, semanas, meses o quizá un año de ausencia, está de visita nuevamente en la red social. 

Después, vuelve a “tomarse” un tiempo y regresa de nuevo, como si la entrada a este sitio se tratara de un mal hábito que cuesta dejar atrás. 

Pero también están los casos de personas que toman la decisión de abandonar esta red social de forma definitiva. Nada de visitas “rápidas” o esporádicas, ni “descansos” temporales.  Y lo cumplen. 

Eugenia Rodríguez Eugenia Rodríguez Publicado el
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Según el estudio, las personas que abandonan Facebook tienen niveles más altos de adicción a Internet y son más escrupulosos con la privacidad
http://www.youtube.com/watch?v=C9tA2LgC33I

No desconcierta. Ahí está ese usuario que de un día para otro decidió desactivar su cuenta de Facebook. Tras un par de días, semanas, meses o quizá un año de ausencia, está de visita nuevamente en la red social. 

Después, vuelve a “tomarse” un tiempo y regresa de nuevo, como si la entrada a este sitio se tratara de un mal hábito que cuesta dejar atrás. 

Pero también están los casos de personas que toman la decisión de abandonar esta red social de forma definitiva. Nada de visitas “rápidas” o esporádicas, ni “descansos” temporales.  Y lo cumplen. 

Se trata de aquellos que “dejan su vida social en línea”,  cometiendo un “suicidio de identidad virtual”, señala Stefan Stieger, de la Escuela de Psicología de la Universidad de Viena, en Austria, en un estudio publicado este mes en la revista científica Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking. 

Stieger alude a este “suicidio de identidad virtual” como un movimiento contracultural que ha cobrado auge entre los usuarios de las redes sociales en la actualidad. 

A fines del mes pasado, Wired publicó los detalles de justdelete.me, una nueva herramienta en línea que permite a los usuarios darse de baja de sitios Web populares, servicios de Internet y redes sociales, tales como Facebook, Twitter, Spotify, Skype, Path, iTunes, LinkedIn, entre otros. 

La herramienta, desarrollada por Robb Lewis, programador y estudiante de Tecnologías Web en la Universidad de Portsmouth, fue diseñada en un formato que asemeja a un directorio o agenda, con los enlaces directos para darse de baja rápidamente de un sitio en particular –cada uno con su grado de complejidad–, lo que facilita el proceso de cancelación de la cuenta del usuario. 

Con esta aplicación, el internauta llega de forma directa a ese enlace que le permite borrar –y no solo “desactivar” temporalmente– de forma sencilla y práctica su cuenta en Facebook. 

Así, el usuario evita tener que seguir pasos que solamente hacen más lento el proceso de eliminación de los datos.

Éxodo por inseguridad

En el estudio, Stefan Stieger y sus colegas señalaron que “el motivo detrás de este fenómeno de suicidio de identidad virtual no es muy claro, en gran parte”.

Y citaron evidencia que demuestra que las redes sociales se prestan para dar pie a nuevas formas de acoso y que estas plataformas digitales pueden afectar la evaluación de los candidatos a un puesto de empleo. 

Estos, por ejemplo, son algunos aspectos negativos de las redes sociales que, especulan los investigadores, pueden llegar a ejercer cierta influencia para que se cometa el suicidio virtual.

Para conocer qué hay detrás de las personas que deciden abandonar Facebook y qué diferencia a estas de las que se mantienen miembros de Facebook, los investigadores reclutaron a individuos de ambos grupos y les aplicaron tres cuestionarios que analizaban las preocupaciones con la privacidad, tendencias a la adicción a Internet y características de diferentes tipos de personalidad.

“Para complementar la descripción de los suicidios virtuales”, se les solicitó a los exusuarios de Facebook que contestaran una pregunta abierta que directamente les pedía informar cuáles fueron sus razones por abandonar la red social.

En el estudio participaron 310 personas que eliminaron su cuenta de Facebook –71.5 por ciento eran hombres, con edad promedio de 31 años– y 321 usuarios de la red social –70.5 eran mujeres, cuya edad rondaba los 24 años–. 

Se encontró que, comparados con los usuarios de Facebook, quienes decidieron quedar fuera del radar de esta red social tuvieron mayores preocupaciones con la privacidad, obtuvieron puntuaciones de adicción a Internet más elevadas y eran más escrupulosos que el resto.

Los investigadores reportaron que la preocupación de los usuarios sobre la privacidad fue el motivo principal que llevó a las personas a eliminar su identidad en Facebook (43 por ciento), seguido por una insatisfacción general con esta red social (13.5; cambios en el diseño, pérdida de tiempo). 

A todo esto le siguieron aspectos negativos de los amigos en línea (12.6; conversaciones banales, presión social por agregar amigos, sentirse forzados a comunicarse, amistades falsas) y la sensación de estarse volviendo adicto a la red (6; invertir mucho tiempo en su uso). 

Los autores aclaran que los usuarios eliminan, por lo general, únicamente una de las cuentas en redes sociales, y que permanecen activos en el resto de sus interacciones sociales en línea.

¿Existe un punto medio?

Parece que tirar todo por la borda es la cura infalible contra la “insatisfacción general” del modus operandi de Facebook y, sobre todo, contra las inquietudes del usuario respecto a su privacidad. La salida es fácil: dejar la red social. 

Así lo sintetizaron los académicos Woodrow Hartzog, del Centro para la Sociedad e Internet de la Escuela de Leyes de Stanford, y Evan Selinger, docente de filosofía del Instituto de Tecnología de Rochester, en un artículo publicado en febrero de este año en The Atlantic:

“Conclusión: deja de compenetrarte (en Facebook) y comienza a desertar si sospechas que la cultura del oversharing,  el narcisismo digital y, con mayor razón, considera el hecho de que las ganancias que obtienen las compañías ávidas de un gran volumen de datos, aventajarán las configuraciones de privacidad”. 

Para Hartzog y Selinger existe una serie de problemas al “conceptualizar el dilema que tiene el usuario de las redes sociales como una versión de ‘si no puedes soportar el calor, sal de la cocina’”. 

Argumentan que abandonar cada tecnología social que amenaza la privacidad se traduce en una conducta a través de la cual justificamos la interminable estrategia de “ámalo o déjalo”, que nos exenta de resolver la compleja pregunta de si es posible encontrar en línea un balance satisfactorio entre la protección y la publicidad. 

Además, aseguran, “abandonar la Web social no es un remedio infalible. La eficacia de dejar las redes sociales puede ser cuestionada cuando otros tienen la libertad de compartir información sobre ti en una plataforma mucho tiempo después de tu partida”. 

Otro de los problemas con el acto de “irte si no eres feliz”, escribieron los académicos, es que se trata de una decisión “demasiado individualista”. 

Se cuestionaron sobre qué pasaría si una gran masa de usuarios abandonara su presencia en la Web, es decir, si ocurriera un “apagón de las redes sociales”. 

“¿Qué les pasaría a aquellos que luchan, a los solitarios, a los curiosos, a los solidarios y a los que trabajan en equipo si la Web social se oscureciera?” Y cuestionaron qué consecuencias traería esto para la juventud y, de hecho, para el resto de nosotros, cuya identidad y creencias están conformadas por la experiencia en línea?”

Aclararon que su intención no es disuadir a los usuarios de ejercer su derecho de abandonar las redes sociales si no están cómodos con las mismas. 

Además, dejaron en claro que las opciones de un usuario no se tienen que reducir a tener que abandonar una tecnología social o lidiar con la misma, ya que “existe un término medio entre la reclusión y la amplia publicidad”. 

El costo social de abandonar las redes sociales, sostienen, es que “perderemos oportunidad para la autoexpresión, el crecimiento personal, el aprendizaje, el apoyo y el intercambio cívico”.

No al ‘rastreo’ de información

Una encuesta de consumo realizada por la firma de análisis Ovum, y cuyos resultados fueron dados a conocer en febrero de este año, reveló que 68 por ciento de usuarios de Internet, de 11 países, escogería la opción “no rastrear” (DNT, en inglés) si esta fuera de fácil acceso. Y solo 14 por ciento cree que las empresas en la Red son honestas acerca del uso que hacen de los datos personales de los internautas.

68% encuestados escogería la opción “No rastrear” si fuera posible

14% encuestados cree que las empresas en la Red son honestas

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