Bitácora por la paz

Tal como si se tratara de bitácoras viajeras, así es la obra más reciente del periodista Diego Osorno, “Contra Estados Unidos. Crónicas desamparadas”, publicada por la editorial oaxaqueña Almadía, presentada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

En el libro, el periodista describe lo que sucedió del 12 de agosto al 12 de septiembre del 2012, tiempo en el que la Caravana por la Paz, encabezada por Javier Sicilia, cruzó de costa a costa Estados Unidos (EU) y realizó diversas manifestaciones.

Víctor Fernández Víctor Fernández Publicado el
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Tal como si se tratara de bitácoras viajeras, así es la obra más reciente del periodista Diego Osorno, “Contra Estados Unidos. Crónicas desamparadas”, publicada por la editorial oaxaqueña Almadía, presentada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

En el libro, el periodista describe lo que sucedió del 12 de agosto al 12 de septiembre del 2012, tiempo en el que la Caravana por la Paz, encabezada por Javier Sicilia, cruzó de costa a costa Estados Unidos (EU) y realizó diversas manifestaciones.

En esa peregrinación, se pretendía visibilizar a las víctimas propiciadas por las políticas de dicho país. 

En entrevista para Reporte Indigo, Osorno habló acerca de “Contra Estados Unidos. Crónicas desamparadas”, la Guerra contra el Narco y de lo que significó para él acompañar a las personas durante ese viaje “por la paz”.

”Contra Estados Unidos…” es una crónica del viaje que hicieron por Estados Unidos en el 2012, alrededor de 100 personas la mayoría de ellas víctimas de lo que hemos llamado la Guerra contra el Narco en México. 

Quienes con esta hazaña casi épica tenían la intención de seguir visibilizando sus casos personales, sus tragedias, de seguir buscando a sus desaparecidos, de seguir pidiendo justicia por sus muertos y también de reclamar el papel que tiene el gobierno de Estados Unidos, del desastre que ha vivido México en los últimos años, en buena medida atribuido a la dinámica con el narco que comparte con EU.

Este libro hace un relato diario del viaje y de todas las historias de las personas que lo emprendieron.

Osorno señaló que “va intercalada, digamos esta bitácora o este viaje con una serie de conversaciones que voy sosteniendo con Javier Sicilia, el poeta que lidera este movimiento. En esas conversaciones hablamos de Bob Dylan, hablamos de la religión, hablamos de la muerte, de la oración. Hablamos de muchos otros temas que no necesariamente están ligados directamente a la demanda del movimiento por la paz”.

Diego agregó que con esta bitácora plantea “que la acción de cruzar a Estados Unidos, cruzar el Río Bravo e ir a lo largo de 26 pueblos y ciudades, protestando, incluso en oficinas de la DEA, del FBI, en bancos estadounidenses, en ferias de armas, en ese sentido estamos ante un acontecimiento que me parece radical. No es nuevo este discurso crítico latinoamericano  hacia la injerencia de EU en nuestros asuntos, pero sí me parece que es la primera vez en la que un grupo de agredidos, de agraviados  van y están pueblo por pueblo, a lo largo de un mes, cuestionando y reclamando precisamente esta injerencia”. 

Y es que en ese sentido, a Osorno le parece “que es un acto radical, porque  no es algo que políticamente se haga, de hecho a una buena parte de los miembros de la caravana, la idea de Javier Sicilia, les pareció desde un principio una completa desmesura e incluso al final fue una desmesura, solo que una desmesura que me parece que tiene un poder simbólico muy importante que será valorado con el tiempo”. 

Dentro del libro, Osorno propone a Sicilia como la figura que se contrapone a Felipe Calderón y a su Guerra contra el Narco, en una especie de duelo entre el político y el poeta. 

Y mencionó que “hay un desafío pues, muy literario, estamos hablando de un presidente que se viste de general al primer mes de tomar posesión y que le gusta fotografiarse rodeado de soldados, que viste a sus hijos, en las efemérides nacionales, de soldados y de repente surge en el horizonte la figura del poeta, y a parte un poeta religioso, como es Javier Sicilia”.

Además, el periodista regiomontano consideró “muy importante la aportación que hizo Movimiento por la Paz precisamente contra esa narrativa que estaba predominando precisamente, de que todos los muertos eran narcos o que en algo andaban, que venía impulsada desde el ala militar… Aparece Javier Sicilia después de la muerte de su hijo Juanelo, convirtiendo su duelo personal en un duelo colectivo y mostrándole al país las víctimas, mostrándole las historias de este dolor que estaba desparramándose  por el país al igual que la violencia”.

En cuestión a la conexión entre el Movimiento por la Paz y este nuevo clamor por justicia a raíz de la desaparición de los 43 normalistas desaparecidos en Ayotzinapa, Osorno comentó.

“El Movimiento por la Paz visibilizó a las víctimas, tocó el corazón del país. Ahora los padres y madres de los muchachos de Ayotzinapa desaparecidos, han logrado en estos dos meses y algunos días, de demanda, de lucha, visibilizar o por lo menos señalar a los victimarios, o sea, hay una comunicación y un avance en cierta forma en el proceso que está viviendo país para detener esta barbarie”. 

Y agregó que “los padres y madres de Ayotzinapa están señalando al Estado como responsable, esa consigna requiere de una elaboración muy compleja, muy larga y me parece muy interesante porque precisamente ahora estamos discutiendo lo que es el Estado… creo que está quedando claro que este movimiento de padres está llegando al pensamiento crítico o a la mente del país, y el Movimiento por la Paz hizo el camino previo para hacer esta ruta.

En referencia a este tema, Diego cree que el siguiente paso a seguir es que “detengamos de una vez por todas este proceso de degradación, de barbarie. Llevamos ocho años sumidos  en esta espiral de violencia… Yo esperaría que este movimiento de padres y madre de Ayotzinapa ayude a detener la barbarie, o cuando menos a contener la barbarie”.

Diego Osorno comentó que le gustaría que el lector terminara con una cara que refleje esperanza, al  finalizar de enfrentarse a su obra literaria.

Lo cual a primera vista parece una tarea ambiciosa pero no imposible. Y es que un libro que recoge con tanto ahínco y ternura los hechos e historias de un mes que bien pudo haber sido una vida, sin dejar de salpicar con la crítica más corrosiva a las políticas públicas que siguen dejando a su paso estela de sangre, puede hacer que más de un lector sienta una conexión con el otro, el que sufrió o sigue sufriendo. 

Al final se antoja aquel aforismo de Pessoa que reza: “Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos. Por que, al final este libro es justamente eso, un viaje”.

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