Bienvenido, Spotify
Hasta hace dos o tres años, Spotify era uno de los secretos mejor guardados por los afortunados mexicanos radicados –o de viaje– en Europa. Fuera del Reino Unido, Francia, España, Holanda, Noruega, Finlandia o Suecia, en teoría el servicio no podía ser utilizado.
La espera terminó. Ayer Coca-Cola preestrenó por fin el servicio de streaming en México.
Juan Antonio ZertucheHasta hace dos o tres años, Spotify era uno de los secretos mejor guardados por los afortunados mexicanos radicados –o de viaje– en Europa. Fuera del Reino Unido, Francia, España, Holanda, Noruega, Finlandia o Suecia, en teoría el servicio no podía ser utilizado.
La espera terminó. Ayer Coca-Cola preestrenó por fin el servicio de streaming en México.
¿Estamos listos para usar Spotify? La respuesta corta es sí. Incluso ya había usuarios mexicanos que, en un acto de desesperación, se valieron de trucos –tales como esconder la dirección de IP– para permitir la descarga y el uso de Spotify, el popular servicio de música en streaming con más de 22 millones de canciones gratuitas.
Según el más reciente Estudio de Comercio Electrónico en México, presentado por la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), se duplicó el número de personas que respondieron que sí habían adquirido música o películas en línea: en 2011, el 16 por ciento de los internautas mexicanos encuestados respondieron que habían comprado alguna vez, mientras que en 2012 esa respuesta se elevó al 37 por ciento.
Además, el informe de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI) coloca a México entre los países que han crecido más desde 2008: “Los mercados emergentes están ayudando a impulsar la recuperación de la industria de la música. Brasil, India y México han experimentado un crecimiento del 24, 42 y 17 por ciento, respectivamente, desde 2008”.
Con este panorama, era solo cuestión de tiempo para ver el arribo de Spotify a México. Habrá que esperar para ver cuál será el modelo de suscripción en nuestro país, sus costos y su alcance. En Estados Unidos, por 4.99 dólares al mes Spotify ofrece el servicio “ilimitado” que permite escuchar sin interrupciones de comerciales las millones de canciones disponibles; y por 9.99 dólares al mes se puede obtener el servicio “premium” que permite la portabilidad de las canciones a través de todos tus dispositivos.
Un largo camino
La aplicación fue lanzada al público europeo en octubre de 2008 bajo una simple pero complicada idea: “Ayudar a la gente a que pueda escuchar cualquier música que quiera, cuando quieran y donde quieran”.
Desde Estocolmo, en Suecia, el equipo fundado por Daniel Ek comenzó a tejer las alianzas necesarias con las compañías discográficas para poder ofrecer un buen catálogo de canciones que permitiera cumplir con el objeto principal.
Spotify es uno de los servicios que comandan la tercera gran revolución de los hábitos de escuchar música. Los formatos físicos (vinilos, casetes y CD) dominaron buena parte del siglo anterior la manera en que se distribuía la música grabada, hasta que la era digital permitió comprimir los tracks en un nuevo formato (.MP3) descargable.
Napster cambió el panorama de la industria al abrir la caja de pandora del intercambio de archivos entre usuarios o como la industria prefiere llamar, piratería en línea. Después Steve Jobs irrumpió en escena al crear la tienda –virtual– de música más grande del mundo: iTunes.
Del formato físico transitamos abruptamente a las descargas legales e ilegales de archivos que ocupaban espacio de nuestro disco duro. La aventura de ir a descubrir nueva música en los establecimientos físicos –también conocidos como tiendas de discos– fue sustituida por la tortura de descargar archivos “pesados” en una era en la que la velocidad de la conexión no era un aliado.
Pero a medida que la velocidad de conexión alcanzó los niveles necesarios para que los elementos multimedia pudieran ser consumidos por el usuario en una “corriente continua (sin interrupción)”, un proceso que es mejor conocido como streaming, se abrió todo un nuevo campo fértil de servicios de entretenimiento en línea.
La comodidad del “play”
¿Cómo acostumbras escuchar música actualmente? Quizá eres uno de esos raros especímenes –en vías de extinción en las nuevas generaciones– que mantiene actualizada una colección de formatos físicos adquiridos a lo largo de tu vida.
Aunque los compradores de CD y vinilos todavía representan en tamaño a la mayor parte de los ingresos que obtiene la industria de la música grabada, desde la llegada de la música en formato digital esa tendencia ha ido a la baja. El hábito de escuchar música ha cambiado radicalmente en la última década.
Tan solo de 2011 a 2012, el ingreso global por concepto de venta de CD y vinilos bajó un 5 por ciento: de 9.9 mil millones a 9.4 mil millones de dólares, según IFPI.
En cambio, los ingresos obtenidos por concepto de servicios digitales van en aumento. En 2012 alcanzó los 5.8 mil millones de dólares, de los cuales el 20 por ciento proviene de las suscripciones de paga a los servicios de música en streaming.
En el Reino Unido, por ejemplo, la transición es más pronunciada: las regalías que los músicos obtienen de los servicios digitales sobrepasó por primera vez en la historia al de los ingresos que obtienen por concepto de licencias a las estaciones de radio tradicionales, según dio a conocer la Performing Rights Society (PRS), la organización encargada de gestionar los derechos de las obras musicales.
Según PRS, la principal fuente de ingresos de los músicos británicos ahora proviene de los servicios digitales tales como la venta de canciones en iTunes y servicios de streaming como Spotify.
Una tendencia que se ve reflejada también a nivel global. Según el más reciente informe de la IFPI, YouTube y Spotify se colocaron como las fuentes de ingreso de más rápido crecimiento para la industria mundial de la música grabada en 2012.
Y es que para los consumidores que no tienen problemas adaptarse a la ola digital, no hay como la comodidad de tener toda la música disponible a un click de distancia (“cuando quieran y donde quieran”).
Hoy, parece imposible pensar en Internet de alta velocidad sin servicios como Netflix, YouTube y Spotify, pilares del entretenimiento en línea.