Para Ernesto Solís Winkler, maestro en Historia por la Universidad Autónoma del Estado de México, una característica de la Historia oficialista consiste en dividir a héroes y villanos, se le conoce también como la “historia de bronce”, con sus estatuas de mármol perfectas. Y, quizá, la vida de Benito Juárez ha sido una de las más narradas, desde su origen humilde al nacer en Guelatao de Juárez en 1806, hasta ser reconocido como uno de los más destacados personajes del México independiente.
“Juárez fue una figura polémica en su tiempo, durante el Porfiriato el historiador Francisco Bulnes le hizo un ataque, tanto por su relación con Estados Unidos, como durante el Imperio; han habido voces críticas hacia su figura y, en realidad, creo es de los héroes más acartonados”, relata Solís Winkler a Reporte Índigo.
A 150 años de su fallecimiento, la vida del “Benemérito de las Américas” continúa siendo motivo de estudio, pues más allá de su legado y de ser uno de los personajes que ha marcado el rumbo de México de los últimos 200 años, también fue muy controvertido durante su época.
Una historia de claroscuros
El 14 de diciembre de 1859, durante el gobierno liberal presidido por Benito Juárez, se firmó, en el Puerto de Veracruz, México, el Tratado McLane-Ocampo, el cual le daba a Estados Unidos la concesión del paso militar por Baja California y el Istmo de Tehuantepec.
“El tratado no se ratificó por parte de los Estados Unidos, pero siempre fue una mancha sobre el gobierno liberal y en especial sobre Juárez”, explica el historiador.
Otro hecho polémico fue cuando Juárez ordenó el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo, pues lo consideraba un obstáculo durante su mandato.
“Maximiliano era un liberal moderado y una de las cosas que hizo, para disgusto de los conservadores, fue ratificar las Leyes de Reforma, excepto la Ley Lerdo, un hombre que viene de fuera da una perspectiva que Juárez no tuvo, en el sentido de que los liberales creían que la propiedad privada era el impulso de la economía y de la igualdad, lo que no sucede, porque durante su mandato se da el inicio de la monopolización de grandes latifundios”, explica.
De acuerdo con Solís Winkler, Maximiliano fue capaz de ver el conflicto de las comunidades indígenas al no ratificar la Ley Lerdo, hecho con el que, paradójicamente, obtuvo su apoyo, algo que Juárez no logró.
Finalmente, el emperador murió en el Cerro de las Campanas en 1867, junto con Miguel Miramón y Tomás Mejía, general otomí que lo apoyó.
“No quiere decir que Juárez se avergonzara de ser indígena, o tuviera algo contra, él había sido el ejemplo de la persona que gracias a la educación logró superar su pobreza, él pensó que ese era el camino”, abunda.
Pero, a decir de Solís Winkler, los años posteriores fueron aún más controversiales. Benito Juárez compitió por la reelección, y se hizo de la presidencia durante 14 años.
“Decían sus contemporáneos que quería perpetuarse en el poder; fue un hombre que desde chico había visto cómo la Guerra Civil había destruido al país, cómo Yucatán se había separado en 1847 del país, en la Guerra de Reforma.
“Es lógico, no quiso dejar estos poderes presidencialistas, casi dictatoriales, por la guerra. Empieza a tratar de debilitar en parte este federalismo que establece la Constitución del 1857 y, de alguna manera, es el molde que va a seguir Porfirio Díaz, de un federalismo, en teoría y en la Constitución, pero en la práctica se convertiría en un centralismo”, explica.
El legado de Benito Juárez
Al hablar de Benito Juárez no se puede dejar de lado su legado, el cual tiene que ver con el triunfo del Partido Liberal de 1830.
Estableció las bases sobre las que se fundamenta el Estado laico y la República Federal en México.
“Es el único presidente indígena, de toda América Latina, todos eran caudillos, gobernadores criollos o mestizos, sí es un aspecto importante decir que viene de una extracción humilde, alguien que gracias a la educación va a integrarse a este mundo de las ideas liberales y de la lucha política”, precisa.
El expresidente adoptó los ideales del liberalismo europeo, pues estaba convencido de que gracias a la educación se podía superar la pobreza. Logró integrarse y creía que ese era el camino.
“Promovió la educación pública, las escuelas Normales, de artes y oficios. Tampoco debemos pensar, y no es que culpemos a Juárez, porque era la época que le tocó vivir, que por ser un presidente indígena era alguien que tuvo la visión de una cultura bilingüe y bicultural, eso no existía en el siglo XIX, la idea era que los indígenas aprendieran español, se entregaran al mundo dominante y a través de la educación superaran su condición indígena”, abunda.
Por ello, el historiador considera que no se le puede atribuir un indigenismo, pues no existía en aquel siglo, el concepto aparece hasta los años 40 del siglo XX.
Más allá de lo que por años ha promovido la educación básica, Ernesto Solís invita a hacer una lectura global sobre ésta y otras figuras clave de México, así como a no hacer divisiones entre los buenos y los malos.
El historiador concluye que Benito Juárez, más allá de su puesto político, fue un hombre perseverante, que se educó. Hablaba zapoteca, español, latín, inglés y francés, apreciaba la cultura y la educación.
“Nos enseñan desde la primaria sus anécdotas de niñez, como el pastorcito que tocaba la flauta y que en una ocasión, por perseguir a una oveja al río estuvo a punto de perder la vida, pero hay que comprender que todas estas anécdotas, no es que sean falsas, son una cuestión de tradición para reforzar los valores a través de las figuras históricas”, reflexiona.
“El Benemérito de las Américas”
El historiador recalca que no fue un título otorgado por los mexicanos, primero fue el Congreso de Colombia y luego el de República Dominicana, cuando triunfa tras la llamada Invasión Francesa.
“Pese a que todos los países obtuvieron su independencia entre 1821 y 1822, igual que México, no la tenían asegurada. Centroamérica sufrió invasiones constantes de Estados Unidos, guerras civiles, por eso esta fortaleza de Juárez, de luchar contra la Intervención y salir victorioso, algo que le reconocen otros países de América Latina”, aclara.