La vida en las calles se enfrenta andando con la clika, rimando con los homies, armando la gresca con quien se atraviesa y sacando la fusca para que la gente entienda, porque el plomo calla hasta los vatos más bravos; nadie sobrevive a la furia del cuete. Así transitan los personajes de Barrio lento, de Rafael Ferrer, autor oriundo de San Francisco de Campeche, que gusta de lo gore, el verso pelado, sin filtros y hablándose derecho.
Desde hace años, confiesa Ferrer, venía trabajando esta idea, la de una narrativa que sacara el mejor folclor de la calle en una ficción que rebasara el tránsito de lo ordinario, así fue como después de un año de escritura constante salió Barrio lento, libro que describe un escenario común para toda una subcultura marginada en México y Latinoamérica.
Con un cintillo que dice “El libro que Michel Franco no quiere que leas”, el escritor se mofa de cómo es que el clasismo pretende ser la punta de la pirámide que domina a la sociedad, lo cual es completamente a la inversa en la realidad mexicana, ya que son más los que vienen desde abajo, los que pretenden ser ignorados y que sostienen la economía del país en vías de desarrollo.
Barrio lento, que se encuentra ya disponible en formato físico gracias a la editorial independiente Dharma Books, contó con un tiraje de mil ejemplares en su primera edición
“Los medios han acusado a este director de cine de ver el mundo desde una perspectiva muy clasista, en cuando a descripción de arriba hacia abajo, y yo podría decir que lo estoy viendo, con un sistema clasista, que sí existe, pero lo estoy viendo de abajo hacia arriba, al final nuestras miradas tienen que chocar y cuando choquen, tal vez ahí diga Michel Franco ‘no, esto nadie lo debe de leer’”, comenta Ferrer, en entrevista con Reporte Índigo.
En Barrio lento, los enfrentamientos entre pandilleros son constantes y las disputas por imponer la ley del más fuerte se dan a balazos entre berettas y metralletas, por lo que podría parecer que esta es una exhaltación hacia la violencia; sin embargo, Ferrer defiende que el Estado y la sociedad, como una misma, han propiciado el crimen que se ve reflejado en la cultura y el arte.
“¿Quién se aprovecha de quién? Entonces, desde mi particular punto de vista, el Estado se aprovecha de la sociedad y la sociedad cree aprovecharse del Estado, porque este le da las herramientas de la corrupción, y al fomentar la misma en la sociedad, a nivel individual, la utiliza y acepta comportamientos criminales”, expresa el autor.
Aunque el escritor insiste en que el libro es una reinterpretación de lo que ya se ha visto en el cine y cómics, ahora lo trae a un terreno serio y dándole a lo urbano y criminal un cariz de seriedad.
Barrio lento, que se encuentra ya disponible en formato físico gracias a la editorial independiente Dharma Books, contó con un tiraje de mil ejemplares en su primera edición.
Evolución en el rap, presente en Barrio Lento
La subcultura del hip hop es un actor silente de Barrio lento, ya que está ahí, en cada página, por lo que al cuestionarle si extraña a los raperos del siglo XX, como WuTang Clan, Cypress Hill o Beastie Boys, Ferrer indica que sí hay cierta nostalgia, porque falta ese pensamiento crítico y estridente que se daba en las calles, y llegaba hasta el estudio de grabación.
“Sí se extraña y es parte del proceso, porque el rap poderoso viene del Harlem violento, ahí viene la lucha contestataria. Un rapero siempre ha sido un guerrero en contra del sistema, el freestyle es una batalla en diálogo, y se gana con el ingenio, eso es lo maravilloso del rap y de lo que yo quería plasmar en Barrio lento, que sea el pensamiento lo que avasalle y confronte”, se sincera.
Actualmente, reconoce el autor, existe un cambio en el género musical, que también es respetable, solo que ya las andanzas de los homies y la calle fueron cambiadas por la gran vida que se dan los raperos al haber llegado a la fama, por lo que el discurso ha cambiado radicalmente.
“Eso es lo que ha pasado en el rap; sin embargo, musicalmente creo que aporta mucho, yo en lo personal soy un gran admirador de Kanye West, me parece genial su música; de Kendrick Lamar, me parecen excelentes raperos, son fantásticos, pero hay algo que es interesante, que esta situación que se dio en Harlem se da ahora exactamente en Latinoamérica y es de estos raperos latinos, sobre todo mexicanos, de los cuales me nutrí para el libro, porque hay rebelión y anarquía”, puntualiza.
El cyberpunk que no llegó
Cuando Blade Runner salió en 1982 en cines, pronosticaba que en Los Ángeles, Estados Unidos, de 2019, la mezcla interracial crearía una macro cultura sin fronteras de lenguaje y etnias, por lo que latinos, asiáticos y anglosajones, entre otros, convivían por igual y mezclando los idiomas.
Llegó el 2021 y nada de eso se cumplió, ni si quiera existen androides parecidos a los humanos a la perfección, por lo que Ferrer hace un retrato narrativo de cómo sí llegó una agreste sociedad que utiliza drones, se defiende de la violencia con armas de fuego y hasta katanas, así que considera que su nuevo volumen tiene pinceladas de este género de ciencia ficción acuñado en los 80.
“Los elementos en la novela están, hay lo cibernético, que son la causa y el origen de todo esto, y tenemos la rebeldía, el punk, y también ingredientes muy Blade Runner, donde nos preguntamos ‘¿hacia dónde se ha dirigido esta sociedad?’ No sabemos si va a suceder una lluvia ácida más adelante o qué tan mal vamos a estar”, reflexiona el escritor.
Además, observa que en la actualidad, no se estará viviendo el cyberpunk como en la ficción, pero sí ocurrirá un terrorismo electrónico que mantendrá a la gente a flor de piel todos los días, sobre todo con la pandemia en curso.