Como editora en jefe de la revista Expansión y luego como directora de todas las revistas femeninas del grupo, Bárbara Anderson vivía a mil por hora, con agendas repletas y una vida milimétricamente planeada, hasta que nació su primer hijo, Lucca, con parálisis cerebral.
A partir de ese día, su vida cambió para siempre. Dejó de ser la profesional obsesionada con el trabajo y con matarse para llegar a los resultados. Soltó el control.
Sin saberlo, el nacimiento de su hijo le hizo desarrollar habilidades que hoy, en medio de la pandemia, la ayudan a adaptarse mejor y salir adelante.
“Cuando tienes alguien con una discapacidad, las cosas siempre cambian: o tiene un ataque de epilepsia o tienes que internarlo, se enfermó… hay mil otras variables que no puedes manejar. Cuando no lo puedes manejar, hay que vivir con lo que hay. Y eso, la verdad es una excelente recomendación para esta época de contingencia.”
Frente a muchas personas que se quejan demasiado o que hablan demasiado de lo que van a hacer, ella los invita mejor a actuar. “La frase que yo siempre uso es: Pesa más un gramo de hacer que un kilo de decir. Porque la gente dice y dice, y opina, y no hacen nada. Pero un gramo de la gente que verdaderamente hace, la gente que se arremanga, que ayuda, que colabora, que pone su creatividad y su pasión en lo que sabe hacer, es muchísimo más importante que una tonelada de decir.”