Quienes adelgazan a pesar de no haber modificado sus hábitos y su estilo de vida comúnmente dicen que “les cambió el metabolismo”. Pero quizá lo que en realidad cambió fue la composición de alguno(s) de los miles de millones de microbios que habitan en su intestino.
El campo emergente del estudio del microbioma humano apunta a que las bacterias intestinales no solo juegan un papel clave en las enfermedades infecciosas o en el llamado Síndrome del Intestino Irritable, sino que también pueden influir en la obesidad.
Hasta ahora, la mayoría de la evidencia sobre el tema ha sido arrojada de estudios realizados con ratones. Pero ensayos clínicos con humanos ya demostraron que ciertos tipos de bacterias en el intestino están asociadas con la pérdida o el aumento de peso.
En un estudio cuyos resultados fueron publicados en la revista científica Microbiology Ecology, un equipo de investigadores de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, en China, evaluó el peso de 93 personas obesas durante varios meses.
Además de llevar una dieta balanceada, las personas fueron alimentadas con suplementos que promueven e inhiben el crecimiento de bacterias “buenas” y “malas”, respectivamente.
Se observó que el promedio del Índice de Masa Corporal (IMC) de los participantes cayó de 32 a 29.3 por ciento. Un voluntario con obesidad mórbida perdió 30.1 kilos en nueve semanas, y 51.4 kilos después de 23 semanas de someterse a una dieta compuesta de granos enteros, medicina tradicional china y prebióticos.
Según explicó a la BBC Zhao Liping, autor del estudio, los altos niveles de las “enterobacterias”, que producen toxinas en el intestino, pueden causar resistencia a la insulina, lo que hace que una persona tenga que comer grandes cantidades de un alimento para poder sentirse satisfecha.
Pero los investigadores aclaran que “la naturaleza controlada de este estudio no permite inferir que todos los efectos descritos se deben a la manipulación de la flora intestinal”.
Mientras que David Weinkove, de la Escuela de Ciencias Biológicas y Biomédicas de la Universidad de Durham, comentó que el estudio no demuestra a ciencia cierta si el cambio de las bacterias es lo que causa la pérdida de peso o si solo guarda alguna relación.