Así se vive siete veces adiós, musical sobre las relaciones
Los actores y cantantes explican qué los convenció para formar parte de este proyecto creado por Alan Estrada. Sus momentos favoritos, triunfos y cansancios son algunos de los detalles que comparten
José Pablo Espíndola“Me curé, curé un momento de mi vida a través de ustedes”, “les creo todo, todo lo que dicen”, “oigan, amigos, me ahorraron la terapia, gracias” o “amigos, gracias, me mandaron a terapia”, son algunos de los comentarios que han recibido del público los actores Fernanda Castillo, Gustavo Egelhaaf y César Enríquez, por su participación en el musical Siete veces adiós.
Sobre el escenario, Castillo y Egelhaaf interpretan a “Ella” y “Él” para hablar sobre las relaciones del siglo XXI y cuestionar el concepto romántico, del amor perfecto. Enríquez, por su parte, le da vida a “Lamore”, una representación del amor que narra la historia para unir los dos universos que existen en la obra.
Y es que Siete veces adiós no es un musical convencional, porque los protagonistas no cantan ni hay un ensamble de actores. Aquí se viven dos universos paralelos: el de los músicos y el de los protagonistas, que entrelazados crean una historia.
“Es cero convencional y es una gran oportunidad para la gente que no le gusta el teatro musical, porque dice que se la pasan cantando de todo y aquí es justamente lo que está pasando en la historia, como si escucharas el soundtrack de una película”, explica Diego Medel, quien es uno de los cantantes del musical.
Además de los tres actores, hay músicos completamente en vivo: un piano, dos guitarras, una bajo, una batería, una chelista y cuatro cantantes.
“Me encanta cantar, lo hago muy mal, a diferencia de mis compañeros, que lo hacen muy bien, pero me fascinó la idea de poder estar al fin en un musical sin necesidad de tener que cantar, porque de otra manera no hubiera estado, así que me emocionó muchísimo. Ha sido una experiencia bastante distinta”, comenta Egelhaaf.
Gustavo confiesa que el texto fue lo primero que lo enamoró de este proyecto, cuando lo leyó estaba convencido de que así debería ser su regreso a los escenarios, ya que tenía más de seis años de no hacer teatro.
“Tenía años esperando una obra de teatro para regresar y decía ‘va a llegar el proyecto correcto para mí, para poderlo hacer, para convencerme’, y así llegó Siete veces adiós”, comparte.
El flechazo de Fernanda con la obra tuvo que ver, sin duda, con que se trataba de un proyecto de Alan Estrada, con quien tiene una amistad de más de 23 años, y de Jannette Chao, a quien la une 15 años de cariño.
“Para mí era importante formar parte de la construcción del sueño de amigos tan profundos, queridos y admirados, porque es construir con ellos. Luego, al ver la obra, conectó conmigo como mujer, como ser humano, en muchos lugares. Me parece que es una obra que es muy honesta, muy verdad, muy universal”, afirma la actriz.
Para ellos, rara vez en un formato de musical se pueden abordar temas como los que se tocan en la obra, entonces, esa combinación fue fundamental para que se enamorarán del proyecto.
César comparte que su acercamiento con su personaje fue como cuando haces el amor, porque tuvo mucho que ver con esa cuestión de la construcción, del descubrimiento.
“Cuando tú tienes una relación sexual con una pareja que amas hay algo ahí de entrega y de pasión. Hay mucho de tratar de descubrir, de emocionarte, de llegar a ese clímax y tiene que ver con el proceso que yo vivo de ‘Lamore’, un proceso de descubrimiento muy interesante en todos sentidos”, señala.
Sus momentos favoritos de siete veces adiós
El participar en este montaje, concuerdan los tres actores, los deja agotados, sin energía, porque lo dan todo sobre el escenario. Recuerdan que durante los ensayos todos acababan llorando, destrozados; sin embargo, se sienten felices de formar parte de este proyecto que está siendo muy exitoso.
Una de las escenas que más conmueven a Fernanda Castillo es la de la presentación de los personajes, donde “Lamore” explica los dos universos, el de los músicos y el de “Ella” y “Él” y específica que también pueden ser “Él” y “Él”, “Ella” y “Ella” o “Elle” y “Elle”.
“Gustavo y yo nos subimos a un giratorio y Alan contaba una imagen que a mí me pareció brutal, como este perno donde uno moldea figuras de barro. Nos subimos al giratorio y conforme va girando en escena nos vamos convirtiendo en “Él” y “Ella” y me pareció hermosísima, como una metáfora de todas las perspectivas que puede tener el amor”, dice.
Por su parte, Gustavo Egelhaaf comenta que uno de los momentos que más lo enamoran de la obra es cuando su personaje le dice al de Fernanda “te ves hermosa” y ella le pregunta “¿cómo el mar”, a lo que él le responde “no, como tú”.
“Me gusta mucho ese momento, porque conectamos Fernanda y yo muy bonito. Ese momento es muy clave para mí como personaje, ese y el ‘Mal de ti’, me encanta el montaje, es como la tesis de mi personaje o lo que está sucediendo en la obra de teatro, entonces, escucharlo es padrísimo”, platica.
Para César Enríquez hay dos momentos muy divertidos. Uno es cuando está en un Oxxo y a él le toca interpretar a una cajera. “Es muy, muy, divertida, y el público se divierte mucho, entonces, me gusta esa comunicación, donde sé que el público se está divirtiendo conmigo, la gozo enormemente y me da esta posibilidad de transformar al ‘Lamore’ en este semidios, como entre Afrodita y Eros que se juntan, y de repente dice ‘vamos a vestirnos de cajera de Oxxo para divertirnos con estos pobres mortales’”, indica.
La otra escena es cuando cantan “Somos el Sol”, que, dice, es la escena de la cumbre del acto sexual, hecho en escena de una manera poética, bella y divertida, pero al mismo tiempo mística.
“La música es padrísima de esa canción, podríamos decir que no, pero hay gente que dice ‘yo sólo hago el amor o cojo con alguien que amo’, pero a veces se puede tener sexo de una sola noche y amar a esa persona esa noche, con solo el acto sexual, pero le tenemos un miedo terrible. A eso me remite esa escena, cuando tienes el mejor sexo de tu vida”, reflexiona.
Así, ver Siete veces adiós es como arrojarse a un mar incontrolable, donde, probablemente, sus olas inmensas te revuelquen; sientas que te ahogas, pero al mismo tiempo vivas una experiencia refréscate que te hará sentir vivo, porque cuando logres salir, lo harás lleno de esperanza.
La obra se presenta en el Nuevo Teatro Ramiro Jiménez (División del Norte 2545, Del Carmen. Coyoacán).
Funciones: viernes, 21:00 horas; sábados, 17:00 y 20:00; y domingos, 17:00 Boletos en taquilla y www.sietevecesadios.com