Arturo Ortega Blake, tras los nómadas eternos
El autor mexicano Arturo Ortega Blake describe en la novela histórica Leif Eriksson: Los vikingos que descubrieron América en el siglo XI las andanzas de este personaje real y habla de la fascinación que existe sobre esta cultura. Además, dice, buscó apegarse todo lo posible a los acontecimientos que han quedado documentados con el paso del tiempo
Hidalgo NeiraPara Arturo Ortega Blake, la pasión por la cultura nórdica, sobre todo por el periodo vikingo, comenzó en su juventud, cuando estudiaba una maestría en Holanda, hace 45 años; los neerlandeses le contaron que existía evidencia histórica de que la comunidad escandinava había llegado a América un milenio antes que Cristóbal Colón.
Desde ese momento, el economista tuvo en mente indagar más a fondo sobre dicha idea; sin embargo, dejó pasar el tiempo y fue hasta que llegó a la última década del siglo XX que se dedicó arduamente durante 15 años a estudiar a profundidad a los vikingos. En 2006 publicó su primera versión de la novela basada en la historia de Leif Eriksson, titulada Leif, el hijo de Erik, en la editorial Grijalbo.
A raíz de esta primera edición, amigos y amigas embajadores de Arturo Ortega Blake lo contactaron para felicitarlo por esta loable proeza de dramatizar al vikingo que llegó a Canadá en el siglo XI, pero además le ofrecieron acercarlo a documentación histórica que le permitiría tener un mayor conocimiento sobre este personaje para así describir los acontecimientos con mayor fundamento.
Ahora, con Amtalai Publishers, Arturo Ortega Blake trae su versión corregida y expandida en Leif Eriksson: Los vikingos que descubrieron América en el siglo XI, aunque de este subtítulo se arrepiente, porque claramente hay indicios de que otros navegantes previos a los nórdicos pudieron haber visitado el continente americano.
Arturo Ortega Blake precisa e insiste que, pese a que a esta civilización se le conoce como sanguinaria y bárbara por hacerse valer con la violencia y el hacha para conquistar territorios, los vikingos tenían un sistema de democracia que además daba espacio y valor a las mujeres, en lo que se denomina como Althing, parlamento que todavía sigue existiendo en Irlanda.
“Había veces que el Althing lo presidía una mujer, ellos daban mucho énfasis a la supremacía del Althing sobre las monarquías, y además tenían una visión de muchísimo respeto hacia la mujer. Todo era muy popular y muy democrático”, comparte.
Finalmente, también lo que resalta el autor es que los nórdicos tenían un interés en perpetuar su linaje en nuevas tierras, por ello es que llegaron a varios puntos del globo, porque su propósito era el levantar colonias, tener cultivos y lograr una vida lejos de su casa para establecer su dominio.
“A ellos no les interesaba estar sometiendo, querían el intercambio, la pesca, la naturaleza. Creo que se hubieran fascinado con los cultivos sobre el maíz y la cosmovisión mexica, si es que hubieran llegado más abajo”, describe el también historiador.
Apegarse a la realidad, importante para Arturo Ortega Blake
Para el escritor mexicano, es imprescindible el tener un rigor histórico, por eso decidió reescribir su novela, que ahora incluye un extenso apartado con bibliografía, además de un índice de personajes para ayudar al lector novel con los nombres escandinavos.
“La intención es no salirme de lo que realmente ocurrió, mucha gente me ha dicho ‘síguele ahora y escribe de qué pasó después de que ellos llegaron, y que acordaron que tienen tierras allá, ¿por qué no escribes la segunda parte?’ Pues es que no es serie de Netflix. No puedo mentir, no puedo hacer una novela basada en falsedades”, comenta.
Recientemente se dio a conocer que investigaciones científicas demostraron que los vikingos estuvieron en el continente americano hace mil años, esto a través de la técnica del carbono-14 en objetos encontrados en Terranova, Canadá. El escritor comenta que él supo visibilizar tiempo antes que esto se revelaría, por cómo organismos internacionales ya se encontraban estudiando esto a profundidad.
“Esto iba a empatar, porque desde el momento que lo declaran patrimonio de la humanidad, me di cuenta que algún día se iba a saber. Hay vestigios, peinetas, botonaduras y todo lo que te demuestra que sí estuvieron en Terranova”, platica.