En 2013, el Congreso del Colegio Mexicano de Reumatología destacó que el 1.6 por ciento de la población mexicana padece artritis reumatoide, una de las enfermedades inflamatorias más incapacitantes y prevalentes en el país.
Este dato colocó a México entre las naciones con una alta incidencia de esta condición. Además, se señaló una marcada diferencia de género, ya que tres de cada cuatro personas afectadas son mujeres. La artritis reumatoide es una enfermedad que ocurre cuando el sistema inmunitario, encargado de defender al cuerpo de infecciones, ataca los tejidos sanos, incluyendo las articulaciones. Este proceso genera inflamación crónica, dolor y, en casos graves, daño permanente en los huesos y órganos.
“La causa exacta varía según el tipo de artritis, pero en general se debe a una combinación de factores genéticos, ambientales y el desgaste natural de las articulaciones”, explicó el doctor Carlos Suárez Ahedo, ortopedista especialista en cirugía de cadera y rodilla.
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Las complicaciones del artitris
La osteoartritis es el tipo más frecuente y ocurre por el desgaste del cartílago que protege las articulaciones, siendo más común en personas mayores. La artritis reumatoide, en cambio, es un trastorno autoinmune que puede manifestarse a cualquier edad y afecta no solo a las articulaciones, sino también a otros sistemas del cuerpo.
“Es fundamental comprender que la artritis no discrimina por edad o género, aunque ciertos factores, como la obesidad, las lesiones articulares previas y la predisposición genética, pueden aumentar significativamente el riesgo de desarrollarla”, añadió el especialista.
“Es crucial educar a la población sobre la importancia de un diagnóstico temprano y adoptar hábitos saludables que puedan prevenir o aliviar los síntomas de esta enfermedad”
En México, la artritis representa un desafío médico, social y económico. Según datos recientes de la Secretaría de Salud, más de dos millones de mexicanos viven con artritis reumatoide, una cifra que probablemente esté subestimada debido al diagnóstico tardío.
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El impacto de esta enfermedad se refleja en diversas áreas. En el ámbito personal, el dolor crónico y la limitación de movimiento afectan gravemente la calidad de vida de quienes la padecen, dificultando actividades cotidianas y laborales.
A pesar de no tener cura, existen tratamientos efectivos para controlar los síntomas de la artritis y prevenir su progresión. Entre las opciones más comunes se encuentran los medicamentos antiinflamatorios, los analgésicos y los fármacos modificadores de la enfermedad (FARME), que ayudan a frenar el daño articular.
“La terapia física también juega un papel esencial, ya que fortalece los músculos que rodean las articulaciones, mejora la movilidad y reduce el dolor. En casos avanzados, la cirugía para el reemplazo articular puede devolver la funcionalidad perdida y mejorar la calidad de vida”, concluye Ahedo.
Para diagnosticar la artritis reumatoide, los médicos tienen en cuenta la historia médica, el examen físico, las radiografías y los estudios de laboratorio
Tratamiento para la artritis
Actualmente, no existe una cura para la artritis, pero existen diversos tratamientos que pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida. El tratamiento se adapta a cada paciente y tipo de artritis y puede incluir:
- Medicamentos: Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), corticosteroides, fármacos modificadores del curso de la enfermedad (FMCE) y biológicos.
- Fisioterapia: Ejercicios terapéuticos para fortalecer los músculos y mejorar la movilidad.
- Terapia ocupacional: Ayuda a realizar actividades diarias de forma más eficiente.
- Cambios en el estilo de vida: Pérdida de peso, dieta saludable y actividad física moderada.
- Cirugía: En casos graves, puede ser necesaria la cirugía para reemplazar las articulaciones dañadas.
Prevención y manejo de la artritis
Aunque prevenir la artritis no siempre es posible, llevar un estilo de vida saludable puede reducir el riesgo y ayudar a controlar los síntomas. El Dr. Carlos Suárez Ahedo sugiere adoptar hábitos como:
- Mantener un peso saludable
- Realizar actividad física regularmente
- Seguir una dieta equilibrada
- Proteger las articulaciones de lesiones
- Buscar atención médica temprana
