La Feria Artesanal Tlaquepaque se realiza desde hace unos años en la explanada del Velódromo. Este 2024 estuvieron ahí hasta este 22 de diciembre. Foto: Especial

De Tlaquepaque a Balbuena. Artesanos peregrinan cada año para vender nacimientos

Desde hace más de 50 años, artesanos jaliscienses llegan a la colonia Balbuena para ofrecer originales escenas navideñas y figuras relacionadas a esa tradición. Sobreviven entre la falta de una sede fija y poca difusión

Ernesto Mendoza tenía tres días de nacido cuando su madre, una artesana de Tlaquepaque, Jalisco, lo trajo a la Ciudad de México para vender las figurillas de nacimiento que elaboraba con devoción durante meses. Desde entonces, este hombre de 52 años ha hecho esa peregrinación cada año.

“Prácticamente yo nací aquí”, dice a Reporte Índigo el artesano que heredó de sus padres y abuelos la tradición de elaborar nacimientos y personajes de esa representación. Originales piezas de barro que luego vende en la Feria Artesanal Tlaquepaque de la capital del país.

Ernesto y su esposa, Arcelia Marentes Santillán, llegan cada noviembre con sus miniaturas de barro para instalarse en un pequeño local de esa feria que cada año toma un espacio en la colonia Balbuena. Aunque se instala desde hace varias décadas, la feria nunca ha tenido un espacio fijo y ha deambulado por distintos espacios de esa zona, desde el desaparecido pasajuego de Balbuena, donde se practicaba el juego de pelota prehispánica, a los camellones de Fray Servando o el Parque de los Periodistas y, desde hace más de una década, en la explanada del Velódromo.

En esta feria es posible encontrar figuras de 40 y 60 pesos hasta piezas más elaboradas que pueden costar más de 2 mil pesos.

Este año estuvieron ahí desde principios de noviembre hasta este 22 de diciembre. Ahí, sin grandes estructuras ni pancartas que anuncien la presencia de una feria artesanal, se pueden visitar unos cuantos puestos que también funcionan como campamento.

“Arribamos el 13 de noviembre y acondicionamos este espacio para quedarnos a dormir. Tenemos tantos años viniendo, pero casi siempre hemos tenido el problema de que no hay alguna difusión. La gente no asiste mucho por falta de publicidad o que nos conozcan”, dice Ernesto Mendoza.

Su local llama la atención por las escenas con lagos, ríos y elementos acuáticos poblados de personajes en miniaturas, pastores, pescadores de barro pintados con esmaltes acrílicos. “Mi esposo hace las piezas a pulso, todas son hechas a mano. Solo se ocupa el molde para la carita. Nos gusta fabricar los ríos, los laguitos, pescadores, **lanchitas”, dice Arcelia.

Los nacimientos y figurillas que puedes encontrar en esta feria

En algunos puestos resaltan los nacimientos completos, con personajes, animales, escenas y elementos diversos que enriquecen esa representación navideña. Los hay de distintos materiales: barro, yeso, porcelana. Hay quienes se especializan en figurillas con características específicas: rasgos infantiles, temática mexicana.

Ahí también es posible conseguir materias primas, musgo, heno, o piezas de nacimiento y Niños Dios con materiales industriales, como resina o plástico. En muchos casos, la incorporación de este tipo de productos refleja la adaptación de los artesanos a un mercado dominado por los productos chinos, un gigante contra el que difícilmente han podido resistir.

Aún así hay familias que siguen siendo fieles guardianes de esa tradición artesanal.

Es el caso de Ernesto Mendoza o el de la señora María del Carmen Preciado Martínez cuyos padres y abuelos solían venir cada año a vender sus artesanías en esta feria.
“No quedamos ni la cuarta parte de los que venían”, dice esta mujer mayor, originaria de San Pedro Tlaquepaque.

Sus piezas de barro moldeadas a mano se distinguen por ser, principalmente, árboles de la vida, nopaleras y ríos. Su sello personal son unas pequeñas aves blancas con picos rojos. También destacan sus coloridos nidos de gallinas con pollitos.

“Un árbol de la vida es muy laborioso porque tienes que empezar a preparar el barro, lo moldeas, haces los troncos, luego ensamblas las otras piezas, las pencas, las hojas. Trabajamos en serie, pero toma todo un día para que esté listo, después hay que secarlo, hornearlo, sacarlo y pintarlo”, detalla la artesana, quien asegura que una sola pieza puede tomarle más de un día de elaboración para, finalmente, venderla en 60 pesos.

Este año doña María del Carmen Preciado regresó a su casa feliz porque logró vender una buena parte de la mercancía que trajo, pero no siempre es así.

“Nos da gusto no regresar con tanta mercancía, pero hay años que no se vende tanto y regresamos con mucha mercancía y se saca hasta el otro año”, relata la creadora que ha tenido que diversificar su actividad artesanal produciendo también Niños Dios, vestidos y sillas en miniatura que suele vender en febrero en Chapala, Jalisco. También produce decoraciones en barro para el hogar u objetos utilitarios, como cazuelas y ollas.

'Nos da gusto no regresar con tanta mercancía, pero hay años que no se vende tanto y regresamos con mucha mercancía y se saca hasta el otro año”
María del Carmen PreciadoArtesana

Piden visibilidad para una feria con años de tradición

Y es que, pese a que son familias que se han dedicado a elaborar nacimientos por generaciones, raramente han recibido apoyos gubernamentales para la producción o venta de sus productos.

“Nos apoyan, por ejemplo, con un camión para traer las estructuras o la mercancía. La traída, pero la ida ya es por nuestra cuenta”, dice Arcelia Marentes.

Además, ante la falta de una sede específica, los participantes en esta feria tienen que adaptarse a la dinámica del espacio que les toque. “Nos falta organización y logística porque este año nos dividieron. En el Velódromo hay eventos, entran y salen camiones y hay que dejar espacio. Hay unos puestos que sí se ven, otros están escondidos y no todos vendieron bien”, dice Ernesto Mendez, quien pide atención de las autoridades locales o culturales para que la feria tenga una mejor organización y visibilidad.

Una tradición que agoniza

Pese a que muchos de los que participan en esta feria son artesanos jaliscienses que han heredado la tradición, es muy posible que sean los últimos de su linaje en dedicarse a esa actividad.

“Mis hijos ya no hacen esto. Ellos ya estudiaron, se van a trabajar o se casaron. Nada más me queda un hijo, que es contador fiscal, ya tiene su trabajo, su oficina”, cuenta doña María del Carmen.

Lo mismo cuenta Ernesto Mendoza, quien asegura que sus hijos no quieren dedicarse a esa actividad porque no ven futuro en ella:

“Mi hijo me dice: ‘te veo como diablo trabajando y nunca traes dinero. ¿Cómo me voy a dedicar a esto?”

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