Armstrong al desnudo
Lance Armstrong sigue siendo un súper hombre. Todos los sobrevivientes del cáncer lo son. Y cómo no serlo después de reponerse a una orquidectomía (la extirpación quirúrgica del testículo) en 1996 para regresar dos años después –corregido y aumentado– a dominar el Tour de France (de 1998 a 2005), una de las competencias más demandantes que existen entre los deportes de alto rendimiento.
Juan Antonio ZertucheLance Armstrong sigue siendo un súper hombre. Todos los sobrevivientes del cáncer lo son. Y cómo no serlo después de reponerse a una orquidectomía (la extirpación quirúrgica del testículo) en 1996 para regresar dos años después –corregido y aumentado– a dominar el Tour de France (de 1998 a 2005), una de las competencias más demandantes que existen entre los deportes de alto rendimiento.
Su historia es única e irrepetible: reemplazó del subconsciente colectivo el lugar que ocupó otra estrella de su deporte, el español Miguel Indurain quien dominó el Tour cinco años consecutivos (de 1991 a 1995).
Sin embargo, la experiencia de vida de Armstrong –superar un cáncer y ayudar a cientos de miles de personas a través de su fundación– tuvo un impacto que superó sus logros en el ciclismo, deporte que dominó a niveles de Pelé, Michael Jordan o Michael Phelps en sus respectivas disciplinas.
Pero hizo trampa. La construcción de esa leyenda deportiva que dominó el ciclismo durante siete consecutivos años, resulta que pudo ser posible a base del “dopaje más sofisticado de la historia del deporte”.
¿Qué quiere decir esto? Buena parte del aura de súper deportista –así como la fortuna que amasó en el trayecto– la obtuvo compitiendo con una ventaja desleal, engañando a sus competidores, a jueces, medios de comunicación, fanáticos del ciclismo, a sus patrocinadores y a si mismo.
El detalle de este sistemático modus operandi está plasmado en un penoso informe de más de mil hojas, elaborado por la Santa Inquisición del deporte: la agencia norteamericana antidopaje (USADA). El reporte incluye testimonios de 26 personas (15 de ellas ciclistas), da cuenta de registros de pagos, intercambios de correos electrónicos, datos científicos y resultados de análisis de laboratorios, una maquinación que le ayudó a estar siempre en la mejor forma física posible. En suma, cientos de miles de palabras dedicadas a desenmarañar uno de los engaños deportivos más espectaculares de la historia.
El fantasma del dopaje ha rondado en buena parte de las versiones más contemporáneas del Tour de France, y hazañas como las de Armstrong naturalmente desataron la duda desde el primer momento.
Una simple búsqueda de “Lance Armstrong” por el archivo electrónico de cualquier diario de prestigio mundial arroja 9 de cada 10 artículos relacionados con dopaje. En mi búsqueda, me topé con un artículo de 2005 en The New York Times titulado “Súper, claro, pero no más que humano”. Siete años –y siete títulos de Tour de France– después, uno de los pies de foto de la nota del diario estadounidense se lee como broma a la distancia.
“El cuerpo de Lance Armstrong es una máquina extremadamente eficiente, pero la fisiología por si sola no puede explicar por qué ganó tantas veces el Tour de France”.
Ahora sabemos por qué.
Como ciclista en competencia, Armstrong hizo trampa. Llevó a su ya de por si súper humanas capacidades más allá del límite permitido, con la ayuda de técnicas prohibidas que le permitieron ganar trofeos, patrocinios y decenas de millones de dólares.
De la mano de los triunfos, los patrocinios llegaron al por mayor, así como la fama y las conferencias magistrales por todo el mundo. Posición que supo aprovechar para hacerse de una fortuna que hoy se valúa en 125 millones de dólares, pero también para encabezar una de las organizaciones filantrópicas más famosas del mundo: LIVESTRONG.
Armstrong logró hacer de una causa, una moda. Las pulseras amarillas de LIVESTRONG quizá sea una de las mejores ideas que la filantropía haya visto.
Pero el escándalo de dopaje lo ha orillado a renunciar a su puesto directivo, en su propia fundación. Nike encabeza la lista de patrocinadores que esta semana han anunciado que le retiran su apoyo, dejando al otrora ciclista fuera de serie con una playera sin marcas y una muñeca sin pulsera amarilla.
Si el caso de Marion Jones decepcionó a toda una nación, el caso de Lance Armstrong decepcionó al mundo… y al de las corporaciones.
— Anheuserbusch
Produce la cerveza Budweiser
“Hemos decidido no renovar nuestra relación con Lance Armstrong cuando nuestro contrato actual expire al finalizar 2012”
— Honey Stinger
Productos energéticos
“Estamos en el proceso de remover la imagen de Lance Armstrong y el patrocinio de nuestros empaques”
— Nike
Reconocida marca deportiva
“Debido a la evidencia aparentemente insuperable de que Lance Armstrong participó en dopaje y engañó a Nike por más de una década, es con gran tristeza que hemos terminado nuestro contrato con él. Nike no condona el consumo de drogas ilegales para mejorar el desempeño en modo alguno”
— Trek Bicycle
Marca mundial de bicicletas
“Trek está decepcionada del hallazgo y conclusiones del reporte de USADA sobre Lance Armstrong. Tomando en cuenta las determinaciones del informe, Trek da por terminado nuestra relación de largo plazo con Lance Armstrong”
— 24 Hour Fitness
Cadena de gimnasios
“Hemos determinado que nuestra relación comercial con Lance Armstrong ya no se alinea con la misión de nuestra empresa y sus valores. Durante las próximas semanas, tenemos la intención de eliminar la marca de Lance Armstrong de nuestros seis gimnasios”
— Las otras marcas
Oakley, la marca dedicada al diseño y fabricación de gafas de sol, está esperando la resolución de la Unión Internacional de Ciclismo para ver qué hacer con el apoyo a Armstrong, si es que se ratifica el reporte de USADA.
Además, Armstrong renunció al consejo de FRS Co. (compañía que hace bebidas refrescantes enfocadas a deportistas).