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A diferencia de su primo Nicolas Cage –cuyo nombre real es Nicolas Kim Coppola–, Sofia decidió conservar el apellido lapidario de su padre; quien la ha cobijado, instruido y debutado en el arte de hacer cine desde que era niña.
Su primera aparición a cuadro fue en “El padrino” (1972), caracterizando a un bebé varón que apenas está un par de minutos en escena. De hecho, también aparece en la continuación de esta película, pero con otro personaje, al igual que su hermano Roman Coppola. Su otro hermano, el fallecido Gian-Carlo Coppola, solamente participó en la primera entrega de esta trilogía.
Bajo el seudónimo “Domino”, Sofia siguió actuando en películas de su padre. Sus colaboraciones juntos fueron: “Rebeldes” y “La ley de la calle” en 1983, y “Cotton club” (1984).
Inclusive actuó para un joven Tim Burton en su cortometraje “Frankenweenie” (1984), el cual fue censurado por el estudio que lo produjo (Disney).
La verdadera perpetuidad de Sofia Coppola en el celuloide llegó en “El padrino: parte III” (1990), en donde su padre le dio un papel de peso junto a Al Pacino, como su hija Mary Corleone.
Su carrera como actriz nunca despegó y solo siguió haciendo apariciones especiales como en la cinta “Star Wars: Episodio I – La amenaza fantasma” (1999), en la que interpretó a Saché, una de las acompañantes (y señuelos) de la Princesa Amidala, encarnada por Natalie Portman.
“Las vírgenes suicidas” (1999), fue su debut como directora, la producción corrió a cargo de su papá. La ópera prima, basada en el libro homónimo de Jeffrey Eugenides, le valió el respeto de la crítica. Con este largometraje obtuvo premios como Mejor Director Nuevo en los MTV Movie Awards, en el 2001, y Mejor Director en los Young Hollywood Awards, ese mismo año.
Pero la película que puso a Sofia Coppola en la mira internacional fue su segundo largometraje, “Perdidos en Tokio”, realizada en el 2003 y protagonizada por Bill Murray y Scarlett Johansson.
La película fue filmada en 27 días y tuvo un presupuesto de 4 millones de dólares (mdd). Y recopiló más de 120 mdd a nivel mundial.
Con esta cinta, Sofia se hizo acreedora de un Oscar por Mejor Guión Original, y estuvo nominada a Mejor Dirección, siendo una de las cuatro mujeres –y la más joven– que han estado nominadas en esa categoría.
Los éxitos no han parado desde entonces. En el 2010, “Somewhere” se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Venecia y la cinta obtuvo el León de Oro, siendo Coppola la única mujer en ganar este galardón.
A pesar de que la mano que meció su cuna fue la de su padre Francis Ford Coppola, es innegable el talento de Sofia para comunicar en sus historias, la nostalgia, el sentido de ausencia y el realismo ácido de la vida, que aporrea a las nuevas generaciones con su cine.
A Hollywood por la puerta grande
Para “Ladrones de la fama”, Sofia Coppola recurrió a un reparto de nuevos talentos desconocidos, pero su carta fuerte al frente es Emma Watson, quien se hizo famosa en el papel de Hermione en la saga de “Harry Potter”.
La trama está basada en hechos reales: un grupo de jóvenes investiga a través de Google Maps y el sitio Web celebrityaddressaerial.com las mansiones de los famosos en Los Ángeles y planea atracos a las residencias, calculando la ausencia de las celebridades acorde a las giras o sus publicaciones en Facebook o Twitter.
El grupo de estafadores real robó más de 3mdd en marcas como Gucci, Burberry, Cartier y Tiffany. Entre las estrellas perjudicadas están Miranda Kerr, Brian Austin Green, Paris Hilton y Lindsay Lohan.
Para la película, Coppola convivió con uno de los ladrones originales de la banda, Nick Frank Prugo, quien estuvo un año en prisión por los cargos de robo.
Curiosamente la cartera de Emma Watson fue robada durante el rodaje. ¿Coincidencia, karma o buen augurio?