Anthar López Tirado sobrevivió al “El Halconazo”; ahora dedica su vida a la canción política y de protesta
Anthar López Tirado, entonces estudiante de Economía, marchó en el primer contingente durante el trágico Jueves de Corpus; sin embargo, sobrevivir a esta matanza lo impulsó para dedicarse a la difusión de la música latinoamericana de protesta
Karina CoronaAnthar López Tirado, entonces estudiante de Economía, marchó en el primer contingente durante el trágico Jueves de Corpus.
10 de junio de 1971, las calles del entonces Distrito Federal nuevamente fueron manchadas por la sangre de estudiantes. La memoria de los jóvenes asesinados el 2 de octubre de 1968 aún seguía latente; no obstante, aquel día, la juventud organizó una marcha en solidaridad con la Universidad de Nuevo León que vio amenazada su autonomía, eran días de la denominada Guerra Sucia, que distinguiera al gobierno de Luis Echeverría, presidente de México entre 1970 y 1976, y quien pregonaba su campaña “Arriba y hacia adelante”.
Este 2021, se cumplen 50 años del trágico Jueves de Corpus, conocido también como “El Halconazo”, uno de los hechos más oscuros en la historia de México, el cual dejó un saldo de, al menos, 120 muertos. Este genocidio fue ejecutado por el grupo paramilitar “Los Halcones”, el cual actuó bajo las órdenes de la Dirección Federal de Seguridad y la C.I.A., de los Estados Unidos, fueron ellos quienes atacaron al contingente de estudiantes con balas calibre 45 y carabinas 30 M-2.
Anthar López Tirado, actual jefe de la División de Fomento y Promoción Cultural de la Dirección de Difusión Cultura del Instituto Politécnico Nacional (IPN), narra que cursaba el cuarto año en la Escuela Nacional de Economía de la UNAM, y que fue uno de los jóvenes afortunados que sobrevivieron a aquella fatídica marcha en la que, en lugar de hacer valer el derecho de los jóvenes, terminó en represión y muerte orquestada por las autoridades del DDF.
“En ese entonces yo era de base, sólo participaba en las marchas y en los mítines, fue hasta 1976 cuando me incorporé al Partido Comunista. Considerábamos que estaban dadas las condiciones para aprovechar el discurso de Echeverría, de la apertura democrática y salir a la calle”, recuerda Anthar.
El movimiento estudiantil se reunió en las inmediaciones del Casco de Santo Tomás, para avanzar por la calle de Carpio hasta alcanzar la Calzada México-Tacuba y llegar al Zócalo del entonces Distrito Federal; no obstante, al dar la vuelta en Avenida de los Maestros, fueron abruptamente interrumpidos por el fuego de francotiradores que se encontraban apostados en las azoteas de los edificios cercanos; así inició un ataque liderado por hombres armados con palos, pistolas y rifles.
“Yo iba en el contingente de avanzada, una cuadra antes de llegar a la México-Tacuba, nos encontramos a los granaderos, empezamos a cantar el Himno Nacional, no cabe duda de que éramos ingenuos y lo seguimos siendo. Como por arte de magia la barrera de granaderos se abrió dejándonos pasar, entonces, dijimos ‘¡puta, qué fregones somos!’, lo que pasa es que nos estaban llevando a la emboscada”, detalla el también gestor cultural.
Ser detenido para Anthar López Tirado
Cientos de halcones corrieron hacia los estudiantes, muchos cayeron heridos o muertos, mientras que otros, como Anthar, lograron huir del tiroteo, pero fue descubierto cerca del Cine Cosmos; lo tomaron del cabello, golpearon y subieron a la “Julia”, un camión gris de pasajeros, junto con él había un grupo de estudiantes; hasta la fecha, explica, no sabe si algunos de los cuerpos que había a su lado aún se mantenían con vida, pues varios fueron apilados, uno sobre otro.
Tras ser detenido, junto con cerca de 200 jóvenes a la 8ª Delegación de Policías, narra que vio a Ismael “Mailo” Colmenares, fundador de Los Nakos, banda que interpretaba canciones de protesta, y que Anthar conocía, pues en aquel momento ya había incursionado también en este género, haciendo dueto con la cantautora Margarita Cruz.
“Nos obligaron a estar sentados para que no nos vieran a través de las ventanas, pues la información oficial es que no había detenidos. Hacia la una de la mañana nos forman para interrogarnos, evidentemente, yo estaba muerto de miedo y seguramente se me veía porque un sujeto me dijo ‘mira, yo veo que eres buena onda, di todo lo que sabes, cabrón, porque la neta como dicen que no hay detenidos, los vamos a desaparecer, cabrón, al menos que cooperes’, lo cierto es que yo no sabía nada”, rememora.
Al día siguiente, uno de los dirigentes se acercó a ellos y mencionó los nombres de quienes iban a ser liberados, sin embargo, Anthar recuerda que “Mailo” no fue uno de ellos.
Impacto en el arte de la izquierda
En la década de los años 60, ya estaba de moda la llamada “canción de protesta” como un medio para exhibir la desigualdad de clases, las represiones a obreros y estudiantes, así como para externar el enojo, la rabia y el dolor generalizados entre la población. Así, surgió el grupo de Los Folkloristas, y cantautores como José de Molina, Óscar Chávez y Julio Reyes; además tomó fuerza La Nueva Canción Latinoamericana, abanderada por Violeta Parra, Mercedes Sosa, Víctor Jara, Atahualpa Yupanqui, Gabino Palomares, Silvio Rodríguez, entre muchos más.
Bajo este escenario musical, en 1971, los jóvenes recurrieron a las manifestaciones artísticas para protestar y exponer su ideología, recuerda Anthar. Así se creó, por ejemplo, en 1972, el Centro por la Libre Expresión Teatral y Artística (CLETA), de donde surgieron Enrique Ballesté, compositor y cantante, así como los hermanos Cisneros, Enrique, “El Llanero Solitito”, y Luis.
Asimismo, se crearon “La Peña de Los Folklóristas” y la Peña Tecuicanime, que abrió por primera vez al público en 1972, tan sólo unos meses después de la represión, gracias al impulso de Anthar López y Margarita Cruz, con la que se buscaba recuperar y enfatizar “lo nacional”.
“Los jóvenes nos manifestamos y empezamos a afiliar a partidos como el Partido Comunista, en un grupo estábamos Marcial Alejandro, Mario Enríquez, junto a Emilia Almazán, también estaba Eugenia León y cantábamos en plazas, en pueblos, hasta arriba de los camiones, donde se podía”, relata.
Para el cantautor fue un momento de auge, en su caso, de la canción, pero esto también pasó en la cultura, la poesía y la escritura.
“Nos sentimos espléndidos de haber formado parte de ese movimiento cultural, corrimos un riesgo que decidimos tomar. Era un momento de hartazgo de jóvenes, digamos, sometidos con todo respeto y cariño y amor, a la autoridad paterna que obliga a una obediencia sin discusión que queda al descubierto, quienes se manifiestan pues son los jóvenes quienes han sufrido digamos este autoritarismo y del patriarcado”, concluye Anthar López.
Lo dieron por muerto
Mientras estuvo secuestrado por la policía, Anthar cuenta que su familia lo buscó en hospitales y cárceles; su padre, agotado, fue al Servicio Médico Forense (Semefo), donde creyó haberlo reconocido entre los cadáveres, incluso, tras este evento, el diario La Prensa publicó una nota de su muerte
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