Para la cineasta Andrea Martínez Crowther hacer la película Observar las aves le ayudó a sanar una herida que tenía pendiente: ver a su mamá padecer de Alzheimer durante 10 años.
Vivir tan de cerca cómo una persona desaparece ante sus ojos y estar de cerca en un proceso fue la raíz de esta cinta, la cual confiesa a Reporte Índigo, que sí le tocó una fibra muy sensible.
“Mi mamá estaba muy enferma y me dio un miedo terrible de que a mí también me fuera a dar, o que ya estuviera dando, en ese momento tenía 43 años y estaba apanicada.
“Pensé ‘si me fuera a dar ¿qué quiero hacer y cómo me gustaría hacer una última película, antes de desaparecer?’ Pensé que se trataría de mi despedida a la vida y documentara ese proceso, pero llegué a una contradicción, porque en alguna etapa necesitaría acudir con alguien que me ayudara a terminar, una cineasta que tuviera una filosofía parecida a la mía”, reflexiona.
Por lo que al conjuntar estas ideas, Crowther decidió contar la historia sobre una mujer llamada Lena, quien al ser diagnosticada con Alzheimer, decide filmar una película que sea un documento que capture su historia y su esencia antes de olvidarse de sí misma.
La artista plástica Bea Aaronson interpreta el papel de Lena y la propia Andrea Martínez el de la documentalista.
“Quise hacer una cinta que celebrara la vida, que se lamentara ni se clavara en el morbo, sino dentro de esa situación terrible celebrar el presente. La fui nutriendo de mis experiencias junto con mi madre, otras con Bea; creamos al personaje conjuntamente para no sólo hablar de Lena sino de toda la gente a su alrededor”, detalla.
A lo largo de la cinta se podrán conocer las diversas reacciones de los hijos, amigos, incluso vecinos ante la pérdida de la memoria. Incluso los momentos de conflicto.
“Los que lo han vivido saben que se pierde la personalidad de esa persona, mi mamá fue súper amorosa, cero grosera, y se volvió alguien con rabia, también quería reflejar eso, que fue bastante feo, pero es parte del proceso”, abunda.
Respecto a su papel, quien también se llama Andrea, aclara que es un personaje muy dolido, con muchas heridas que no le permitían abrirse a la vida. “Al inicio, mi personaje rechaza a Lena, pero poco a poco sufre una transformación, Lena le ayuda a abrirse a aceptar las cosas de la vida, aceptar el dolor y gozar la vida”, profundiza.
A pesar de haber sido un proceso muy personal y de exorcizar heridas, ahora la cinta, que ya está en cines de México, Andrea explica que la realizó con mucho amor y como un homenaje a la existencia.
“Fue un proyecto arriesgado, con poco presupuesto y sin actores profesionales, pero hacemos cine para que la gente lo vea, no sólo para curar mis males y purgarme, sino de contar una historia; la quiero volver universal y que llegue a tocar los corazones de la gente”, concluye.
Un papel entrañable
A lo largo de la cinta, Lena recuerda a su esposo Henrik, quien, en la vida real, era pareja de la directora Andrea Martínez.
“Era un chef, estábamos muy enamorados y accedió a participar, al año de terminar la película falleció, por lo que su imagen quedó plasmada. Fue muy rudo, pero ahora tengo otra manera de recordarlo”, comparte.
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