Andrea Echeverri y Aterciopelados: Un legado sonoro de empoderamiento femenino
La cantante ha desafiado convenciones, quebrantado estereotipos y ha demostrado que la autenticidad y la fidelidad a una misma son clave para forjar una carrera significativa. Tras tres décadas de trayectoria junto a Aterciopelados, la cantante reflexiona sobre sus inicios y su evolución como artista y mujer
Karina CoronaPocas voces se alzan tan poderosamente como la de Andrea Echeverri. Con una carrera que abarca tres décadas, la vocalista de Aterciopelados ha demostrado que la música es una plataforma para la sensibilidad, interpretar la realidad y plantear preguntas incisivas.
Incluso, ahora, al hacer un repaso por su música, la cantante confiesa que cuando escucha su estrofa “cada vagina será una guillotina”, de la canción “No se viola”, viene a su mente la imagen de una chica muy dark; sin embargo, para ella, también se trata de crear un personaje y una estética que no esté exenta de humor.
“Ser mujer en el show business tiene implicaciones; canciones como ‘El estuche’ o ‘Cosita seria’, que habla de los piropos, son totalmente necesarias. No estamos diciendo que hay que ir por la vida cortando pipís, pero sí hay una cosa de vengadora. Con canciones como ‘No se viola’, también me imagino diosas hindúes que, en vez de tener collares con cabezas, tienen pipís. Me gusta conectar con las mujeres, aunque los hombres se asusten un poco con eso”, platica en exclusiva para Reporte Índigo.
La cantante colombiana se presentó el 9 de septiembre de 2023 en el Hay Festival, en Querétaro, para interpretar el álbum Ruiseñora, proyecto solista de la artista con el que demuestra que más que una cantautora, es una fuerza que irradia feminismo y valentía.
Echeverri se muestra tranquila, con una sonrisa tatuada en su rostro. Platica de una manera armoniosa, pausada y sin prisas. En su cuello cuelga una muñeca pequeña con perlas, gesticula a la par que sus manos sobre la alegría de regresar a México y platicar sobre su actual faceta.
A lo largo de su carrera, ha desafiado las expectativas impuestas a las mujeres en la industria musical, construyendo una identidad artística única que se sumerge en la cultura popular mientras transmite mensajes sobre la esencia y la lucha contra la hipersexualización.
“Ha sido muy difícil ser lo que soy. En cada show me digo ¿Por qué me dedico a esto? Yo creo que para los hombres es un poco menos difícil, porque ellos están sin la presión sexual, entonces cada vez que me voy a subir al escenario, sé que no puedo bailar ‘La danza de los siete velos’, que es como ese poder sexual inapelable, sé que yo no tengo eso y es duro enfrentarse a eso, a que todo el mundo te mire y te juzgue.
“Decidí hacerlo, aunque me dé pena y miedo, pero también empiezas a sentir la necesidad de decir tus cosas”, cuenta.
La importancia del arte
La cantautora cree que su formación en el mundo del arte le ha dado herramientas adicionales para construir su identidad y comunicar sus pensamientos a través de su música.
En esta travesía de tres décadas, Andrea ha experimentado momentos de éxito, desafíos y cambios, ha evolucionado como artista y conectado con su audiencia. A pesar de las dificultades que enfrenta como mujer en la industria, sigue adelante, recordando que el arte es una profesión increíble que puede cambiar vidas y sembrar pensamientos.
“Si no logras cambiar el mundo, por lo menos, soltamos preguntas. Es una profesión muy increíble, pero también muchas cosas terribles, es bravo, pero luego de 30 años sigo sobreviviendo y bien estructurados con Aterciopelados”, explica.
Andrea rememora una ocasión en la que escuchó a un cantante decir que la grandeza artística se construye con el paso de los años y las lágrimas. Ella ha comprobado la veracidad de estas palabras. Al inicio de su carrera, dice, abundaban las ideas, la energía desbordante e intenciones algo ingenuas. No obstante, con el tiempo se forja una estructura que le ha permitido crear a través de la prueba y el error, experimentar y enfrentar momentos de sufrimiento.
Un punk y una chica fresa
En la década de los 90, cuando Aterciopelados comenzó su carrera, la gente los identificaba como “el chico punk y la chica fresa”, 30 años después Andrea lo recuerda con una sonrisa en el rostro y comparte que, de hecho, un periodista musical colombiano dice que son “pura telenovela latinoamericana”.
“Yo era la chica fresa artística, estudié arte, porque chica fresa sin arte es otra chica. Y conocí a Héctor que era un punk, algo de lo que yo no conocía nada; a mí me gustaba el pop, Andy Warhol, el art nouveau.
“De pronto, llega este personaje y me enamoré de él, de esa estética. Empezamos a hacer cosas juntos; me acuerdo que la primera canción que compuse fue ‘El Ángel tras boca’, o sea, era como vomitarse en todo y ahí empezó una historia de amor”, narra Echeverri.
La cantante agrega que, a pesar de que la relación duró poco, por fortuna, su amor por la música era más grande y ambos decidieron seguir con Aterciopelados, una acción que puede verse como transgresora a nivel social.
“También fue un rompimiento de todo, porque en esa época no era como ‘me voy a vivir con quien se me da la gana’, era una sociedad muy conservadora y nosotros rompimos todo eso. Fue una historia de amor corta, pero hermosa, fue el inicio muy de telenovela, todo romántico, con drogas, alcohol e infidelidades”, comparte.
Andrea Echeverri considera que treinta años después, su viaje musical sigue siendo una fiesta, una celebración de la vida y la música. Sus conciertos son una manifestación de alegría y diversión.
Considera a su voz poderosa y la música una terapia tanto para ella como para quienes la escuchan. A pesar de las dificultades de ser una artista que no sigue la corriente comercial, Andrea se siente afortunada de ganarse la vida haciendo lo que ama y recibiendo el apoyo y la admiración de su público.
“Me siento muy feliz de ser música, de viajar, conectar con diferentes personas y de recibir energía bonita, aplausos, admiración. También hay que ganarse la vida. Entonces, si haces algo muy raro y no se vende, pues en algún momento tienes que decidir por algo que venda.
“He sido muy bendecida, porque soy la antítesis de lo comercial, o sea, ‘cada vagina será guillotina, ¿a quién se le ocurre escribir esas cosas? No seré la más masiva, no tendré avión privado, somos obreros del rock, como dice otro amigo mío, pero ¡qué viva el proletariado musical!”, puntualiza Echeverri.
El arte en su máxima expresión
Andrea Echeverri también tiene el proyecto “Ovarios Calvarios”, iniciativa que surgió después de una visita al taller de la artista Dori Salcedo, donde mujeres víctimas de violencia sexual crearon obras de arte con láminas de aluminio y martillos. Se inspiró para escribir canciones antiviolación y crear cerámicas. Actualmente está buscando espacios en la UNAM para traerlo a México.
“Es muy necesario en un mundo donde se violan mujeres y niñas todo el tiempo, donde se esparce la hipersexualización. Busco algo que hable y refleje eso, aunque haya tenido la suerte de no haber sido víctima de algo fuerte, sí he sido víctima de piropos feos, de tarrear. Me ha sido fácil conectar con este tipo de historias y más, si tienes una hija, y crear espacios donde las chicas tengan un espacio seguro para desahogarse”, indica.