¿Amor al arte o abuso?

Amanda Palmer nos sorprendió a todos hace tres meses. La artista de “punk cabaret” se cansó de su sello discográfico, grabó un álbum, buscó financiamiento a través de Kickstarter y obtuvo una respuesta sin precedentes en el sitio de financiación colectiva:  1.2 millones de dólares de apoyo de sus seguidores. 

Juan Antonio Zertuche Juan Antonio Zertuche Publicado el
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Amanda Palmer nos sorprendió a todos hace tres meses. La artista de “punk cabaret” se cansó de su sello discográfico, grabó un álbum, buscó financiamiento a través de Kickstarter y obtuvo una respuesta sin precedentes en el sitio de financiación colectiva:  1.2 millones de dólares de apoyo de sus seguidores. 

Es por eso que la nota la titulamos en estas páginas “De fans a inversionistas”. En esas fechas, los resultados que arrojaba Google con la búsqueda “Amanda Palmer” hablaban de una historia de éxito, una simbiosis entre música, tecnología y participación colectiva a través de la Red. Hoy, los resultados de esa misma búsqueda no tienen absolutamente nada que ver con los que vimos hasta hace un par de meses. 

Nadie veía venir el giro que dio esta historia. Un día Amanda Palmer es la heroína de la música independiente y el “crowdfunding” (financiación colectiva) por haber abandonado su sello discográfico para tener total control artístico y monetario sobre su proyecto; tres meses después, la cantante estadounidense se vuelve una fugaz enemiga de los músicos profesionales. 

¿Qué salió mal? Un breve resumen. Después de recolectar esa gran suma, Palmer decidió transparentar su uso y detalló en su blog en qué gastaría ese dinero. El simple hecho de que los fans pudieran financiar un álbum, una gira y la grabación de videos musicales, sin un solo centavo de una disquera, representaba un triunfo. 

No obstante que contaba con 1.2 millones de dólares en la bolsa, Palmer recurrió de nuevo a la bondad de los fans y usuarios de Internet para buscar mediante una convocatoria abierta (“crowdsourcing”, en inglés) a músicos “medio profesionales” para que se unieran a su banda, The Grand Theft Orchestra, en cada ciudad de la gira. 

‘Abrazos’ por trabajo

“Este es el trato”, escribió Palmer en su sitio oficial, “se tienen que presentar en la tarde para hacer un rápido ensayo (las partes son bastante simples). Después, ¡regresan para el show! Los alimentaremos con cerveza, los abrazaremos, les daremos artículos promocionales de la banda y les daremos inmensamente las gracias por sumarse al gran sonido que planeamos hacer”. 

Algunos músicos se emocionaron con la idea, pero otros se indignaron. Los comentarios de esa entrada en el blog comenzaron a llenarse de críticas de aquellos que no estaban de acuerdo en que no se les pagara a los músicos. “Los abrazos no pagan la renta”, decían los más indignados. 

Algunos fans también plasmaron su desacuerdo en los comentarios. Con el tema de la economía y el desempleo en Estados Unidos tan latente, a muchos no les pareció que después de haber recibido una cantidad millonaria, Palmer se diera el lujo de pedir trabajo gratis… o a cambio de pasar un buen rato. 

Uno de los comentarios más sarcásticos, decía: “Tendré un concierto casero en mi lugar. Deberías traer tu gira a mi casa y tocar gratis. Te serviría de experiencia”.  

Incluso el tema escaló hasta los sindicatos. “Si hay una necesidad de que el músico esté en el escenario, entonces debe haber una compensación por ello”, dijo Raymond M. Hair Jr., presidente de la American Federation of Musicians. 

Cuestionada por The New York Times, Palmer dijo –previo a salir de gira– que no le alcanzaba para pagarle a esos músicos extra (un cuarteto de cuerdas y tres o cuatro saxofonistas). Según ella, contratar tal cantidad de músicos tendría un costo de alrededor de 35 mil dólares para cubrir todas las fechas de la gira. 

Palmer comentó en una entrevista con el mismo diario que le parecían absurdas las críticas. “(…) si mis fans están felices y mi audiencia está feliz y los músicos en el escenario están felices, ¿entonces cuál es el problema?”. 

El problema fue que la historia comenzó a ganar eco en los medios hasta que cayó en manos de Steve Albini. De la nada, Palmer se enfrascó en una acalorada polémica –en línea y en declaraciones cruzadas a los medios de información– con el súper productor, uno de los más prominentes de las últimas dos décadas, responsable del sonido de bandas tan influyentes como Pixies y Nirvana.  

La discusión

Esta historia conjuntó el alcance de la Red con un proyecto musical; el desafío a la cerrada industria discográfica y su poder, pues como Amanda dijo “we are the media” (“nosotros somos los medios”); y la comodidad de recurrir al trabajo colaborativo. Para muchos fue absurdo, en las palabras de Albini, Palmer es una “idiota” y “solo está demostrando que no es tan buena en su profesión como Jandek, Moondog o GG Allin, toda banda que alguna vez salió de gira sin presupuesto para sobornos”.

Buenas críticas

Polémica aparte, el álbum de Palmer ha sido recibido con muy buenas críticas. En el sitio Metacritic, que hace un promedio de las reseñas publicadas en diferentes medios, “Theatre is Evil” sobresale con un promedio de **83/100** con críticas generalmente buenas. 

Palmer y su banda lanzaron hace un par de semanas el primer sencillo “The Killing Type”, acompañado de un sangriento video financiado con el dinero que recaudó en Kickstarter. Si te gusta la teatralidad, coros agresivos y un sonido punk semi acústico, este álbum te gustará.

“Theatre is Evil”
[8 Ft. Records; 2012]

Todo sobre Amanda
Sitio oficial

“The Killing Type”
Video oficial

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