Amigos imaginarios ‘para toda la vida’

Ante un reto, los niños que tienen amigos imaginarios tendrán más herramientas para resolver un problema o “salir del paso” tanto de pequeños como de adultos, según un estudio publicado este mes en Journal of Experimental Child Psychology. 

En el estudio, realizado por psicólogos británicos de la Universidad de Durham y la Universidad de York, se demostró que los niños con amigos imaginarios utilizan un lenguaje privado –pensamientos verbalizados, murmullos ininteligibles– que es más interiorizado que el habla de sus compañeros que prescinden de estas amistades. 

Eugenia Rodríguez Eugenia Rodríguez Publicado el
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Ante un reto, los niños que tienen amigos imaginarios tendrán más herramientas para resolver un problema o “salir del paso” tanto de pequeños como de adultos, según un estudio publicado este mes en Journal of Experimental Child Psychology. 

En el estudio, realizado por psicólogos británicos de la Universidad de Durham y la Universidad de York, se demostró que los niños con amigos imaginarios utilizan un lenguaje privado –pensamientos verbalizados, murmullos ininteligibles– que es más interiorizado que el habla de sus compañeros que prescinden de estas amistades. 

De hecho, se ha comprobado que el lenguaje interno contribuye a que los pequeños tengan un mejor desempeño en tareas cognitivas. 

Entre las conclusiones también se reveló que involucrarse con amigos ficticios podría ayudar a que los niños desarrollen habilidades sociales de una forma similar a como lo haría una conversación real con un adulto. 

En el estudio participaron cerca de 150 niños de aproximadamente cinco años. El experimento, realizado en laboratorio, consistió en grabar a cada uno de los niños mientras jugaban durante una supuesta visita a una heladería. Se les dotó de juguetes y otros objetos. 

Durante el juego, los investigadores observaron a los niños que habían reportado tener amigos imaginarios, para comparar su comportamiento, respecto a aquellos que no los tenían. Específicamente, se enfocaron en el lenguaje privado o susurros de los niños, y se encontró que aquellos que sí tenían amigos imaginarios mostraron el doble de lenguaje privado que quienes dijeron que no tenían este tipo de compañeros.

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