América Latina, lejos de un nuevo boom literario

Escritores como Alberto Chimal y su tocayo venezolano Alberto Barrera aseguran que el movimiento cultural que inmortalizó a sus protagonistas en los años 60 no ocurrirá de nueva cuenta debido a que son otros tiempos editoriales y sociales en el continente latino
Fernanda Muñoz Fernanda Muñoz Publicado el
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El boom latinoamericano no se volverá a repetir. Hace poco más de 50 años, un grupo de escritores originarios de América Latina protagonizaron un movimiento cultural que fue impulsado por editoriales en un momento histórico importante para el continente, dos actos que actualmente no sucederán de nuevo, poniendo en duda el surgimiento de una nueva agrupación literaria.

“Hay escritores y escritoras latinos de gran calidad, eso de entrada. Pero creo que hay condiciones muy distintas en el mundo editorial actualmente, muy diferentes a las que permitieron y alentaron el surgimiento del boom latinoamericano y que no se va a volver a repetir para mi manera de pensar”, aseguró el poeta y narrador mexicano Luis Jorge Boone.

El argumento del escritor es que actualmente no hay juicios absolutos ni este tipo de términos que en los años 60 y 70 eran muy escuchados, como la gran novela, la gran casa editorial o simplemente el gran novelista.

“Yo cada vez que escucho esas cosas como ‘hay un gran editor’ me río un poco porque decir eso es como estar retrasado en noticias, siendo que el panorama es otro: hay una variedad de propuestas, de voces, eso es lo que actualmente estamos viendo”, asegura Boone.

Por su parte, el escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka aseguró a Reporte Índigo que no podría haber un nuevo boom literario actualmente, porque en aquellos años la literatura latinoamericana era bastante desconocida en el resto del mundo, había menos información y menos flujo de la misma y, por lo tanto, era más fácil articular una idea única. Admitió que gran parte del éxito del boom fue que los protagonistas eran vistos como líderes de opinión.

En ese sentido, el escritor argentino Julio Cortázar admitió en entrevista con Joaquín Soler Serrano, en 1977, que lo que le alegraba de ese fenómeno llamado boom es que, en primer lugar, los integrantes del movimiento habían sido leídos por primera vez por sus compatriotas y que habían generado confianza hacia los mismos.

“Yo pertenezco a una generación que no leía a los escritores latinoamericanos, sino a cuenta gotas. Teníamos a Borges, a (Juan Carlos) Onetti, a dos o tres, y ahí se acababa. Lo que leíamos era la última noticia de la novela de Graham Greene o (Ernest) Hemingway, magníficos escritores que hay que leer, y en buena hora, pero estábamos de espaldas a nuestra realidad.

“Y gracias a eso que llaman ‘el boom’, hay miles de latinoamericanos a quienes se les ha despertado ese hecho maravilloso de tener confianza en sí mismos como pertenecientes a una sociedad, a una cultura, a un ritmo histórico. Entonces de golpe tenemos un continente que nos lee a nosotros, eso significa un signo revolucionario, una búsqueda de identidad. Sabemos cada vez mejor que somos latinoamericanos”, admitió el autor de Rayuela.

El originario del país petrolero, Alberto Barrera, agregó que entre las diferencias que hay en los años 60 a la actualidad, es que hay una manera distinta de narrar, pues asegura que los escritores del movimiento cultural tenían una ambición de totalidad y pretendían ser la cara de la literatura de un continente.

El boom latinoamericano surgió en los años 60 e inicios de los 70, cuando los países que conforman América Latina enfrentaban conflictos políticos y sociales de diferentes magnitudes. Uno de los más recalcables en la historia fue la Revolución cubana, un acto realizado en una nación en el que sus ciudadanos vivieron entre las represiones de sus gobernantes por años

Además, se destacaron las revelaciones juveniles, como México en el 68, cuando jóvenes murieron por manifestarse en contra de lo social y político ya establecido.

En ese tiempo, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Jorge Amado, Ernesto Sábato, y el maestro de gran parte de ellos, Jorge Luis Borges, estaban haciendo lo que más les apasionaba: escribir.

Aunque este grupo ya estaba consolidado por separado debido a que cada uno tenía escritos publicados, el salto se dio hasta que las editoriales latinas impulsaron de manera internacional sus materiales.

“El término boom es acuñado desde el medio editorial para marcar a un grupo de latinoamericanos que ya estaban produciendo, y señalarlos dentro del mercado internacional”, admite Alberto Chimal, escritor mexicano.

El autor de Manos de Lumbre agrega que la denominación “boom” respondió no solamente a intereses mercantiles, sino que dio cierta coyuntura política al continente, haciendo que América Latina tuviera una visibilidad particular muy a la vista de la opinión pública mundial.

Chimal admite que, aunque es poco probable que vuelva a surgir un nuevo movimiento literario señalando a escritores como los elegidos, se podría comenzar a tomar vuelo escribiendo sobre todo el tipo de violencia que se vive actualmente.

“Hay una corriente que me parece más prometedora e interesante en la narrativa hispanoamericana, y que quizás pudiera levantar vuelo. Tiene que ver con la reivindicación no tanto política como en otra época, sino más bien cultural que ahora se ve muy necesaria a la vista de ascenso del racismo que ha habido y que ahora está difundido sin ningún tipo de excusa ni maquillaje, por ejemplo, con el régimen de Estados Unidos. 

El autor admite que esa opción tendría que enfocarse en examinar la realidad no sólo local sino internacional del ser humano en este momento de la historia, desde una perspectiva propia, que es la hispanoamericana.

Tomando en cuenta la opinión del autor mexicano, los escritores actuales podrían escribir sobre el cambio cultural y social que podría suceder en México con el próximo cambio de gobierno, al igual que en Brasil tras el triunfo de Jair Bolsonaro; en Argentina, sobre las múltiples manifestaciones en contra del aborto o el recién aprobado presupuesto económico; en Venezuela, el control que el gobierno tiene ante sus ciudadanos, quienes han optado por abandonar su nación y refugiarse en Colombia o Costa Rica.

Y ni se diga más de El Salvador, Honduras y Guatemala, estados que tienen a miles de sus ciudadanos fuera de sus tierras, pues decidieron abandonarlas debido a la escasez de empleo; en Nicaragua, los ciudadanos buscan que Daniel Ortega dimita de su cargo, después de haberse convertido en un gobernante similar a Somoza, contra quien luchó militarmente.

Los escritores latinos actuales demandarían todo este tipo de actos, y más, por escrito. Sin embargo, no se les vería como los únicos conocedores de esos hechos, sino como los portavoces de toda una comunidad latina que tiene mucho que decir.

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