Hola, soy carbohólico
Así como hay personas adictas al alcohol –alcohólicos– también hay aquellas que son carbohólicas, es decir que su adicción recae en el consumo excesivo de carbohidratos (carbs).
Y es que entre más se comen carbohidratos, más los pedirá el organismo, tal como lo indicó el Dr. David Ludwig, quien estudia y trata casos de obesidad en la Harvard Medical School.
Pero, ¿de dónde viene ese antojo imposible de resistir? La respuesta es de la insulina.
María Alesandra Pámanes
Así como hay personas adictas al alcohol –alcohólicos– también hay aquellas que son carbohólicas, es decir que su adicción recae en el consumo excesivo de carbohidratos (carbs).
Y es que entre más se comen carbohidratos, más los pedirá el organismo, tal como lo indicó el Dr. David Ludwig, quien estudia y trata casos de obesidad en la Harvard Medical School.
Pero, ¿de dónde viene ese antojo imposible de resistir? La respuesta es de la insulina.
Esta hormona que libera el páncreas es la que se encarga de regular el metabolismo, así como de los carbs, las grasas y las proteínas.
Y cuando la persona no puede dejar de comer un carbohidrato es por la resistencia a la insulina y por la alteración del metabolismo que ésta provoca.
Esa reacción hormonal es la que precisamente causa que se antojen más estos alimentos ricos en azúcar y grasa. Y que el cuerpo los siga pidiendo (respuesta adictiva).
Ludwig subrayó que los niveles altos de insulina envían una señal al cuerpo de que se acumulen las grasas y se quemen los llamados carbs.
La insulina también hace que la energía se almacene en las células de la grasa, lo que significa que otras células se van a descuidar, dijo Sarah Schmalbruch, de Business Insider. No solo eso, “esto se convierte en más hambre, que es lo que también provoca que se anhele ingerir más carbohidratos”.
Schmalbruch dijo que para prevenir enfermedades como diabetes, sobrepeso y obesidad, la mejor manera es restringir los carbohidratos y en su lugar inclinarse por los alimentos con alto contenido de grasas saludables.
De acuerdo a Ludwig, esas grasas saludables dan la sensación de estar satisfecho y no disparan la producción de insulina en el cuerpo.
La mencionada reacción en cadena en la que la insulina es la clave puede ser la alternativa para evitar y prevenir el desarrollo de padecimientos como sobrepeso, diabetes y obesidad, los cuales son un enemigo de la salud pública, económica y social en México.
Según datos de la Secretaría de Salud, el 71.2 por ciento de la población adulta mexicana tiene sobrepeso u obesidad y el 40 por ciento es víctima del Síndrome Metabólico.
No satanizarlos
Tampoco se trata de hacer de los carbohidratos un enemigo público, sino de informarse y distinguir qué alimentos brindarán beneficios al organismo.
Los carbohidratos son una extraordinaria fuente de fibra y energía, siempre y cuando se trate de aquellos que no sean refinados y no contengan azúcares.
Para evitar los efectos negativos de los carbs se debe controlar la cantidad que se consume y de preferencia satisfacer la necesidad de los mismos con cereales integrales, frijoles, frutas y verduras.
Y se aconseja comer fibra, pues previene de presión arterial elevada y promueve la pérdida de peso, según el Institute of Medicine.
Hay de carbohidratos a otros
Aunque ambos contienen grasa y fomentan el aumento de peso –y el riesgo de desarrollar enfermedades–, no es lo mismo un taquito al pastor que una dona de chocolate.
De hecho, unos aumentan los niveles de insulina más que otros, específicamente los que forman parte del grupo de alimentos con alto índice glucémico, tales como los panes, las galletas, los pasteles, las donas, los cereales y las empanadas a las que es casi imposible rechazar.
El pan dulce, uno de los favoritos de los mexicanos, cae en la mencionada categoría.
Miedo a los carbs
Por otro lado, cuando el deseo de perder peso se vuelve una obsesión, la persona puede caer en la carbofobia, que es un miedo exagerado a consumir este tipo de alimentos que, con medida y cuidado, brindan beneficios al organismo.
Para los carbofóbicos, los carbohidratos sí son nutrientes… pero malos. Y no toman en cuenta que los carbs aportan entre el 45 y el 55 por ciento de la energía que necesita el cuerpo diariamente.
Los que padecen la fobia a estos alimentos deben eliminar ese miedo infundado y saber que los hidratos de carbono se dividen en dos grupos: azúcares y almidones (harina, tubérculos y legumbres).
El secreto para una vida sana y una nutrición complementaria está en el balance, la actividad física moderada y también en el consumo –no excesivo– de carbs, pero que sean los del grupo de los almidones.