Alimentación a dos tiempos

En México hay personas que en este momento no saben si comprar una dona o un chocolate para satisfacer los antojos de media tarde. Mientras que hay otras que ni siquiera completan las tres comidas del día.

María Alesandra Pámanes María Alesandra Pámanes Publicado el
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10%
de los mexicanos consume dos comidas al día, por falta de dinero para una tercera

En México hay personas que en este momento no saben si comprar una dona o un chocolate para satisfacer los antojos de media tarde. Mientras que hay otras que ni siquiera completan las tres comidas del día.

El 10 por ciento de la población no consume una o dos comidas al día porque no cuenta con los recursos económicos suficientes, según la investigación titulada “Disponibilidad de alimentos en los hogares mexicanos de acuerdo con el grado de inseguridad alimentaria”, a cargo de Luis Ortiz Hernández y Reyna Guadalupe Valencia Valero, del Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Este estudio fue realizado con los datos de más de 27 familias del país, así como con información recabada por la “Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares” realizada por el Instituto Nacional de Geografía e Informática (Inegi).

El año pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) señaló que en nuestro país, cada persona desperdicia casi 230 kilos de comida al año, mientras que 7.4 millones de mexicanos tienen carencia alimentaria y viven en pobreza extrema.

En nuestro país, se pierden 100 mil millones de pesos al año en desperdicios alimenticios, según la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol). Hasta el 2013, los mexicanos desperdiciaban casi el 46 por ciento del arroz, el 37 por ciento de la leche, y el 24 por ciento del frijol.

Esto equivale a que en la República Mexicana se desperdicia 37 por ciento de la producción nacional de alimentos. El 14.5 por ciento de los niños de edad preescolar –que viven en poblaciones rurales– tiene desnutrición crónica, un proceso en el que se agotan las reservas orgánicas en el cuerpo humano, a raíz de una carencia de proteínas y calorías.

Lo que es igual a que 1.5 millones de menores a los cinco años en México sufren de desnutrición crónica.

Una publicación en SinEmbargo.mx indicó que, en palabras de Luis Ortiz Hernández, “lo más preocupante de estos datos es que en México hay niños que se van a la cama sin comer”. Esto conlleva no solo a desnutrición y problemas en el crecimiento y aprendizaje de los menores, sino que fomenta que los más pequeños desarrollen problemas de salud tales como obesidad.

Ortiz Hernández, de acuerdo a la publicación mencionada, alegó que la falta de recursos económicos para llevar una dieta saludable provoca que las personas adquieran “alimentos baratos que son ricos en azúcares y calorías: aceite, arroz, productos de trigo, y no pueden comprar frutas, verduras, carnes magras y lácteos que tienen un mayor contenido nutrimental”. 

No solo eso, SinEmbargo.mx también aludió a los resultados del cuestionario sobre los precios de la Canasta Alimenticia Recomendable (CAR) más reciente del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Universidad Nacional Autónoma de México, en los que se demostró que debido a la caída del poder adquisitivo, en México las personas consumen cada vez menos productos como leche, carne, huevo y pan, que son ricos en proteína.

Hambre y desperdicio

Uno de los tantos factores que contribuyen a los problemas de nutrición y alimentación en América Latina es el desperdicio.

Según un informe de la FAO, publicado en verano de este año, en América Latina y el Caribe se desperdicia más de comida que la que se requeriría para alimentar a las 47 millones de personas estimadas que sufren de hambre en esos lugares.

El informe de la FAO también reveló que “cada año la región pierde o desperdicia alrededor del 15 por ciento de sus alimentos disponibles, lo que reduce la disponibilidad local y mundial de comida, genera menores ingresos para los productores y aumenta los precios para los consumidores”.

Con lo que se pierde de alimentos en América Latina y el Caribe, se podría alimentar al 64 por ciento de las personas que tienen hambre.

Y es que el 28 por ciento del desecho ocurre a nivel de los consumidores, otro 28 por ciento cuando se producen los alimentos, 22 por ciento a lo largo del almacenamiento de los productos, 17 por ciento en la distribución y el resto en el procesamiento de los mismos.

En el caso específico de México, en febrero de este año la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos (AMBA) reveló que cada día se desperdician más de 30 mil toneladas de alimentos en buen estado. Pero si de ese desperdicio, 20 mil toneladas se canalizaran a personas que no tienen acceso a una alimentación adecuada, se podría erradicar la pobreza alimentaria a nivel nacional. 

Así que no solo un sector de la población satisface antojos de media tarde, sino que se da el lujo de desperdiciar, pese a la situación de hambre en el país.

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