Todo comienza en 1985. Un escritor relata la historia de esplendor y decadencia de ‘El Gran Hotel Budapest’.
En la crónica, se ven pasar los años de este hombre, pero también el ocaso de un peculiar lugar que su director sitúa como un punto imaginario de cualquier parte de Europa. Uno aislado y lujoso debo mencionar, al que pocos pueden llegar.
Conocido por su extravagancia y su amoroso conserje, llega el rumor de que una las damas que más frecuentaba el Budapest ha sido asesinada, el hotel, es el punto de referencia para resolver tal atrocidad criminal.
El murmullo no toma forma definida debido a la aprovechada familia, pero se dice, que quien la mató fue Mr. Gustave, el mayordomo de aquel rosa y rectangular lugar, que recibió en un cuadro, lo mejor de la herencia.
Dispuesto a todo, Gustave huirá con la pintura en compañía del ‘botones’, Zero Moustafa y su extraña novia Agatha, una pastelera con un lunar en la mejilla que tiene la forma de México.
Entre escapar, trenes, pasteles, el desliz, los amores, la aventura y otra serie de eventos no tan desafortunados, sus personajes vivirán dentro de la divertida comedia de Wes Anderson, donde lo más importante es la amistad.
‘El Gran Hotel Budapest’ es apreciada por los críticos como una de las obras maestras del director estadounidense Wes Anderson, la cual lleva al matadero a cada uno de sus personajes.
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