Carecer de un círculo de amistades cercanas o de fuertes lazos familiares puede llegar a ser tan dañino para la salud como el alcoholismo o el hábito de fumar. Incluso resulta más peligroso que la inactividad física y la obesidad.
A esta conclusión llegaron científicos de la Universidad Brigham Young, en Estados Unidos, al analizar 150 estudios sobre el registro de la salud y los hábitos sociales de más de 300 mil personas de diversos rangos de edad.
Encontraron que el riesgo de morir entre quienes llevaban una vida rica en relaciones sociales era 50 por ciento menor que entre quienes gozaban de un número limitado de vínculos sociales.
Los hallazgos, publicados en 2010 por la revista científica PLoS Medicine, coinciden con la postura de Christina Victor, docente en salud pública de la Universidad de Brunel, en Londres y especialista en los efectos del aislamiento social y la soledad en adultos mayores, quien dijo a la BBC que “el principal factor que asegura una buena calidad de vida es tener relaciones sociales”.
Las repercusiones del aislamiento social en la salud no hacen distinción de edad, pero los adultos mayores son un grupo particularmente vulnerable.
Un estudio publicado en febrero de este año en el Journal of Proceedings of the National Academy of Sciences revela que la falta de vínculos sociales puede contribuir a aumentar el riesgo de muerte precoz en adultos mayores, independientemente de que sientan o no soledad.
En el proyecto, encabezado por Andrew Steptoe, profesor en epidemiología y salud pública de la Universidad College de Londres, fueron analizados datos de salud, longevidad y bienestar social de 6 mil 500 británicos mayores de 50 años en el periodo 2004-2012.
Para evaluar el factor de aislamiento social, tomaron como base reportes en los que los participantes precisaban qué tanto contacto social mantenían con familiares, amistades y organizaciones civiles. Y para medir sus niveles de soledad, les aplicaron un cuestionario.
Los investigadores encontraron que entre quienes vivían con mayor aislamiento social, el riesgo de morir era 26 por ciento más alto que entre quienes llevaban una vida socialmente más activa. Incluso tomando en cuenta la edad y los antecedentes de salud, factores que también inciden en la mortalidad.
Ambos indicadores también fueron considerados al analizar qué tanto podían influir los sentimientos de soledad. Lo que se encontró es que sentirse solo no era en sí mismo un detonador de la muerte.
“Cuando pensamos en soledad y aislamiento social, tendemos a considerarlos como dos caras de la misma moneda”, dijo Steptoe a la revista científica Nature.
El especialista señala que los resultados del estudio demuestran que vivir sin interacción social es perjudicial para la salud, sin importar si uno se siente solo o no, pues “cuando se está socialmente aislado, no solo se carece de compañía en muchos de los casos, sino que también se falta la atención y el apoyo de otras personas”.
La ausencia de un tercero a quien acudir en caso de emergencia o de algún contacto cercano que esté al tanto de los primeros síntomas de una enfermedad, o de alguien que se cerciore de que la prescripción del tratamiento sea la adecuada, dan pie a que el aislamiento social sea un factor de riesgo en casos de muerte prematura.
Sin embargo, el director del Centro de Neurociencia Cognitiva y Social de la Universidad de Chicago, John Caccioppo, quien ha publicado estudios sobre los efectos de la soledad en el deterioro de la salud y su incidencia en la mortalidad en adultos mayores, advierte que los hallazgos se pudieron haber visto influidos por diferencias culturales.
“Por ejemplo, dado que los británicos tienden a ser reservados y poco expresivos, esto puede significar que las personas que viven solas son menos propensas a expresar sentimientos de soledad que quienes viven en Estados Unidos”, dijo el autor del libro “Loneliness: human nature and the need for social connection” (Soledad: naturaleza humana y la necesidad de los lazos sociales).
La soledad llama a la muerte
El estudio de Andrew Steptoe sobre el aislamiento social se suma a un cúmulo de evidencia científica sobre el impacto que tienen en la salud física y mental la falta de lazos sociales, la vida en solitario y el sentimiento de soledad.
Por ejemplo, investigadores de la Escuela Médica de Harvard encontraron que las personas que vivían solas eran más propensas a morir de un ataque cardiaco o de un accidente cerebrovascular (ACV) que quienes vivían acompañadas.
Llegaron a esta conclusión luego de dar seguimiento durante cuatro años a cerca de 45 mil personas, algunas víctimas de enfermedades del corazón y otras con riesgo de sufrir padecimientos de este tipo.
La investigación, publicada en 2012 por la revista Archives of Internal Medicine, señala que el hecho de vivir en soledad aumentó 24 por ciento el riesgo de muerte precoz en los participantes más jóvenes, que tenían entre 45 y 65 años. En el grupo de adultos mayores, cuyas edades iban de 66 a 80 años, el riesgo de mortalidad asociado a la vida en solitario fue de 12 por ciento.
También se ha demostrado que el contacto físico de un ser querido, además de ser un antídoto contra la depresión, sirve de analgésico, fortalece el sistema inmunitario y reduce tanto la presión sanguínea como el ritmo cardiaco, entre otros efectos fisiológicos.
En una investigación realizada por la Universidad Estatal de Ohio, se observó que en respuesta al estrés, las personas solitarias, sin importar su estado de salud, mostraban más síntomas de inflamación que aquellos participantes que decían sentirse socialmente conectados.
En el estudio, presentado en enero de este año en Nueva Orleans, durante la reunión anual de la Sociedad de Psicología de la Personalidad y Social, se comparó a un grupo de 200 sobrevivientes de cáncer de mama, con edad promedio de 51 años, con un grupo de personas sanas.
Los resultados fueron obtenidos mediante el análisis de pruebas de sangre y de una escala científica que mide las percepciones de soledad y aislamiento social.
Envejecimiento de la población
Ante la certeza del envejecimiento poblacional, es necesario que el aislamiento social en personas de la tercera edad sea asumido como un tema de salud pública.
Esperanza de vida
Mujeres
— 1970 > 61.2
— 2010 > 73.3
Hombres
— 1970 > 56.4
— 2010 > 67.5
Según proyecciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se espera que para el año 2050 vivan 1.5 mil millones de personas mayores de 65 años, lo que representaría 16 por ciento de la población global.
En México, se espera que se triplique el número de personas de la tercera edad para el año 2050. De acuerdo al Consejo Nacional de Población (Conapo), habría casi 34 millones de adultos mayores, el 27 por ciento de la población nacional estimada.
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