El #AdiósALosDesechables en la Ciudad de México también impacta en los productos de gestión menstrual. Desde el 1 de enero de 2021 entró en vigor la reforma a la Ley de Residuos Sólidos que prohíbe vender, distribuir y entregar plásticos de un solo uso.
Los aplicadores de tampones, fabricados total o parcialmente de plásticos y diseñados para su desecho después de ocuparlos, son parte de esta medida. Esto se debe a que no están concebidos para lograr, dentro de su vida útil, múltiples rotaciones.
“La ley es un buen inicio, creo que es algo que debió hacerse hace mucho tiempo. A veces es sumamente absurda la vida útil de algunos productos, es de unos segundos, como la de los aplicadores de tampones”, menciona Nayeli Ortega, maestra en Ciencias, en entrevista con Reporte Índigo.
“El que lo estén prohibiendo sí es un avance en términos de recuperar la autonomía sobre el cuerpo porque la mayoría de las mujeres, al menos de mi generación, llegamos a usar el tampón. Pero todavía hay que seguir generando información para las niñas, para que no caigan en lo desechable”, dice Karla Helena Guzmán Velázquez, maestra en Sociedades Sustentables.
De acuerdo con datos de la colectiva Menstruación Digna México, las mujeres, niñas, adolescentes y otras mujeres requieren 360 tampones o toallas en promedio al año. Se trata de bienes de primera necesidad que tienen repercusiones económicas y en el medio ambiente.
Por una gestión menstrual consciente y ecológica
Ante el #AdiósALosDesechables en la Ciudad de México, hay tampones con aplicador reutilizable, de otros materiales, como el cartón, que tardan menos en degradarse o incluso sin aplicador. Sin embargo, estos y muchos otros productos de gestión menstrual son de un solo uso, por lo que hay que pensar en una menstruación consciente y ecológica.
“Hablar de alternativas sustentables tiene que ver con romper con un modelo de consumo de algo que compras una vez y lo tiras, con la lógica de lo desechable”, expresa Karla Helena Guzmán Velázquez.
La copa menstrual, las toallas sanitarias de tela que son lavables, los calzones especiales para la menstruación, los tampones de esponja marina o de tela que son reusables e incluso el sangrado natural son algunas alternativas que enlista Nayeli Ortega
“Habría que analizar también la responsabilidad que se nos carga al consumidor, mientras tanto hay muchas alternativas ecológicas a la menstruación, pero nos presentan las toallas desechables como si fueran lo único. Aparte del beneficio obvio también son mucho más amigables para nuestro cuerpo”, asegura la especialista en fisiología reproductiva femenina.
Guzmán Velázquez señala que el consumo de desechables ha sido inducido y responde a las lógicas del mercado, lo cual pone en riesgo la conciencia sobre el ciclo menstrual.
“Hemos perdido conocimientos ancestrales sobre una menstruación consciente, de autonomía sobre nuestro cuerpo. Nuestras abuelas, por ejemplo, usaban compresas de algodón y yo siempre les digo que ustedes deben decidir qué quieren usar porque pueden aprender a hacer sus propias toallas de tela o usar una copa que les puede ayudar a descubrir su cuerpo, a tocarlo, explorar su vagina y conocer su útero”, afirma.
Independientemente del producto que se utilice o no, hay que dejar de decir “higiene menstrual” para romper el mito de que la regla es algo sucio. Esto también forma parte de la menstruación consciente.
“Se refiere a vivir el proceso de una manera más conectada con el cuerpo como con la mente. Casi no se habla del ciclo menstrual y darnos cuenta de que no son sólo algunos días que sangramos al mes, sino que son cambios a todos los niveles, nos da muchas más posibilidades de autoconocimiento”, refiere Ortega.
Redes de ecofeminismo
Karla y Nayeli son activistas. La geógrafa y la bióloga, respectivamente, se dedican, además de sus profesiones, a difundir información acerca de la menstruación.
Guzmán Velázquez es una de las coordinadoras de la página de Facebook La Lechuza Buza Ecored Feminista, integrada por 20 mujeres que promueven el uso de la copa menstrual y las toallas sanitarias de tela.
“Decidimos dar cursos y no sólo dedicarnos a vender porque es continuar con la lógica del capitalismo verde que se roba los discursos ambientalistas sólo para ofertar productos que no resuelven el problema de raíz”, cuenta Karla Helena.
Ortega es parte de la comunidad de Facebook Menstruación Consciente Eco-feminismo México, que también ofrece copas menstruales y toallas lavables.
“Está la inquietud de hacer un grupo en el que podamos compartir experiencias entre mujeres. Isadora Bonilla nos lo propone y abre la página”, comenta.
Ambas se reconocen como ecofeministas, un movimiento con conexión entre la explotación que se le da a la naturaleza y la equidad para las mujeres, en palabras de Nayeli Ortega. Una praxis, más que una etiqueta, que critica al feminismo por ser antropocéntrico y al ecologismo por ser machista, según Karla Helena Guzmán Velázquez.