Adictos al bronceado
Llega el verano y algunas personas tienen un solo objetivo en la mira: tener una piel bronceada. Lucir una piel morena, tersa y brillante es un lujo de muchos pero, como en todo, también conlleva sacrificios y el precio que se tiene que pagar puede costar la salud.
De hecho, según la Asociación Española Contra el Cáncer, en la última década aumentaron en un 50 por ciento los casos de personas con cáncer de piel a causa de la exposición solar.
María Alesandra PámanesLlega el verano y algunas personas tienen un solo objetivo en la mira: tener una piel bronceada. Lucir una piel morena, tersa y brillante es un lujo de muchos pero, como en todo, también conlleva sacrificios y el precio que se tiene que pagar puede costar la salud.
De hecho, según la Asociación Española Contra el Cáncer, en la última década aumentaron en un 50 por ciento los casos de personas con cáncer de piel a causa de la exposición solar.
Cuando la exposición a los rayos ultravioleta (UV) se vuelve una adicción se le llama tanorexia y de acuerdo a un estudio de la Escuela de Medicina de Harvard, esa exposición puede ser crónica, dado que se liberan endorfinas, las cuales son conocidas como las hormonas del “bienestar”.
Entre las conclusiones del estudio resalta que la adicción a los rayos UV comparte la misma vía hormonal que el consumo de heroína.
Y David Fisher, autor del estudio de Harvard que fue publicado en la revista científica Cell, señaló que “es sorprendente que estemos genéticamente programados para ser adictos al carcinógeno más accesible del mundo: el sol”.
Aunque el estudio fue realizado con ratones, Fisher y su equipo pretenden validar estos experimentos en humanos, pues el experto cree que “es posible que mecanismos similares operen en personas”, según declaró a la agencia SINC.
Fisher subrayó que los resultados de su análisis son de gran utilidad para que las personas tomen precaución y tengan mayor conocimiento sobre los riesgos de exponerse al sol, la probabilidad de padecer cáncer de piel, así como el envejecimiento acelerado de la dermis.
La decisión de protegernos de los UV debe “ser un esfuerzo consciente en lugar de una preferencia pasiva”, enfatizó.
Y es que el problema no es broncearse, sino el exceso, Josep Malvehy, director de la unidad del Melanoma del Hospital Clínico de Barcelona, afirmó que “cada quemadura va dañando a las células que intentan reparar las alteraciones que afectan a su ADN, lo que puede desencadenar, acumulativamente, daños celulares que ocasionen un tumor”.