Corría el domingo 24 de noviembre de 1991, la noche anterior había sido muy complicada, Freddie Mercury, una de las más grandes leyendas del rock que poco tiempo antes brincaba por los escenarios como si su energía nunca fuera a terminar, ya no podía ponerse en pie.
El médico recomendó poner morfina para aliviar el dolor que sentía. Era el SIDA haciendo sus últimas jugadas en el cuerpo de Mercury. No duraría más de dos días con vida.
El inicio del fin
A mediados de los 80 el SIDA comenzaba a hacer estragos en la población y la homosexualidad era un tabú. En este contexto, Freddie sabía que algo con él no estaba bien, “tal vez pensó que estaba infectado, pero nuevamente, como muchos de nosotros, dejó ese pensamiento en el fondo de su mente, mentalizado de que no le afectaría”, dijo Peter Freestone, su asistente.
Mary Austin, su exnovia y gran amiga, lo convenció para hacerse la prueba y en 1987, Freddie conoció el resultado: era cero positivo. Mercury resolvió que no lo contaría a nadie más que a su círculo cercano y continuó haciendo música hasta el último momento.
Viajó con la banda a Suiza a los estudios Mountain en Montreux y realizó su última aparición pública en los Brit Awards, pero la enfermedad avanzaba rápidamente y los cuidados no eran suficientes, por lo que decidió regresar a Garden Lodge y tomó la decisión de suspender su medicación, a excepción de los calmantes.
Las últimas semanas
A pesar del dolor, Freddie buscaba la tranquilidad y retomó la pintura, algo que no hacía desde que se graduó en Arte y Diseño Gráfico. Así, las acuarelas, la calma y las risas con sus amigos más cercanos, fueron su refugio durante sus últimas semanas de vida.
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Estaba a días de morir, pero aún tenía fuerzas y pidió a sus amigos que le ayudaran a dar un paseo por su casa, ya que quería ver sus cuadros por última vez. Terry Giddings, chofer y guardaespaldas, lo cargó por las escaleras y Freddie caminó por el living y el salón japonés.
Horas antes de morir
Era la mañana del domingo 24 de diciembre, Freddie se encontraba inconsciente. Un día antes había confirmado la noticia que muchos medios sensacionalistas del momento aseguraban: Mercury tenía SIDA.
“Respondiendo a las informaciones y conjeturas que sobre mí han aparecido en la prensa desde hace dos semanas, deseo confirmar que he dado positivo en las pruebas del virus y que tengo SIDA. Sentí que era correcto mantener esta información en privado para proteger la privacidad de quienes me rodean”.
“Ha llegado el momento de que mis amigos y mis fans en todo el mundo conozcan la verdad, y deseo que todos se unan a mí, a mis médicos y a todos los que padecen esta terrible enfermedad para luchar contra ella. Mi privacidad siempre ha sido especial para mí y soy famoso por casi no dar entrevistas. Por favor entiendan que esa política continuará”.
Nadie sospechó que Freddie moriría tan rápidamente, nadie lo planeo, esperaban que estuviera vivo por más días. Elton John y Dave Clark, dos de sus grandes amigos, entraron a verlo, pero ya no respondía a ningún estímulo. Freddie Mercury murió horas en compañía de Jim Hutton, su novio.
En abril de 1992 se realizó en Wembley un recital, el ‘Concierto homenaje a Freddie Mercury para el conocimiento del sida’, en el que participaron Elton John, David Bowie, Liza Minelli y Liz Taylor, que ayudó a visibilizar el virus.
