¿Y si ganáramos la guerra?

Hay muchas cosas que la retórica política no permite expresar. Cuando en 2006 el presidente Felipe Calderón decidió emprender una lucha frontal contra el narcotráfico, un sector importante de la población sintió reflejada en esa política su hartazgo con la inseguridad que vive el país.

Emilio Lezama Emilio Lezama Publicado el
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Hay muchas cosas que la retórica política no permite expresar. Cuando en 2006 el presidente Felipe Calderón decidió emprender una lucha frontal contra el narcotráfico, un sector importante de la población sintió reflejada en esa política su hartazgo con la inseguridad que vive el país.

La estrategia de Calderón fue diseñada con la idea (al menos así se presentó) de acabar con el narcotráfico. En la retórica eso suena muy bien, pero en la realidad es casi imposible. El narcotráfico existe por la oferta/demanda. Mientras exista una demanda, habrá una oferta y nuestro vecino del norte es el mercado más grande el mundo. A esto hay que sumarle nuestra situación geopolítica: Al norte, el mercado más grande de drogas, al sur las plantaciones más importantes de cocaína.  México es una zona de tránsito natural.

En nuestro propio territorio una cantidad de ecosistemas vuelven idónea la plantación de otras dos de esas drogas, la mariguana y el opio. Pero más importante que todo eso: el aspecto social. Un país con mucha pobreza y rezagos pero con buena infraestructura. Un país con puertos, carreteras, aeropuertos, grandes ciudades y sobre todo: Instituciones débiles y fácilmente corruptibles y jóvenes sin oportunidades y poca educación. México es un paraíso para el narcotráfico.

En ese sentido el discurso que plantea derrotar al narcotráfico es engañoso e implausible. Mientras el mercado exista, los triunfos que puede lograr un estado como México son pírricos. Pero hagamos un ejercicio didáctico, juguemos con la idea de que es posible acabar con el tráfico ilegal de drogas sin la legalización. En este escenario el estado mexicano logra bloquear las rutas de comercialización y desmembrar a los cárteles más importantes de la droga… ¿qué pasa entonces?

En México existen organizaciones criminales profesionales. Gente que ha dedicado toda su vida al crimen organizado. Si estas se quedan sin el negocio de las drogas es muy posible que pasen a otros negocios ilícitos como de hecho está sucediendo ahora en México. Grupos que antes traficaban únicamente sustancias prohibidas ahora trafican personas, órganos, secuestran y extorsionan. Esto significaría tener a organizaciones poderosamente armadas y organizadas canalizando su energía a actividades mucho más perjudiciales para la seguridad nacional.

Pero hay otros factores a considerar. El negocio del narcotráfico produce alrededor de 40 mil millones de dólares anuales según algunos cálculos. Se calcula que al menos medio millón de personas se benefician directa o indirectamente de este negocio. ¿Cuál sería el costo para nuestra economía de acabar con el narcotráfico?

La solución no es sencilla y definitivamente no es la claudicación ante el crimen organizado. En un mundo donde no existiera lo “políticamente correcto” lo más sensato no sería hablar de acabar con el narcotráfico sino de erradicar la violencia. Fortalecer las instituciones y blindarlas contra la corrupción, así como una estrategia que busque erradicar la violencia y evitar el consumo en nuestro país dándoles oportunidades educativas y laborales a los jóvenes debería ser la política prioritaria.

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