“… Aunque si nací, ya entiendo qué delito he cometido; bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor, pues el delito mayor del hombre es haber nacido…”
¡Bellísimo pasaje de la inmortal obra del célebre dramaturgo del siglo de oro español, Pedro Calderón de la Barca: La vida es sueño!
En palabras actuales, y siguiendo con la jocosidad mexicana, se escucha con cierta frecuencia en el barrio la hilarante expresión: “De haber sabido… ni nazco”, refiriéndonos a que nuestra suerte no es la mejor. ¿Será cierto?
Esta gran pieza teatral tiene sin duda un trasfondo filosófico que aborda con grandilocuencia la incógnita de si existe el libre albedrío o estamos predestinados. Recurriendo una vez más a la sabiduría popular tenemos que preguntarnos si es cierto que el que nace pa’ maceta no pasa del corredor
La verdad es que este pretexto le queda como anillo al dedo a muchas personas que justifican su situación económica culpando a la humanidad entera: ascendientes, descendientes, pares, patrones y gobernantes, solo por mencionar algunos.
Sin duda que hay un sinfín de factores ajenos a nuestro actuar. Dijéramos que cada quien tiene su “kit de programación” al nacer y no nos preguntaron si estábamos de acuerdo para incluírnoslo. Pero, lo que es una realidad es que depende de uno mismo qué hacer con el equipamiento que nos tocó de fábrica. Nos podemos inconformar y modificarlo o simplemente sentarnos a ver la marcha de los triunfadores.
Si piensas que no hay de otra, ¡uy!, tu camino será muy lento, pesado y largo. Parafraseando a la gran Cristina Pacheco dirás: “Así me tocó vivir” y entonces nos iremos por la línea del predeterminismo abordado por Calderón de la Barca cuando escribe: “Y los sueños, sueños son”, así que ya nos amolamos.
La lectura que quiero dar es que los sueños se pueden convertir en realidad, aunque al principio parezca que no tienen ni pies ni cabeza. Obviamente habrá que poner manos a la obra y ser persistentes, incluso pecando de tercos, hasta el límite de comprobar si el camino es correcto o no. Nadie batea el ciento por ciento, así que también deberemos de apechugar cuando las cosas no salgan de acuerdo con lo soñado. La tolerancia a la frustración es una grandísima maestra en el camino del éxito.
Todos en la clase media podemos, con nuestro libre albedrío, cambiar lo que parecía un implacable destino. La tarea no es fácil, pero si lo hacemos con denuedo lograremos cosechar lo trabajado en el camino de elegir cómo queremos vivir. Sin duda, habrá que sobarse el lomo día tras día.
Y tú, ¿sigues en el corredor?
Recuerda que “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.