No hay duda de que la jornada del domingo 2 de junio va a dejar a muchos señalados y otros damnificados políticos, pero a quienes sin duda habría que cuestionarles y mucho, es a los dirigentes de los partidos que integraron la coalición que postuló a Xóchitl Gálvez a la Presidencia de la República.
Cierto, la abrumadora diferencia respecto a la hoy virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, no obedeció a un solo o unos pocos factores, pero vaya que habría que pedir cuentas por la forma en que, por ejemplo, no cedieron tiempos oficiales en favor de Gálvez, pero sí aprovecharon para promocionarse de cara a sus aspiraciones en el Senado, en el caso de Alejandro Moreno y de Marko Cortés, a pesar de que ya tenían seguro su escaño.
Y ni qué decir de la falta de reconocimiento de una derrota más que clara en la contienda presidencial y de cómo siguieron defendiendo un triunfo que sabían que no era tal.
El más fuerte
A reserva de los resultados finales, se va a confirmar que, dentro de la coalición PAN, PRI, PRD, el que queda más firme dentro de los partidos de oposición (otra vez) es el blanquiazul, que habrá que ver de qué forma se vale de este capital político, porque, si bien es cierto que el PRI y sobre todo el muy desdibujado PRD seguirán siendo necesarios como aliados para lo que viene, parecen ser estos dos quienes necesitan más al panismo. Atentos.
Bisagra naranja
Una primera lectura indicaría que Movimiento Ciudadano no tendría mucho que festejar, Jalisco aparte, tras la jornada electoral, sobre todo por su papel en la elección presidencial y también en la Ciudad de México, pero a falta de que terminen los cómputos distritales, al menos en el Congreso de la Unión, podrían tener una representación nada desdeñable, que si bien, no representaría una fuerza importante por sí misma, sí podría tener cierto peso en la vida legislativa, en caso de uno u otro de los grandes bloques que se perfilan en el Legislativo federal, necesite de los votos para inclinar su balanza.
Veremos para qué tanto le alcanza.