Por un lado tenemos el gran logro del despertar ciudadano, finalmente hasta los Caintros que tanto se han cuidado anteriormente, el viernes enviaron ya abiertamente una carta a los legisladores para echarles en cara la forma en que votaron cada uno de ellos en puntos específicos.
Qué alegría da que finalmente antes que tarde habremos de caminar hacia una mejor rendición de cuentas.
Esperamos que así de valientes como salieron para hacerlo con los legisladores locales, lo hagan con los federales por el bien de la sociedad. ¡Viva el despertar ciudadano!
Así mismo, se dio otro evento en donde la sociedad hizo lo que le tocaba y obligó a que parara la simulación por parte de las autoridades.
Esto es, ni más ni menos, que en el caso del Casino Royale y la quitada de cruces que son el símbolo para no olvidar lo que paso: corrupción, complicidad, inhumanidad, impunidad y codicia.
Y es que un grupo de unos 15 ciudadanos obligaron a que más de 25 medios de comunicación cubrieran la reinstalación de las cruces, pero además que la Comisión Estatal de Derechos Humanos dejara de jugar a las escondidas.
También, a que veamos como sociedad que la avaricia tiene nombres y apellidos.
Mientras todo esto sucedía, muchas muertes se dieron la semana pasada en el estado, donde hasta un niño perdió la vida por los balazos sin rumbo y se nos fue quien más derecho tendría de vivir por su pura edad.
No cabe duda que deberán mejorar las cifras en la lucha contra la comisión de delitos, pero no puede suceder que nos volvamos contadores de cifras y veamos en cada número una cara, un nombre, un rostro y un dolor. Ese es otro de los retos de la mejoría en seguridad.
Por último y para no perder la costumbre, el tema de juegos y sorteos sigue en la mesa principal en nuestro querido Nuevo León. Vemos cómo se ha jugado con la corrupción, cómo es un tema donde si te sacas la bolita, entonces la autoridad sí le entra, pero si no, se hace de la vista gorda.
Ahí están los casos también de de los parquímetros en San Pedro Garza García, otro negocio en el que se escucha el susurro de la corrupción.