Violencia política de género en toda su expresión

No sé si nadie le ha dicho al presidente, pero sería bueno que desde el Instituto Nacional de las Mujeres, le hicieran una recomendación
Josefina Vázquez Mota Josefina Vázquez Mota Publicado el
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El presidente lleva más de una semana violando la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, además, de intervenir en el proceso electoral del próximo año.

Sus señalamientos hacia Xóchitl Gálvez son el mejor ejemplo para representar el machismo, la misoginia y el patriarcado en la política. Un hombre que denosta a una mujer por superarse y ser exitosa, pero peor aún, que pone en duda su profesionalismo, esfuerzo, trabajo y capacidades, lo coloca del lado del agresor.

No sé si nadie le ha dicho al presidente, pero sería bueno que desde el Instituto Nacional de las Mujeres, le hicieran una recomendación y le mostrarán algunos artículos de dicha ley, la cual, se supone, debe hacer valer el jefe del Ejecutivo.

Toda vez que el Inmujeres no solo está para hacer el conteo de las cifras sobre la violencia hacia nosotras, sino que es la primera instancia en evitar y solventar las violaciones a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, permanecer en silencio y sin hacer observaciones, lo coloca en cómplice de quien vulnera la ley.

La violencia que ha ejercido el mandatario desde el púlpito mañanero contra Xóchitl Gálvez, nos debería de ocupar a todas sin importar el color partidista, pues cualquiera de nosotras podríamos ser víctimas de ello.

La violencia política de género se estableció en una ley para defendernos de todos aquellos varones que nos subestiman, utilizan, menosprecian, descalifican y se burlan de nosotras, sin excepción alguna.

Permitir que el presidente hago uso de la violencia política de género, solo por ser el jefe del Ejecutivo, es una abominación, es continuar con el presidencialismo del que tanto nos hemos quejado las mujeres, y no solo eso, es lo que mucho crítica el partido en el poder.

Guardar silencio ante la actitud del presidente contra una de nosotras, sí, de una mujer política, es regresar al pasado, en no hacer eco de la lucha que hicieron nuestras precursoras.

Lo más sorprendente, es que no solo guardan silencio, sino que muchas de nosotras, que nos decimos feministas y demócratas, nos hemos sumado a la violencia política de género que desde el Ejecutivo se está suscitando.

Quienes hemos pasado por un proceso electoral sabemos de sobra lo fuerte que son las expresiones hacia nosotras las mujeres, los cuestionamientos y señalamientos. Sabemos que la violencia política de género tiene muchos rostros y muchos golpes bajos por creer que las mujeres somos débiles.

Yo lo puedo decir por experiencia propia, enfrentar la violencia política de género es una monstruo de mil cabezas, sobre todo, cuando quien manipula ese monstruo es el presidente.

Hoy como nunca rechacemos la violencia política de género, seamos o no mujeres políticas, nadie merece ser tratada bajo ningún tipo de violencia. Si agredes a una, nos agreden a todas. Alto a la violeta política de género, al machismo, a la misoginia y al patriarcado desde el púlpito mañanero.

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