Ver al mundo arder

La primera es de humanidad. No tenemos ni la más remota idea del dolor por el que pasan los familiares de las 12 personas que murieron y de otras 11 que permanecen hospitalizadas a causa de los disparos que les propinó a mansalva el jóven de 24 años, el viernes pasado.

La segunda lectura es política. Tiene que ver con la disyuntiva por la que atraviesa la sociedad norteamericana cada vez que sucede un hecho de tan lamentables dimensiones. Se detona una nueva discusión sobre la segunda enmienda constitucional, que consagra el derecho de los estadunidenses a poseer armas.

Juan Carlos Altamirano Juan Carlos Altamirano Publicado el
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La primera es de humanidad. No tenemos ni la más remota idea del dolor por el que pasan los familiares de las 12 personas que murieron y de otras 11 que permanecen hospitalizadas a causa de los disparos que les propinó a mansalva el jóven de 24 años, el viernes pasado.

La segunda lectura es política. Tiene que ver con la disyuntiva por la que atraviesa la sociedad norteamericana cada vez que sucede un hecho de tan lamentables dimensiones. Se detona una nueva discusión sobre la segunda enmienda constitucional, que consagra el derecho de los estadunidenses a poseer armas.

El vecino del norte se encuentra en plena época electoral, según las encuestas (del otro lado del río se hacen y se difunden varios trackings) los dos candidatos, Obama, actual presidente de extracción demócrata y Mitt Romney, republicano, se encuentran practicamente empatados.

Ninguno ha  hecho alguna declaración “arriesgada”, saben que en momentos de alta sensibilidad social, una palabra en falso significaría miles de votos menos. Más aún, en la mira de la poderosa e influyente Asociación Nacional del Rifle.

Obama habló con cautela, lo hizo a través de Jay Carney, portavoz de la Casa Blanca: “El presidente considera que necesitamos tomar medidas para proteger los derechos de la segunda enmienda, al tiempo que no permitimos que armas lleguen a las manos equivocadas”.

Al parecer la “América profunda”, la que se encuentra en Aurora, en Columbine, en Blacksburg; la de la biblia y la escopeta en casa seguirá recordándole al mundo que en la tierra de las oportunidades existen varias “Américas”, y no todas son Hollywood.

La tercera lectura se enfoca hacia la psique y motivos del asesino.

Poco se sabe de la personalidad de Holmes antes de la masacre, lo cierto es que el solitario ex-estudiante de neurociencia, compró y almacenó 6 mil rondas de municiones y se equipó con chalecos antibalas y máscara de gas.

También preparó su vivienda con explosivos y trampas químicas antes de cometer la matanza, presuntamente para recibir a los policías que investigarían su vivienda.

No obtuvo dinero por lo que hizo, tampoco alcanzó poder, quizá un triste periodo de fama efímera. Entonces ¿por qué disparó en contra de personas inocentes? 

Tal vez la única respuesta lógica la ofrece Sir Michael Caine en “Tha dark knight”, mientras personifica a “Alfred”, el mayordomo de la mansión Wayne, cuando trata de explicar a su patrón “Bruce”, interpretado por Christian Bale, las razones de la personalidad de “The Joker” o “El Guasón”.

A través de un extraordinario guión escrito por Jonathan y Chistopher Nolan, este último director de la trilogía, “Alfred” sostiene: “Algunos hombres no buscan nada lógico como el dinero. No pueden ser comprados, intimidados, razonados o negociados. A algunos hombres sólo les interesa ver al mundo arder”.

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