Fue Día del Trabajo el miércoles pasado. Probablemente tuviste un día de asueto, para no pensar en nada, desconectarte de los pendientes o simplemente enfocar tu tiempo en otras actividades.
Es viernes. Regresaste al escritorio, saludaste a un par de amigos antes de concentrarte y luego te encontraste con tu jefe, para ver los pendientes. De repente ya es fin de semana.
Pronto vendrá la quincena. Tus gastos ya están más o menos asegurados. Puedes optar por comprar esa televisión nueva, porque sabes que, con la promoción de 12 meses sin intereses, podrás seguirla pagando.
Al ser freelance, es decir, trabajar de forma independiente y sin contrato, podrías perderte de esa certeza o de algún par de beneficios.
Quizá pudiste haberte pasado todo el miércoles acabando tus entregas con los clientes, sin importar la hora.
El viernes podría ser tu descanso, ¿pero qué pasa si te quedan otros pendientes por realizar? Entonces olvídalo, adiós fin de semana.
¿Amigos de la oficina? A menos que trabajes en un espacio colectivo (como wework), entonces olvídalo. No estamos hablando de un jefe sino de varios: tus clientes. Técnicamente eres tu propio jefe en cuanto a horarios y forma de trabajo, pero entregas son entregas, el cliente es rey.
¿Quincena? Depende de los proyectos y el cliente. Unos pagarán antes, otros cuando les dé la gana. Los cobros estarán basados en negociaciones, precios, promesas y compromiso por parte de ambas partes. Contratos rara vez existen.
Al ser freelance puedes perder estabilidad económica. Puede haber meses saturados de trabajo y otros donde no haya nada en tus correos. Tampoco encontrarás atributos comunes ni una rutina estable en la mayoría de los casos, a menos que seas muy organizado.
Sin embargo, existen ventajas sobre este tipo de trabajos.
Como mencioné anteriormente, no tienes jefe en cuanto a tiempos extra, vacaciones, horarios fijos, vestimenta, entre otros asuntos. Si eres nocturno, no pasa nada. O si trabajas mejor en horarios mañaneros, tampoco hay problema. En pijama, con el desayuno en la charola y el café en el escritorio.
No importa. Al cliente no le interesa cómo le entregues su pedido, mientras esté acorde a las características solicitadas.
Eso sí, hay todo tipo de clientes. Unos cuya presencia se limita a un par de correos. Otros querrán involucrarse en todo el proceso de elaboración del producto, sin importar la hora o los tiempos.
Sin embargo, esa disponibilidad se complementa con la de la forma de trabajo.
Otra ventaja son las vacaciones.
Al decidir cuáles proyectos tomar, puedes decidir no saturarte, salir a unas pequeñas vacaciones al lado de la playa. O incluso aún cuando haya trabajo qué hacer, si te organizas, puedes ir al viaje, llevar tus materiales y en la noche continuar con las tareas pendientes. Mientras haya Wi-Fi, no tendrás percances.
Incluso puedes decidir darte un respiro de los proyectos por el tiempo necesario, mientras haya dinero para los gastos del diario. Descansar, sin compromisos.
El tercer beneficio es la oportunidad de explorar. Algo fuera de la monotonía. Porque algunos clientes serán fijos, pero otros los irás conociendo a lo largo del camino, con diferentes proyectos en la bolsa.
Distintos retos. Para un diseñador, ilustrador, articulista o realizador de video, áreas en donde abundan oportunidades para trabajos freelance, el tener distintos tipos de proyectos resulta emocionante, porque involucra aumentar la experiencia y diversificarse.
Existen distintos tipos de personas y necesidades. Hay quienes prefieren la estabilidad, así como las implicaciones sociales de trabajar en oficina. Hay otros cuya prioridad está en ser dueños de su tiempo, tener libertad de espacio y diversos proyectos.
Todo depende de las necesidades económicas, así como personales, de cada uno. Aunque no está mal considerar otras facetas.