La ausencia de la dirigencia real y virtual del Partido de la Revolución Democrática (Jesús Ortega, Jesús Zambrano, Carlos Navarrete y Guadalupe Acosta Naranjo) en el mitin que ayer encabezó en el Zócalo de la ciudad de México Andrés Manuel López Obrador, es un claro mensaje “a quien corresponda”, que la renuncia al Pacto por México, sencillamente, fue otra mascarada de “Los Chuchos”.
Que en cuanto se acomoden las calabazas, el perredismo retornará al redil. Porque el accionar del PRD de “Los Chuchos” es idéntico al PST y al partido del ferrocarril de Rafael Aguilar Talamantes, pues lo que bien se aprende no se olvida.
Dicen los que saben que uno de los pretextos para que el exguerrillero elegante, Zambrano, anunciara su retiro del Pacto por México, fue que en la mesa de negociaciones de la Reforma Política Don Beltrone, Gamboa, Preciado y Villareal, no hicieron caso a la petición del perredismo para trabajar en la Ley Reglamentaria de la Consulta Popular. La cual ya fue aprobada y está en vigor, pero no reglamentada.
Este punto, clave en lo que sucede en cuanto a la Reforma Energética se refiere, estriba en que con la reglamentación de la Consulta Popular, un millón 600 mil firmas serían suficientes para echar abajo todo proyecto legislativo, pese a que este fuera aprobado por el legislativo y entrara en vigor.
Es cierto que el perredismo de “Los Chuchos”, junto con Cuauhtémoc Cárdenas, tiene otro plan para evitar que se privatice la industria petrolera y por ello también sería explicable la ausencia de los alumnos de Aguilar Talamantes en el mitin de ayer domingo.
Pero también es cierto que Ortega, Zambrano, Navarrete y Acosta Naranjo, trabajan o actúan con intensidad para tener una mejor cosecha después del berrinchito de la semana pasada de Zambrano.
En este escenario también entran Don Beltrone y Emilio Gamboa, dos políticos acostumbrados a trabajar en lo oscurito, práctica que realizan desde sus inicios.
De ahí que no sea raro que Emilio y Manlio se encarguen de torpedear o golpear bajo la línea de flotación cualquier proyecto procedente del Ejecutivo Federal.
De tal forma que ellos mismos descomponen las cosas para que esta pareja se encargue de “arreglarlas” (en la Cámara baja y en la alta), como ocurrió por ejemplo con la Reforma Educativa (que no ha tenido un feliz término), y lo que viene con las Reformas Política y Energética que están horneándose para que posteriormente les sea reconocido su trabajo de “cabildeo”.
Por cierto, al yucateco Gamboa, acostumbrado al autoritarismo, poco le ha importado violar el artículo 13, inciso 1, de la declaración Universal de los Derechos Humanos (“Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado”), al ordenar la siembra de vallas metálicas en varias cuadras aledañas al Senado para “proteger” al recinto legislativo ¿qué no son representantes populares aceptados por la ciudadanía los que hacen las leyes?
Las vallas en el Senado son claro deslinde o rompimiento del Legislativo con la sociedad.
Ridículos en las cámaras; ridículos en televisión
Los diputados y senadores de la República no se respetan ni ellos mismos.
El resultado: un Poder Legislativo denigrado. Esta es la única explicación por la cual el Senado de nuestro país “legislará” durante los próximos días en un bunker.
Así, Emilio Gamboa, Raúl Cervantes Andrade, Jorge Luis Preciado y Ernesto Cordero, estarán satisfechos, pero más que todo orgullosos de llegar a extremos a los que ni siquiera imaginaron Videla, en Argentina y Pinochet, en Chile. Claro está, la represión y la imposición que ejercieron estos dictadores fue de otro tipo.
Ante estas circunstancias vemos que diputados y senadores no se respetan ni como personas, menos como legisladores del país.
Ocurrió la semana pasada cuando el Poder Legislativo Federal fue ninguneado y vilipendiado por “El Vitor”, un payaso o “cómico” de la televisión que utilizó –y se dejaron utilizar– como patiños algunos hombres y mujeres que se dicen respetables hacedores de leyes para el pueblo de México.
No satisfechos con los ridículos que hacen en ambas Cámaras, los senadores priistas Marcela Guerra, Cristina Díaz y Raúl Cervantes Andrade, en la televisión mostraron su verdadero talante, el de aspirantes a ser una “Chupitos”, una “Chimoltrufia” o un “Chavo del 8”.
Estos afanes protagónicos y ridículos, también los disfrutan los de Acción Nacional, Jorge Luis Preciado, Marcela Gómez del Campo y Roberto Gil Zuarth, que la harían mejor que otros que hoy se ganan la vida como patiños televisivos.
Posiblemente Gil Zuarth, en su niñez haya querido ser “El Profesor Jirafales”. O Preciado, aspiró a convertirse en uno de los “Hermanos Lelos”, famosos personajes de “Los Polivoces”. Y la senadora Gómez del Campo, haya intentado ser “Doña Florinda”.
Para darle “seriedad” al protagonismo y a las payasadas de “El Vitor”, también asistió Ricardo Anaya Cortés, un panista convertido en presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; el coordinador de los perredistas, Silvano Aureoles, el priista Francisco Arroyo Vieyra, quien como “Gordolfo Gelatino”, se mostró orgulloso de haber sido víctima y ridiculizado por el juego de palabras (albures) del sedicente “cómico” (no faltarle el respeto a Don Mario Moreno “Cantinflas”), Adrián Uribe.
No podía faltar en este ridículo, el ridículo de Alejandro Moreno, presidente de la Comisión de Gobernación de los diputados.
Lo grave de este problema es que estos legisladores, con todo y fuero constitucional, creyeron que estaban actuando con seriedad, más o menos como “legislan”.
Todos son, pues, los que deciden simplemente levantando el dedo, qué reformas o modificaciones hay que hacerle a la tan remendada Constitución Política de la República.
De los demás diputados y senadores ridiculizados, no vale la pena ni mencionarlos.
Es el lamentable nivel del Poder Legislativo Federal.
Falta de quórum, costumbre maderista
Desde que asumió la dirigencia del PAN, Gustavo Madero se ha movido bajo la sospecha.
Porque lo ocurrido el sábado en la Sesión Extraordinaria del Consejo Nacional panista, donde nuevamente se rompió el quórum, demuestra que Madero no quiere dejar el cargo y es que los compromisos adquiridos son enormes. Hay que recordar que en política no hay casualidades.
En la sesión de marras, todo marchaba más o menos bien, pero cuando se llegó a los puntos álgidos, empezaron a desaparecer parte de los 220 de los 380 consejeros que llegaron a este Consejo Nacional.
De esta manera quedó pendiente la integración de la Comisión Nacional Organizadora que se hará cargo del proceso interno para elegir la dirigencia nacional blanquiazul.
Las sospechas sobre Gustavo Madero crecieron pues en el momento en que se discutía el número de centros de votación que se instalarán en el proceso interno de la elección, el quórum reventó.
Ante ello, las hermanitas de la caridad Ernesto Cordero, Josefina Vásquez Mota y Juan Manuel Oliva, aspirantes a suceder al reventador, exigieron que se convoque al Consejo Nacional a la brevedad posible.
Seguramente, Madero no quiere a Felipe Calderón dirigiendo al panismo tras bastidores.
Velasco Coello, sin entender y en la torpeza
La libertad del indígena Alberto Patishtán, no fue suficiente mensaje para el polémico y controvertido gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello.
Porque un güerito de ojo azul, con una novia como la actriz Anahí, también de piel blanca y ojiazul, no se pueden dar el lujo de permitir que un grupo de indígenas ingresen al aeropuerto “Ángel Albino Corzo”, para recibir a su guía moral, Alberto Patishtán.
Todo indica que el sábado anterior, las órdenes del “desgobernador” Velasco Coello fueron tajantes, pues otro grupo de indígenas procedentes de San Cristóbal de las Casas, en camiones de redila con ruta a la terminal aérea de Chiapa de Corzo, fueron interceptados por la policía, que los obligó a bajar de sus transportes para interrogarlos inexplicablemente.
Pese a su edad, el novio de Anahí, en cuanto al trato a los indígenas, tiene un enorme parecido con Patrocinio González Garrido-Blanco y Roberto Albores.
Mancera y el homenaje
Ayer, Miguel Ángel Mancera rindió homenaje a Alfonso Martínez Domínguez, por ciertas actitudes represoras.