Si Franz Kafka viviera y hubiera sido un político mexicano, también hubiera instrumentado un seguro de desempleo financiado por los propios trabajadores en activo y hubiera echado mano del ahorro depositado en el INFONAVIT, propiedad de los obreros, para arruinar los planes habitacionales del gobierno.
En todos los países integrantes de la OCDE los seguros de desempleo se financian con recursos fiscales cuidando el ahorro histórico y generacional de los trabajadores.
¿Quién va a financiar en México el seguro de los desempleados? ¡Oh, sorpresa!, los propios trabajadores en activo y en ningún caso, el gobierno, el único obligado a cumplir con dicha responsabilidad social.
En los próximos días, del 5 por ciento de las aportaciones al INFONAVIT, el 60 por ciento será destinado a pagar el seguro de desempleo. Lo anterior implica que si el INFONAVIT tenía programado la construcción de dos millones de casas en el sexenio, ahora construirá solamente 800 mil viviendas, con lo cual se reducirá la expansión de la industria del cemento, del vidrio, del acero y del ladrillo, de la pintura y de las losetas, etc…
Con este escandaloso tiro en el paladar el sector de la construcción dejará de generar utilidades, disminuirá su crecimiento, contratará menos mano de obra, consumirá menos insumos de los proveedores periféricos, pagará menos impuestos, diferirá sus esquemas de capitalización y de expansión y lastimará la oferta crediticia bancaria.
Cientos de miles de mexicanos se quedarán sin casas durante este sexenio para fondear los gastos de un seguro de desempleo, objetivo severamente reñido con el destino programado de sus haberes patrimoniales.
¿A quién se le ocurre echar mano del ahorro de los trabajadores en el INFONAVIT, en lugar de expandir la política habitacional de México? ¿Cómo se puede hablar de que el seguro de desempleo es parte de la reforma hacendaria cuando no se va a financiar con recursos fiscales?
Si el seguro de desempleo fue uno de los pretextos para instrumentar una miscelánea fiscal dañina a la economía, ¿entonces por qué disponer ahora del ahorro de los trabajadores en lugar de fondear dicho seguro con recursos públicos? ¿Qué dirán los sindicatos cuando se distraiga indebidamente el ahorro de los trabajadores al despojárseles de sus fondos? ¿Cuánto tendrán que ganar ahora los trabajadores para tener acceso a una vivienda cuando sus ahorros se reducen en un 60 por ciento?
Si Peña Nieto prometió viviendas dignas y decorosas a los mexicanos, ¿por qué entonces se le retira al INFONAVIT el 60 por ciento de sus recursos para incumplir con su promisoria política habitacional?
El gobierno ignoró la compleja experiencia internacional en materia del seguro de desempleo por más que la ley Federal del Trabajo protege con dicho seguro transitorio a quienes hayan perdido su empleo al obligar al patrón a pagar tres meses de su salario más prestaciones, más 20 días por año en caso de un conflicto laboral judicial.
Si desde hace muchos años estaba consignado en la ley un seguro de desempleo, ¿por qué entonces limitar drásticamente la posibilidad de que los mexicanos cuenten con una vivienda lastimando además con tanta eficiencia a la industria de la construcción? Kafka no tenía imaginación. El actual seguro de desempleo es un tiro en el paladar para los intereses de los obreros mexicanos.