Los priistas mexiquenses deberán comprender, por su propio bien, mantener la calma, no precipitar decisiones, evitar ser objeto de manipulación. Foto: Especial

Un partido acéfalo

El priismo mexiquense por décadas fue icónico y vanguardia nacional. Ahora, esta derrota, derrumbó las más sólidas columnas del partido en el país

El PRI en el Estado de México es un partido acéfalo porque no tiene cabeza. Después de haber sufrido la muy merecida derrota del pasado 4 de junio, el priismo mexiquense, leal y apasionado, de las «estructuras territoriales» (militantes de calles, pueblos, colonias, seccionales, activistas y voluntarios a la causa del partido) quienes abrigaron sinceramente la esperanza de conseguir el triunfo, contribuyeron lealmente durante la campaña, para obtener los casi dos millones de votos de la coalición, que si bien es cierto, no fueron suficientes para ganar, hicieron su parte con gran dignidad y entrega.

Para esta militancia siempre leal y comprometida con el partido, mi respeto, gratitud y reconocimiento.

La militancia territorial participó, desconociendo que con toda anticipación se urdió la más obscura red de complicidades, tejidas entre ciertos miembros de las cúpulas, tanto de los gobiernos como de algunos responsables en los equipos de campaña de los partidos involucrados. Para no pocos expertos e interesados en política, esto fue crónica de una derrota anticipada, muy bien confeccionada.

El priismo mexiquense por décadas fue icónico y vanguardia nacional. Ahora, esta derrota, derrumbó las más sólidas columnas del partido en el país. Liderazgos carentes de compromiso con las bases que los llevaron al poder, también pusieron su parte para perder esta elección. Ciertamente la militancia estatal y nacional pierde, pero los traidores pierden dos veces, porque serán recordados siempre, cuando menos, con lastima.

Hace dos mil años un desleal se ahorcó por arrepentimiento. Los de hoy, se irán de vacaciones, otros caminarán sobre los escombros de su historia, los menos, contarán sus ganancias, las mayorías lamerán sus heridas, y en medio de estas realidades, los imprescindibles, buscan ávidamente la luz al final del túnel.

Lo cierto es que los eventos antes descritos no viajan solos. Las más recientes consecuencias, son las renuncias al partido soportadas con poderosas razones de senadores de alto rango. Sin embargo, las consecuencias aquí no terminan. Se abre un nuevo frente de batalla al interior del instituto, tristemente, en medio de una muy cercana contienda electoral nacional.

En otro tema, vinculado a los anteriores, el proceso anticipado para elegir candidatos a la presidencia de la república por las distintas fuerzas políticas, deberán acompañarse de la responsabilidad de lideres sociales y políticos de todos colores. Las pasiones deberán ser controladas, porque un desbordamiento social, provocaría consecuencias muy lamentables para todas las partes, especialmente para el pueblo de México, para la sociedad civil, que nos involucra a todos.

Los priistas mexiquenses deberán comprender, por su propio bien, mantener la calma, no precipitar decisiones, evitar ser objeto de manipulación de nadie, cuidar responsablemente sus territorios municipales, siempre, con la mejor actitud, firmes y dignos.

Ciertamente, el priismo mexiquense carece de un liderazgo con autoridad moral para reagrupar a su militancia. La militancia no tiene rumbo, ni ánimo. Enfrentará una nueva realidad política.

Por otro lado, en septiembre asumirá el poder del estado, el nuevo gobierno encabezado por la Maestra Delfina Gómez, a quien sinceramente deseo alcance el mayor de los éxitos en su gestión, porque de este anhelo, depende el futuro de casi diez y ocho millones de mexiquenses.

La próxima gobernadora del Estado, la Maestra Delfina, en mi opinión, deberá considerar como base de su gobierno, trabajar por la reconciliación estatal, el respeto a la pluralidad política, a la diversidad social, escuchar a la sociedad y al pueblo, sumar voluntades, fortalecer la identidad estatal y promover el trabajo colectivo para beneficio de todos.

La tarea por alcanzar bienestar social en paz y armonía, ha sido siempre un trabajo que nos incumbe a todos. Nadie se puede excluir de esta responsabilidad. Por amor y gratitud a México, por amor y compromiso con el futuro de nuestros hijos.

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