Un nuevo DF

La belleza de Oaxaca, Guanajuato o Mérida refiere únicamente a un área concentrada y antigua; todo lo que vino después ha sido caos y un esfuerzo impresionante por la destrucción. Centralistas como somos, la majestuosidad de las ciudades en México se mide por su centro histórico, salir de allí es enfrentarse al horror.

Emilio Lezama Emilio Lezama Publicado el
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La belleza de Oaxaca, Guanajuato o Mérida refiere únicamente a un área concentrada y antigua; todo lo que vino después ha sido caos y un esfuerzo impresionante por la destrucción. Centralistas como somos, la majestuosidad de las ciudades en México se mide por su centro histórico, salir de allí es enfrentarse al horror.

De manera similar, la planeación a largo plazo o la sustentabilidad son términos que en México aluden al campo de la ciencia ficción. ¿Cuál es el sentido de proteger un área si no tiene provecho económico o electoral? Se preguntan los gobernantes. Para ellos la naturaleza solo es sustentable si en ella se puede comer tortas ahogadas; donde hay naturaleza cabe un puesto de fritangas. Así se han ido destruyendo los legados ecológicos del país. Cuando Los Dínamos, con su río y sus bosques, pudiese ser un escenario del contacto auténtico con la naturaleza, un lugar de nostalgia, relajamiento, caminatas y lecturas a la orilla del río, los gobernantes de la Magdalena Contreras demuestran su pequeñez y corrupción históricas. Han convertido esta área natural en un tianguis donde abundan las micheladas y las quesadillas; bajo esta lógica el río adquiere un nuevo sentido pragmático; es un “económico”  sistema de recolección de basura. Esa es la mentalidad que rige al país: del Bosque de Chapultepec a las Cascadas de Agua Azul, la política del puesto de antojitos es la más progresista de las políticas de conservación que han podido idear nuestros gobernantes.

No hay escasez de ideas y propuestas sino de políticos y funcionarios audaces y comprometidos. Hoy en día han surgido en el DF proyectos sustentables de gran valor. No se trata de proyectos pensados para satisfacer la vanidad, sino alternativas que incluyen pero transcienden a la estética y que buscan crear sustentabilidad y balance. Recuperar la ciudad es construir una nueva forma de vida en torno a ella, dónde se enfrente a los problemas más graves que la aquejan como la pobreza, la contaminación y la inseguridad con soluciones integrales. Reinstaurar el espacio público es la mejor manera de atacar estos problemas de manera eficiente. La recuperación del Río Piedad es un proyecto interesante que ha sido apoyado por gente tan valiosa como José Manuel Azpiroz y Elias Cattan. El Río Magdalena ha sido defendido de manera ejemplar por vecinos de la delegación; limpiarlo y construir un corredor ambiental en torno a él son dos de las propuestas que han sido continuamente ignoradas por el GDF. Asimismo existe el proyecto de recuperación del Lago de Texcoco donde participan, entre otros, Teodoro González de León y Alberto Kalach; es una idea que además daría nueva vida al marginado oriente de la Ciudad. Así como esos hay muchos otros;  Miguel Ángel Mancera podría hacer de este tipo de proyectos propuestas de vanguardia para la ciudad.

Según Bernal Díaz del Castillo, la otrora Tenochtitlán era tan impresionante que muchos de los soldados españoles creyeron estar soñando al verla por primera vez. No piensan así los viajeros que hoy en día llegan al Valle del Anáhuac. Sin embargo, si los soldados españoles creyeron estar en un sueño, los ciudadanos del DF deberíamos hacer un ejercicio en sentido contrario para salir de la pesadilla en la que se ha convertido; soñemos nuevamente la Ciudad que queremos construir.

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