Sweetie, la “niña” de 10 años creada por una computadora, develó lo que todos sabemos, pero hacemos oídos sordos: el mundo virtual existe aunque no podamos verlo y enfrenta a los niños a peligros como el de las calles.
Si a los adultos nos cuesta trabajo entender este mundo abstracto –el mundo virtual- que no podemos ver, pero en el que vivimos conectados casi las 24 horas de nuestro día, las mentes de los jóvenes, que por su naturaleza biológica no tienen la capacidad para comprender el mundo abstracto, es matemáticamente imposible que puedan adelantar los peligros de los que puede ser presa en cualquier momento.
Existen leyes que protegen a los menores por esta razón. Leyes que prohíben a los proveedores de la Web –redes sociales, juegos, chats- permitir la subscripción de niños menores de 13 años. Por ello Facebook, que tiene al día de hoy 955 millones de usuarios, cada año censura a 800 mil menores que se subscribieron mintiendo en su edad, y lo peor es que lo hacen con el consentimiento de los padres.
Se estima que por lo menos 20 millones de los miembros de Facebook son menores y de ellos hay mas de un millón de casos documentados que han sufrido algún tipo de ‘cyberbulling’ o acecho de algún depredador sexual.
El adulto debe comprender, que el joven, aun que parezca maduro y racional, toma 10 años, partir de su pubertad, para desarrollar su mente formal. La mente formal o abstracta es aquella que nos permite entender mas allá del aquí y el ahora – mente concreta (que es la mente infantil). Una decisión hecha toma tiempo –elemento abstracto- para generar una consecuencia. Sólo un adulto maduro tiene la capacidad de adelantar y prevenir las posibilidades futuras que se pueden presentar.
El libertinaje del mundo virtual está poniendo en charola de plata material de sobra para las 12 mil cuentas de pornografía infantil que se han detectado en México. El mercado negro tiene miles de proveedores que de manera voluntaria suben fotos y las comparten a un mundo que no conocer. Los propios niños son los que se auto fotografían vestidos o hasta desnudos, y suben sus fotos a un mundo sin duda, peligroso.
¿Porqué no tomamos fotos de nuestros hijos, hacemos miles de copias y nos paramos en las calles a repartirlas? Seguramente nos daría miedo el uso indebido que esa foto pudiera tener. ¡O si un pederasta llegara a tener esa foto en sus manos!
Esto sucede cada vez que compartimos a nuestros menores en las redes, así lo demostró Sweetie que en dos meses que operó, descubrió a 20 mil pederastas que la contactaron, siendo una “niña” de 10 años, para proponerle realizar actos sexuales frente a una cámara.
Las estadísticas revelan que 1 de cada 3 jóvenes sufren bulling a través de los medios electrónicos. Adelantar a un niño a enfrentarse solo a un mundo tan peligroso como el de la calle, aumente el riesgo de que sea presa fácil de estos depredadores maníacos.
Que no entendamos el mundo virtual no nos justifica a no reaccionar sobre los datos que arrojan investigaciones como la de ‘Sweetie’, que nos demuestra que el mundo invisible de la web, no es tan sweetie.