Un grito desesperado

Un nuevo año se suma a los más de 200 en los que hemos festejado aquel grito dado en Dolores. 

Cuando un par de hombres decidieron la suerte de toda una nación, éramos una colonia, no teníamos ni nombre, ni apellido.

Una guerra que buscó la independencia de un pueblo que ahora puede llamarse México y sus integrantes pueden llamarse mexicanos.

Nos es claro que en aquella guerra muchos sufrieron, muchos murieron. Quizá muchos no estuvieron de acuerdo. Pero al paso de los años, la historia ha demostrado que tuvieron razón, y los logros superaron los costos.

Marcela Garza Aguirre Marcela Garza Aguirre Publicado el
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Un nuevo año se suma a los más de 200 en los que hemos festejado aquel grito dado en Dolores. 

Cuando un par de hombres decidieron la suerte de toda una nación, éramos una colonia, no teníamos ni nombre, ni apellido.

Una guerra que buscó la independencia de un pueblo que ahora puede llamarse México y sus integrantes pueden llamarse mexicanos.

Nos es claro que en aquella guerra muchos sufrieron, muchos murieron. Quizá muchos no estuvieron de acuerdo. Pero al paso de los años, la historia ha demostrado que tuvieron razón, y los logros superaron los costos.

Existen guerras y revoluciones que han sido necesarias para la evolución humana. En momentos donde el hombre, necio, solo puede crecer a través de la sacudida de las balas. 

Pero al cabo de los años, solo festejamos aquellas luchas que nos hacen sentir dignos y orgullosos, porque en sus costos cargaron estandartes más grandes que sí mismos.

Estandartes como el de la libertad, el de la justicia o el de la igualdad.

El grito de hoy está acompañado de la vivencia en carne propia de lo que es vivir una guerra. Si, esta guerra que nos rodea.  Nos tenemos que poner a pensar y preguntarnos. Esta guerra, ¿qué estandarte lleva?

Esta lucha lleva a cuestas el estandarte de la prohibición. Se busca mantener prohibido un mercado que no tiene ningún deseo de desaparecer. La droga está cada día mas presente y los consumidores no se tientan el corazón, a pesar de la guerra que se libra por ello.

Porque al final de cuentas, la gente defiende su derecho principal, el de la libertad.

Quien desea consumir, no quiere ser medido, no quiere vivir prohibido. Y ante su derecho más elemental de libertad, continúa con su consumo. A pesar de ti, a pesar de mí.

Dicen por ahí que la historia nos sirve para aprender.

¿Qué resultados han tenido guerras similares que se han basado en prohibir?

Ninguna lucha que ha tratado de limitar al hombre ha tenido éxito.

En los siglos que duró la Edad Media, muchos murieron por no creer lo que todos debían creer. Pero al final, ni siquiera la amenaza de ser enviado a la hoguera limitó el poder de la libertad.

Prohibiciones más humanas como la Ley Seca, la llamada Prohibición de los años 20 en Estados Unidos, tampoco tuvieron éxito.

¿Qué nos hace pensar que esta guerra podrá acabar con un mercado, que además está en una efervescencia económica, en un momento donde el mundo está en quiebra?

Si las prohibiciones no han funcionado e históricamente no festejamos ninguna. ¿Cómo puedo justificar tantas vidas que se han perdido, si ni siquiera se justifica el motivo?

Son 150 mil caídos sin estandarte de lucha, 150 mil que han muerto sin justicia, secuestrados de su libertad, por una falta de igualdad.

¡Cómo dan ganas de gritar!

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