Este 2013 tendrá que sortear “la batalla del siglo” anunciada por la NRA para impedir restricciones a la compra de armamento por civiles en Estados Unidos. La amenaza de la NRA, que se escuda en la Segunda Enmienda de la Constitución que consagra el derecho a poseer y portar armas, surgió luego de que Obama presentara un plan por 500 millones de dólares para hacer más estrictas esas leyes.
Los guerreros del campo enemigo son los mismos que aseguran que el presidente afroamericano es comunista y nació en Kenia. Ellos, o sus primos hermanos, lo han llamado “hipócrita elitista”. Cómo se atreve a aceptar protección para sus hijos al tiempo que promueve una “zona libre de armas para los demás”, dice un video que colgó la NRA.
Son los mismos que dicen que los rifles no matan, que la gente sí; que hay que estudiar sus perfiles psicológicos y los de sus padres, no prohibir la venta de armas de fuego y cargadores de alta capacidad en Estados Unidos.
Son los mismos que acusan al psicólogo retirado Glen Rosen, quien encontró a seis niños huyendo de la escuela Sandy Hook en Connecticut donde Adam Lanza mató a 26 personas, de una “conspiración” con el gobierno al “inventar” la tragedia. También del lado enemigo, están los congresistas republicanos que reciben crucial apoyo económico de la NRA para sus campañas.
Según una gráfica del Washington Post, en 2012, 236 republicanos contra 25 demócratas recibieron apoyo de la NRA.
Y de acuerdo con un estudio citado también por el diario washingtoniano, 42 de los 100 senadores en la Cámara Alta aceptaron donaciones de la NRA en la pasada legislatura. En total, 88 por ciento de republicanos y 11 por ciento de demócratas del actual Congreso, en algún momento de su carrera política, recibieron apoyo económico de la asociación.
El debate
Es cierto que las armas no matan solas. Pero también es cierto que la gente puede hacerlo con mucha más precisión con un rifle que con un puño o incluso una cuchillada.
En este debate, uno de los más populares en las redes sociales en los últimos días, han surgido varios slogans, de uno y otro lado:
— Armas fuera del alcance de la gente no matan gente.
— Armas sin gente no matan.
— Gente sin armas no mata gente.
— Gente con armas mata mejor.
Juego de palabras aparte, todo indica que el ataque contra Sandy Hook fue la proverbial gota que derramó el vaso y, en general, los estadounidenses parecen estar más receptivos a aceptar restricciones en uno de sus derechos más preciados.
Según el Centro Pew, 85 por ciento de los consultados está de acuerdo en endurecer su venta, un resultado similar a la encuesta conjunta del Washington Post y la cadena ABC, donde nueve de cada 10 coinciden en incrementar el control.
Pero los dueños de las armas y los más de cuatro millones de integrantes de la NRA no participaron en esos sondeos. Y está claro que la NRA no obedecerá el llamado al “sentido común” de Obama.
Queda por verse si la Casa Blanca buscará algo más que una estrategia diseñada para construir apoyo político a las propuestas del presidente. Para sortear esta batalla sí necesitará armas de grueso calibre y fusiles de asalto.