“Mi mejor amiga me sabe a leche con anís”, le dijo una tarde Gaby Ruiz a su mamá, quien se río mucho, pero alentó la gran imaginación de su hija.
Un día, viajando por carretera, le preguntó: “¿A qué te sabe el atardecer?” Y ella le dijo: “De ese lado como a mango, acá tiene chamoy… Incluso, hasta salivaba porque sentía todos los sabores”, recuerda la fundadora y chef del restaurante Carmela y Sal.
Ahí empezó lo que hoy la convierte en una chef única en el mundo, capaz de cocinar canciones, es decir, crear platillos inspirada en melodías. Hasta la fecha, ha cocinado canciones de artistas como Monsieur Periné, Ximena Sariñana, Lila Downs, Aleks Syntek y Miguel Bosé.
Empezó en Tabasco, su tierra natal, con el restaurante Gourmet MX. Tras su éxito en Villahermosa, viajó a la Ciudad de México donde abrió el ya icónico Carmela y Sal. En 2019, fue reconocida por laGuía México Gastronómicocomo la mejor chef del año.
Su carrera ascendía a gran velocidad cuando llegó la pandemia y la historia cambió.
“Cerramos un mes por completo, cada quien se fue a su casa, paramos de trabajar. Yo creo también que era algo que toda la humanidad necesitaba. Vamos enrolados en una cosa que ¡no paras, no paras! por nada”, cuenta.
Ese frenón obligado tuvo su lado positivo. “Esto nos vino a caer a todos para que nos diéramos cuenta de que tenemos que replantear todo lo que venimos haciendo.”
Imaginar a alguien tan creativo como Gaby encerrada, sin contacto con los comensales, parece difícil, pero ella logró acercarse, a través de las redes sociales, con muchos artistas para seguir cocinando canciones.
Además, lanzó “Carmela para llevar”, un concepto que lleva toda la experiencia de sus platillos gourmet a la casa de las personas, para que puedan ser chefs por unas horas. También lanzó una línea de comida casera, a precios más accesibles y que las personas pudieran llevar a casa, incluso congelar, y comer delicioso cuando lo necesitaran. “La necesidad saca lo mejor de uno”, dice.
Enfrentar una crisis tan tremenda no es fácil, pero siempre se puede elegir el camino a seguir. “La necesidad saca la creatividad, saca lo mejor de todo. Y tienes de dos: o te pones a llorar y a lamentarte o ves las cosas buenas, te pones feliz y ¡le das!”.
Aunque la pandemia le remite a sabores tristes y melancólicos como chocolate amargo, mezcal, cerveza oscura, café y especias, para Gaby también se trata de una segunda oportunidad para todos: “Si tengo el privilegio de estar un día más aquí es porque tengo que seguir luchando y tengo que seguir intentando, y no me puedo caer, y si me caigo, me levanto otra vez porque estoy viva, porque quiere decir que el mundo me dio otra oportunidad ¡a mí!”.
Otra lección que esta crisis le dio a Gaby se llama humildad. “Cerramos un mes, ese mes nos sirvió muchísimo para acomodarnos otra vez y saber que no tienes nada ganado, no eres indispensable. A veces, como seres humanos creemos que el mundo nos pertenece, y la verdad es que no. No somos necesarios. Y pasan cosas como una pandemia que viene y te dice: ¡Ubícate!”