Un incontable número de veces al día, tu cerebro toma información sobre cada situación que vives y tu decides exactamente qué hacer con ella.
Normalmente hacemos juicios sobre cada evento que nos ocurre, lo que nos gusta, lo que no y lo que sentimos.
Este juicio depende en gran medida de tus experiencias pasadas. Así que, como todo el mundo, le pones una etiqueta mental a cada evento o persona con la que te topas. Son esas etiquetas las que determinan tu percepción y reacción de lo que ves, ya sea persona, lugar, cosa o situación en tu vida.
Lo que percibes se reduce a ser catalogado como algo bueno o malo, pero ¿qué pasaría si todo lo convirtiéramos en algo bueno? Te invito a hacer un ejercicio: Elige cinco o seis cosas en el cuarto. Ahora, mira un artículo y di, “Esto es bueno”. Sin dedicarle mucho tiempo, solo llámalo bueno y pasa al siguiente, dedicándole 30 ó 40 segundos a todo el ejercicio.
Una vez que hayas terminado, piensa cómo se siente estar rodeado de todo esto que es bueno. El darte cuenta por primera vez de que todo a tu alrededor es bueno, puede ser una experiencia muy agradable si tú permites que así sea. Esto se hace con el fin de entrenar a tu mente a tomar siempre lo positivo de cada experiencia.
Lo que experimentamos tiene una razón por la cual está presente en nuestras vidas o no estaría ahí. Aún los momentos difíciles tienen una razón de ser. Vivimos estas experiencias para revelar algo que nos ayudará a ser más conscientes y evolucionar.
Sin embargo, nuestro problema es que con frecuencia etiquetamos algo como malo, desagradable o indeseado y lo empujamos lo más lejos de nosotros, tratando de no pensar en ello; en especial aquellos de nosotros a los que nos han enseñado a pensar siempre en positivo. Estamos constantemente tratando de evitar por completo todo lo que creemos negativo.
Pero, al hacer esto, literalmente nos cerramos a obtener la información que la negatividad ha venido a revelarnos. A fin de cuentas, esto no nos apoya para nada.
Al ignorar lo negativo, ni siquiera nos deshacemos de ello, porque regresará una y otra vez a través de experiencias similares. Es hasta que aprendamos a ver lo que el problema nos vino a enseñar, cuando descubriremos su razón de ser en nuestras vidas y dejaremos de vivir estos eventos.
Como lo expliqué en una de mis columnas anteriores. De nada te sirve: cambiar de pareja, cambiar de amistades, de trabajo etc. sin haber aprendido la lección que nos vinieron a enseñar porque seguirás proyectando lo mismo en distintos escenarios o con distintas personas. Una vez aprendida la lección, el problema desaparece.
Al determinar que cada persona, lugar y experiencia en nuestras vidas tiene una razón benéfica por la cual estar presente, nos abrimos a descubrir esa razón.
Al estar abiertos a nombrar todo como bueno, dejamos de evadir los problemas y permitimos que nuestra mente se abra al mensaje de sabiduría que nos trae y dejaremos de experimentarla una vez que su razón de estar en nuestras vidas se haya cumplido.
Aprender de las situaciones nos hace mejores personas, más fuertes, seguros y sabios por haber permitido que la información entrara sin resistirnos a ella. Nos beneficiamos y somos bendecidos a cambio de ello.
Piensa en experiencias distintas de tu pasado que consideraste malas o difíciles y de las que luego te beneficiaste. ¿Cuántas veces has pensado, “de no haber sido por esto que me pasó, no estaría donde estoy, o no sería quien soy”?
Puede ser que hayas aprendido acerca del amor incondicional por medio de una persona difícil. Probablemente una enfermedad seria te haya llevado a descubrir tu fuerza interior o el valor de la vida. Tal vez hayas obtenido información invaluable que te ayudó a crecer, cambiar y ser mejor persona, esto gracias a un sinnúmero de experiencias o vivencias que en su momento parecieron dolorosas y hoy puedes recordar con agradecimiento.
Como dice la Kabbalah, “entre más dura sea la prueba, más luz te será revelada”. Recuerden que para ver la luz tuvimos que haber conocido primero la oscuridad.
Sin embargo, esto no significa que debemos ir por la vida pretendiendo que todo es maravilloso y que nuestro mundo está libre de problemas. Significa que requerimos estar dispuestos a ver cada experiencia y persona en nuestras vidas reconociendo que: “Todo es perfecto” y “En todo lo que vivo siempre hay algo bueno que estoy dispuesto a encontrar.”
En lugar de enfocarte en los aspectos negativos, elige enfocarte en cualquier cosa buena que pudiera surgir de ello, te aseguro que lo descubrirás y la ostra desagradable que no querías cargar será abierta para que la perla de sabiduría aparezca y puedas transformar tu vida.