Los que le hicieron creer a Enrique Peña Nieto que la mayoría parlamentaria estaba garantizada con el Pacto por México, hicieron mal sus cálculos.
No solo perredistas y panistas ya anunciaron que votarán en contra de la reforma fiscal, sino con el presidente del PAN, Gustavo Madero, inauguró ayer su campaña que podría ser tachada de “populista” en contra de algunos de los impuestos que pretende establecer el presidente Peña Nieto.
De continuar con esta estrategia, probablemente aumentarán los simpatizantes del PAN y del propio Gustavo Madero.
Y a los calderonistas les será más difícil señalar a Gustavo Madero de ser un colaboracionista del presidente Peña Nieto.
No me ayudes compadre
Además de los problemas del bajo crecimiento económico, los bloqueos de los maestros, el reto de López Obrador y los daños provocados por los huracanes “Ingrid” y “Manuel”, la única desgracia que le faltaba a Peña Nieto era una declaración de Vicente Fox con relación a los impuestos.
El expanista no solo criticó a sus excorreligionarios por oponerse al IVA a las colegiaturas, rentas, créditos hipotecarios y venta de viviendas, sino también por no exigir IVA para alimentos y medicinas.
Habrá que ver cuántos puntos bajará en las encuestas el presidente Peña Nieto si continúa permitiendo que el expresidente Fox lo siga “apoyando” en el tema de los impuestos.
“Sí señor presidente”
Vicente Fox dijo ayer que no entiende cómo fue que el PAN siempre estuvo de acuerdo durante su sexenio con el IVA generalizado, y ahora no.
Para que entienda habría que explicarle que en su sexenio y el de Calderón, los panistas se comportaron como lo hacían antes que ellos, los priistas.
Es cosa de releer lo que decían los diputados Gustavo Madero y Juan Molinar Horcasitas en noviembre del 2003 a propósito del IVA, nada más porque había que obedecer al “señor presidente” Vicente Fox.
Desobediencia civil
Andrés Manuel López Obrador le dio ayer otra vuelta más al torniquete que podría estrangular al gobierno, si el presidente Peña Nieto no acepta su propuesta de la consulta popular para la reforma energética.
Y es que la desobediencia civil es una medida que, sin ser el Plan de San Luis, podría poner en serios aprietos al gobierno si fueran muchos los “desobedientes” que dejaran de pagar impuestos.
