Lo que no te mata te hace más fuerte”, “después de la tormenta viene la calma”, “Dios nunca te dará una cruz que no puedas cargar”, son solo algunas frases que hemos escuchado por generaciones.
El mensaje que se repite es que tenemos que sufrir para crecer, aprender, madurar y evolucionar. Pero si esto fuera cierto, ¿por qué hay quienes viven bajo una tormenta toda su vida y no aprenden?
¿Por qué no todos los que sufren mejoran como personas? Si lo que no te matara te hiciera más fuerte, todos serían fuertes.
Siempre creímos que el sufrimiento fue lo que nos hizo crecer, pero lo que en realidad lo hizo fue la humildad, el sufrimiento nunca tuvo sentido ni nos ayudó a mejorar, pero tal vez sí tuvimos que sufrir para poder ser humildes.
Según Jorge Lomar esta idea de que sufrir es útil nace de creer que tengo que pagar por mis errores, de creer que sentir es igual a sufrir, de creer que soy víctima de los demás y la más poderosa de todas las creencias que nos invitan a sacrificar es creer que sufrir es amar, que entre más sufro por ti es porque más te amo.
Cada vez que percibes tu realidad incorrectamente sufres, cualquier malestar o resistencia con lo que te sucede te provoca sufrimiento.
Es mejor tomar la decisión voluntaria de elegir pensamientos agradables y amorosos para experimentar paz y no conflicto.
Date cuenta que todo es sincrónico, que donde estás bien, que si esperas algo diferente de alguien no amas en realidad, que nadie te ha hecho nada y el conflicto está sólo en tu mente.
Reconoce que en realidad no sabes lo que más te conviene pues si lo supieras no elegirías el sufrimiento.
Tú eres libre de ver lo que quieras y has elegido ver esto a tu manera, eres libre de sentir lo que quieras y decidiste sentir lo que ahora sientes, pero acuérdate, eres mente y en este instante puedes elegir algo distinto.
No necesitas sufrir para comprender, ni culpa para cambiar o para aprender, solo necesitas paz para conocer la verdad.
Y no dediques ni un solo instante de tu valioso presente al conflicto.
El sufrimiento no tiene sentido ni causa ni propósito.
“Abandona la idea de esperar compensación alguna por sufrir porque te puedes quedar esperando toda la vida”, dijo Jorge Lomar.