¿Triqueta perfecta?

Desde hace semanas se habla de la consumación del compadrazgo perfecto Colosio-Basave –y García que no se queda fuera del balde en esa onda de llamarse con tal familiaridad– y me hace recordar los inicios del mes de febrero pero del año 2021.

En aquella ocasión un periodista o figura pública –que por más que hago memoria nada más no puedo recordarlo, ni googleando– cuando dirigiéndose al joven candidato Samuel, los bautizó como “la triqueta perfecta”, porque vaya usted a saber que los tres fueron elegidos para representarnos y dirigir el orden público como presidente municipal, diputado federal (y ahora novel secretario del Ayuntamiento regio) y ejecutivo estatal, respectivamente, que obtuvieron el voto fincado en la esperanza a pesar de su carente y visible inexperiencia en el servicio público.

Trinquetes: no demeriten la solemnidad ni las formas, ¡please! No sean tan obtusos, tan vacilantes o mejor dicho sin ética política, no demuestren (o al menos no sean tan obvios) que desconocen el argot, será pasado de moda o anticuado para ustedes, pero deben recordar que se deben a la gente, conectar primero con los ciudadanos, con los votantes y no menos importante al republicano Ayuntamiento. El respeto a las instituciones debe comenzar por ustedes, acuérdense que el ejemplo arrastra; la gente ya no cae tanto con las palabras, se ha vuelto complejo el juego de seducción con el ciudadano de a pie (que por cierto son la mayoría) y lo digo por el deficiente transporte público entre otras calamidades.

Suponemos que ustedes son los líderes aspiracionales para las juventudes regiomontanas. Pero solo juegan a la política. Métanse al barrio o a la colonia, sin avisar, sin medios de comunicación, sin asistentes. Conozcan, valoren el juicio de lo espontáneo. Comprobarán que los mejores críticos de verdad somos los ciudadanos.

Sean más duros consigo mismos, sean más autocríticos, acepten la buena onda de sus consejeros y asesores que, por cierto, están bien remunerados. Se han convertido en lo que juraron combatir con todos los atributos de un buen gobierno, ahora salen que es el momento de la alegría y cuanto juego de palabras se les ocurren; y rematan con los vagones naranjitas del desamparado sistema de transporte colectivo de la ciudad –y ni hablar de la publicidad ilegal pautada en el sistema de radio y televisión del Estado de todos conocido como TV Nuevo León.

La política es para hacer acuerdos, para evitar guerras. El toque elegante de un buen político, el que lo distingue de los comunes o quienes no están en esta dimensión pública, es el que conversa, reflexiona bien cada paso y toma acción contundente, sin mirar beneficios personales ni redes clientelares.

De hacerlo como lo demuestran serán recordados como estandartes de la verborrea ácida, serán comparados con la vieja política de las promesas sin acciones de las tan criticadas administraciones pasadas.

Parece que la historia se repetirá de nuevo, como un bucle infinito, interminable, dentro de un agujero de gusano a millones de años luz… ¡Ah caray! Me leo como el recién incrustado en el búnker anaranjado.

Pero regresando a la onda inicial, se aproximan tiempos oscuros, no hay manera de saber qué nos depara con las decisiones a posteriori, los impactos y precedentes que están dejando los alegres y negligentes compadres con sus respectivas y legales investiduras.

Y eso que la principal actividad política es el administrar servicios públicos dignos y eficientes para todos los neoleoneses. El chiste se cuenta solo, al fin y al cabo, compadres.

Ah, y la onda musical para el momento en la urbe es de la banda duranguense setentera de rock psicodélico Los Dug Dug’s con su rolita “Smog”. Pónganle play en su plataforma favorita.

Y como diría el ingeniero exgobernador: ¡A trabajar que se necesita!

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