Empacadores de cápsulas con fentanilo, recolectores de goma de opio, halcones, siembra de marihuana, narcomenudeo y sicarios son algunas de las actividades por las que nuestras niñas, niños y adolescentes son “cooptados” por el crimen organizado. Es lo que le llaman trabajo infantil en el narcotráfico.
La falta de oportunidades escolares, la pobreza alimentaria, la violencia intrafamiliar son factores por los que nuestras niñas, niños y adolescentes se convierten en “trabajadores” de la delincuencia y el crimen organizado.
Los salarios van desde los cinco mil hasta los 30 mil pesos. Algunos tienen miedo, pero todos lo hacen por tener una vida mejor, donde siempre haya para comer, vestirse, tener una casa, un auto, para ir al médico, para ayudar a la familia.
Los medios de comunicación han documentado las diversas actividades para las que “se contrata” a las niñas, niños y adolescentes por el narcotráfico. Recientemente, el Noticiero En Punto, que conduce Denise Maerker, dio a conocer el trabajo que realizan los menores como empacadores de fentanilo.
“Como que te arden los ojos mucho y todo eso, pues ahorita no los siento ya como antes. Por producirlo yo he sabido de gente que por el olor de las toxinas, así de lo apestoso, se ha infartado. No sé si sea mucho dinero, pero en todos lados pagan muy poco. Está aburrido también. No me dio miedo (entrar al negocio), pero sí nervios. No consumo (fentanilo)”, dice el menor ante la cámaras del noticiario.
La nota subraya que no cuentan con un equipo especial para el empaquetado, solo usan guantes de látex. A la semana deben empaquetar 21 cápsulas con fentanilo en polvo a cambio de seis mil pesos. Trabajan en uno de los laboratorios clandestinos que tiene un grupo criminal en la sierra de Sinaloa.
De acuerdo con la organización civil Reinserta, existen de 35 mil a casi 45 mil niñas, niños y adolescentes en México capturados por la delincuencia organizada. Son menores de entre 12 a 17 años de edad.
A los 13 años, Eduardo fue reclutado como halcón por el Cártel del Noroeste; a los 15, lo ascendieron a vendedor de droga, después jefe de halcones y dos meses más tarde le pidió a su comandante ascenderlo a sicario. El testimonio de este menor es uno de tantos recolectados por Reinserta para el informe “Niñas, niños y adolescentes reclutados por la delincuencia organizada”.
Las historias de estos menores son el ejemplo del trabajo infantil en el narcotráfico, del cual no hay cifras oficiales, y mucho menos políticas públicas que inhiben la contratación de menores por la delincuencia y el crimen organizado.
Son nuestras niñas, niños y adolescentes la mano de obra del narcotráfico, los que dejan un libro o la escuela por empaquetar fentanilo o cortar goma de opio.